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Torá desde Jerusalem



Parashá Pekudé - Recuento
Libro Shemot / Éxodo (38:21 a 40:38)



Comentario sobre la Parashá


“Y al llegar Aharón y sus hijos...” (Shemot 40:12)

Tras enumerar con todo detalle todos los utensilios del Santuario, la Torá ordena a Moshé: “Y al llegar Aharón y sus hijos a la puerta del Tabernáculo los lavarás con agua”.

La Torá obliga a prepararnos para entrar al Santuario y de ella aprendemos que para todo momento, en el que nos disponemos a realizar cualquier acto, la preparación, la predisposición no solamente demuestra el interés y la importancia de los hechos a realizar, sino que convierte a los hechos en otra realidad muy diferente a la de los realizados sin previa preparación.

El lavado de las manos antes de los rezos como antes de las comidas, no es solamente por la limpieza de las mismas, que en sí ya es una demostración de respeto y aprecio, sino que nos introducimos en unos conceptos de pureza espiritual, conceptos alejados del entendimiento de una mente materialista que generalmente no llega alcanzar por encima de lo que ve, escucha o le place.

La ciencia llegó a los límites de lo que nuestros sentidos pueden captar.  Hasta el siglo XX las medidas eran concebibles, metros, kilómetros, kilos, toneladas, la aparición de nuevos instrumentos y de nuevas teorías, cambió por completo los temas; de pronto aparecen conceptos como fotones, años luz, partículas teoréticas, billones de años etc.  La ciencia se hace popular, aparecen revistas científicas, los conceptos se usan aunque generalmente no existe un entendimiento verdadero de los mismos, de las ciencias exactas aparecen teorías científicas que en verdad no son sino hipótesis con cierta base técnica, el público que generalmente no sabe diferenciar entre ciencia e hipótesis, confunde los conceptos y equivocan los parámetros.

El Rabino Doctor se convierte en Doctor Rabí.  Maimónides que fue desde su niñez un gran erudito de la Torá y quien a temprana edad escribió su magna obra “Yad Hajazaká” una verdadera enciclopedia halájica, sabía sobre el orden a seguir: primero Torá y después conocimientos, ya que los conocimientos refuerzan la Torá y no la Torá los conocimientos.  Así dijo: “Todo al que le falta un dedo de ciencia le falta una mano de Torá”.  Llegó a ser un médico reconocido no si antes ser un gran erudito de la Torá. 

Muchos de nosotros queremos que nuestros hijos estudien Torá, pero después de que finalicen su carrera universitaria y entonces recuerdan el dicho del Pérek que dice: “Toda Torá que no está acompañada de un oficio, su fin es que se suprimirá y traerá el pecado, pues la necesidad le hará perder el concepto verdadero de las cosas”.

No olvidemos el orden, no cambiemos lo importante por lo secundario; una casa sin ventanas es una casa incompleta, pero sigue siendo una casa, pero una casa sin techo ni paredes solamente con ventanas no es una casa.  Las paredes y el techo de todo judío son sus valores, sus hechos; las ventanas y los adornos son sus conocimientos, su carrera, su cultura, sus modales.

Shabat Shalom.

Rab Shlomó Wahnón