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Ayunos



10 de Tevet (Sitio de Jerusalem)

“Así  dijo  Di-s, el  ayuno  cuarto  y  el ayuno quinto, el ayuno séptimo y el ayuno décimo, serán para la casa de Yehudá de regocijo, alegría y fiestas felices” (Zejariá - Zacarías - 8:19).

Nuestros Sabios explicaron que esto se dijo con referencia a los cuatro ayunos obligatorios:

Ayuno cuarto: con alusión al ayuno del 17 de Tamuz, cuarto mes del año.

Ayuno quinto: al 9 de Av, quinto mes del año.

Ayuno séptimo: al 3 de Tishre, séptimo mes del año.

Ayuno décimo: al 10 de Tevet, décimo mes del año.

En consecuencia, el ayuno décimo es 10 de Tevet, que recae el décimo mes del año a partir de Nisán, pocos días después de Janucá.


Un poco de historia

Durante el noveno año del reinado de Tzidkiyahu de Yehudá, llegó hasta Jerusalem, Nabucodonosor rey de Babilonia, con todos sus ejércitos, sitiando y ahogando a la Ciudad Santa durante muchos meses.  Esto señaló el comienzo de la destrucción de Jerusalem y del Primer Templo. 

Nabucodonosor  estaba destinado a ser el látigo que castigaría a los judíos por tantas faltas cometidas transgrediendo preceptos básicos de nuestra Torá, entre ellos de los más graves, como la idolatría, casamientos mixtos con no judíos, etc.  La ocasión se presentó cuando Tzidkiyahu quiso liberar a la tierra de Yehudá del dominio de Nabucodonosor, esperando que el rey de Egipto vendría en su ayuda de acuerdo al convenio que tenían firmado.  Pero no fue así: Egipto (e igualmente Edom) se echó atrás dejando a Yehudá aislada y liberada a su suerte.

Antes de comenzar su misión destructiva, Nabucodonosor quiso probar su destino: disparó una flecha en dirección a Roma a la que también quería conquistar en forma definitiva, pero ante su sorpresa ésta se desvió hacia Jerusalem.  Entonces disparó otra flecha esta vez dirigida hacia Jerusalem y ésta voló rauda y certera en su curso hasta desaparecer.

Hizo luego otras pruebas y todas le confirmaron que debía comenzar con Jerusalem.  Nabucodonosor supo que su éxito estaba en la victoria sobre la tierra de Yehudá y marchó con un enorme ejército hacia ella.

Aún así, temía la cólera de Di-s, recordando muy bien el destino de Sanjerib rey de Asiria, quien había sitiado a Jerusalem por primera vez, acabando en una desatrosa y vergonzosa derrota.

Nabucodonosor no quiso arriesgarse en demasía, de manera que encomendó a Nebuzaradan, su comandante en jefe, la misión de destruir Jerusalem y capturar al rey Tzidkiyahu.

El décimo día del mes de Tevet del año 3335, Nebuzaradan sitió Jerusalem hasta que logró finalmente forzar una de las murallas y tras un sitio de tres penosos años, en los cuales los habitantes sufrieron hambre, epidemias y desgracias, logra capturar la ciudad el 17 de Tamuz de 3338, comenzando la destrucción del Templo que concluye el 9 de Av con su incendio y de toda la ciudad.

El 10 de Tevet entonces, marcó el comienzo del sitio y para recordar que “por nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra”, ayunamos ese día, rogando y pidiendo perdón a Di-s por nuestros pecados pasados y prometiendo ser leales a nuestra fe y a nuestra Torá en el futuro.