Torá desde Jerusalem
Parashá Ajaré Mot - Después de morir
Libro Vayikrá / Levítico (16:1 a 18:30)

“Y respetaréis mi Santuario” (Vayikrá 16:2)

“Y dijo Hashem a Moshé: Habla a tu hermano Aarón: Y no vendrá en todo momento al Templo…”.  Aunque el Todopoderoso pidió construir un Templo para habitar entre nosotros, nos exige la Torá un comportamiento intransigente dentro de él.  Solamente después de una preparación de purificación, usar ciertas vestimentas… etc.

La kedushá del Bet Hakneset o Bet Hamidrash es muy exigente, y estamos advertidos de respetarlos por parte de quien está presente en ellos, como está escrito: “Y respetaréis mi Santuario (Umikdashí Tirau)”.

El nivel de respeto, llega hasta el nivel de prohibir utilizarlos para beneficio personal, como usarlo de pasillo o para resguardarse de las lluvias o del calor o mismo para llamar a alguien que se encuentra dentro.  Solo deberán realizarse eventos que sean Mitzvot, como ser un Brit Milá o una Jupá (Boda), pero reuniones de carácter social que no tienen procedencia de alguna Mitzvá, no podrán desarrollarse dentro del Bet Hakneset.

Tras las imposiciones hacia el lugar, también nos recuerda la Torá la obligación del Sumo Sacerdote “Cohén Gadol” para con sus hermanos los cohanim y el pueblo en general.  Nos relata la Torá la obligación del Cohén Gadol de ofrecer el korbán, para pedir por el perdón de las equivocaciones realizadas por los mismos, en las obligaciones que se tienen con el Templo.

Así, como cuando una persona mataba no intencionalmente, en la que el causante debía ir al destierro a la ciudad de refugio, hasta la muerte del Sumo Sacerdote.  La Mishná nos comenta, que las madres de los Sumos Sacerdotes acostumbraban enviar regalos a los desterrados para que no pidieran por la muerte de sus hijos.  ¿Cómo podemos entender que el Todopoderoso acepte el rezo de un  presidiario que pide la muerte de alguien inocente, a menos que veamos al Sumo Sacerdote como responsable indirecto, ya que como dirigente del pueblo tenía que haber advertido para evitar los accidentes involuntarios.

“Mis juicios haréis y mis leyes respetareis... y viviréis en ellas, Yo soy el Todopoderoso”.  Así comienza el capítulo de la Torá que nos advierte sobre las relaciones matrimoniales prohibidas, por nuestro bien y para que vivamos; nos prohibió la Torá a los familiares cercanos, relaciones intimas con animales o con seres humanos del mismo sexo.  “No abominareis la Tierra, pues exigirá la Tierra el pecado y vomitará a sus habitantes, pues estas abominaciones hicieron los habitantes anteriores a vosotros e impurificaron la Tierra”.

La historia se repite.  Debemos cuidarnos de los nuevos aires del materialismo sin límites, en que los derechos se confunden con aberraciones.  Todas las grandes sociedades cayeron en el libertinaje y ellas las hundieron.  La Torá persiste en su intransigencia sobre las abominaciones.  Muchas costumbres cambiaron y las Halajot se adaptaron, otras desaparecieron pero los principios de la Torá se mantuvieron como pilares inamovibles que nos salvó de la desaparición como pueblo.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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