¿Quién es el amo del universo?

Extraído del libro "Felicidad" de Rabbi Zelig Pliskin

 

 

 

 

 

 

El Talmud (Sanhedrín 37a) nos enseña que toda persona está obligada a decir: "El mundo fue creado para mí", lo cual significa que somos responsables por este mundo. También quiere decir que debemos considerar todo como si fuera nuestro. Cada ser humano es sumamente valioso.

Cuando mire el sol, piense que es suyo y que le brinda luz y calor.

Los árboles y las flores, las montañas y los lagos, han sido creados para su beneficio y disfrute.

Las estrellas y las galaxias agregan  una amplia dimensión a su mundo, aunque jamás haya pisado ningún otro planeta además del nuestro.

Los pájaros y los peces, los caballos y las vacas, los tigres y los jaguares, las jirafas y los elefantes... todos son suyos, los vea a diario o de vez en cuando.

Forman parte de su inmensa riqueza.

La tierra y el mar, con todo su contenido por encima y por debajo, están para que los disfrute y preserve para futuras generaciones.

En algún momento podrá carecer de dinero, pero no importa cuánto tenga. Mientras esté consciente de que el mundo le pertenece, usted es rico.  Esta riqueza le fue entregada como un regalo al momento de nacer y para toda su vida. Para reclamarla, únicamente tiene que pensar que el Universo es "suyo".

Este concepto me lo comunicó un amigo. Cuando me plantea esta sencilla idea me mostré escéptico. "¿A quién voy a engañar? Me siento profundamente comprometido. No sueño con ser rico, sólo con cubrir mis necesidades", contesté. Siempre me sentí carente de lo que la vida podía ofrecer. Unicamente necesitaba más dinero, no un concepto abstracto.

Me dijo: "A mí me sirvió; antes de rechazar la idea, prueba durante una semana" .

Me di cuenta que no tenía nada que perder. ¿Por qué no? Después de dos días de admirar el sol y todo lo tenía a mi alcance para disfrutar y beneficiarme, comencé a sentirme como nunca antes. Al final de la semana, me encontraba totalmente renovado, lleno de energía y con maravillosas sensaciones internas. Desde mucho tiempo atrás mi mente no estaba tan clara.  Si, en realidad era rico, no me había percatado de ello antes.

Ahora deseo transmitir mi experiencia a todo aquel que desee escucharme. Quienes lo hagan serán sumamente afortunados, y todo ésto con sólo seis palabras: "El mundo fue creado para tí".