Torá desde Jerusalem
Parashá Shemot - Nombres
Libro Shemot / Éxodo (1:1 a 6:1)

Reflexiones sobre la Parashá

"Y un hombre de la Casa de Leví fue y tomó a una hija de Leví" (Éxodo 2:1)

Al referirse a la unión de los padres de Moshé, ¿por qué la Torá no dice simplemente "Y Amram fue y tomó a Yojéved"?

Durante su vida, Moshé Rabenu alcanzó una cercanía a Hashem que no alcanzó ningún otro ser humano. Solo el ascendió al Cielo y recibió la Torá para entregarla a Israel. Solo él habló con Hashem, cara a cara, con una claridad diáfana, a diferencia de todos los otros profetas, que solo pudieron percibir a Hashem a través de un cristal oscuro. Existía la preocupación de que, con el paso del tiempo, se pudiera pensar que el propio Moshé en realidad provenía del Cielo, y se lo transformara en un dios. Por ese motivo, la Torá enfatiza, inclusive antes del nacimiento de Moshé, que su origen fue tan normal y tan terrenal como el de cualquier otro judío, puesto que "un hombre de la Casa de Leví fue y tomó a una hija de Leví". A pesar de ser Moshé el Príncipe de los Profetas, sus padres fueron personas normales, de carne y hueso. Simplemente, un "hombre" y una "hija".

(Adaptado de Kehilat Itzjak en Iturei Torá)


"Los egipcios empezaron a forzar a los israelitas a que hicieran labores destinadas a quebrantar sus cuerpos" (Éxodo 1:13)

Cierta vez, Henry Ford, el famoso empresario industrial norteamericano, se encontraba sentado en el balcón de su mansión, junto al mar. Ford divisó a un pescador, que estaba recostado en la playa tomando sol, pensando en nada. Junto al pescador, habia un balde con unos cuantos peces nadando de acá para allá.

Ford llamó al pescador, que se despertó de sus sueños, y fue con paso cómodo hacia la mansión.

"¿Dígame..., qué esta haciendo?", preguntó Ford.

"Relajación", respondió el pescador.

"¿Sabe una cosa?", le dijo Ford, "si se pusiera a trabajar un poco más fuerte, pescaría muchos más peces".

"¿Y luego qué?, dijo el pescador.

"Y luego tal vez tendría suficiente dinero para comprar un bote".

"¿Ahá..., y luego qué?", preguntó el pescador.

"Bueno... si tuviera un bote, podría pescar muchísimos más peces, y si trabajara fuerte, tal vez podría comprar otro bote más".

"¿Y entonces qué?"

"Bueno... con dos botes pescaría un montón de peces, y con un poco de suerte podría conseguir suficiente como para comprar toda una flota de botes".

"¿Y luego qué?"

"Bueno... con toda una flota de botes trabajando para usted, se podría relajar y tirarse en la playa a tomar sol todo el día".

"¡Pero eso es precisamente lo que estoy haciendo ahora!"

La gente no trabaja solamente para ganar dinero. La persona tiene que tener un sentido de propósito, de orgullo de sus logros.

>La Torá describe la labor que hacían los judíos en Egipto como avodat parej, un tipo de trabajo que quebranta a la persona.

No hay nada que rebaje tanto a una persona como ver que sus esfuerzos son en vano, que no tienen ningún propósito. Por eso el Faraón mandó que los judíos construyeran Arei Miskenot, literalmente, "ciudades pobrecitas". Dichas ciudades se construían sobre arena, y ni bien se terminaban de construir, se desmoronaban y caían.

Entonces tenían que empezar a construir todo de nuevo, y otra vez la misma historia...

Había una vez un prisionero en un campo de trabajos soviético que fue confinado a su celda durante diez años. Cada día lo pasaba dando vueltas a una gran manija que salía de la pared de su celda. Le dijeron que la manija activaba un molino de harina que había del otro lado de la pared.

Al cabo de diez años, cuando finalmente fue liberado de su confinamiento, vio que del otro lado de la pared... no habia absolutamente nada.

Eso fue más aplastante que los diez años de cárcel.

Cuanto mas grande es el sentido de propósito del trabajo de una persona, mayor es el esfuerzo que se invierte en su logro.

El judío trabaja en pos de una vida eterna en el Olam Habá, el Mundo Venidero.

"Seis días trabajaras (taavod) y harás todas tus labores (melajá), y el séptimo día será un Shabat para tu Di-s". Lo que transforma el trabajo servil (avodá) en una actividad creativa llena de propósito (melajá), es el Shabat, el "gusto" del Olam Habá en este mundo.

(Adaptado de Outlooks and Insights, de Rabi Zev Leff)


"Y Moshé creció, y salió hacia sus hermanos..." (Éxodo 2:11)

Había una vez un cowboy hollywoodense que venía de un medio muy poco "cowboy": era asistente de una casa de ropa de hombres en el Midwest de U.S.A. Para mejorar un poco su imagen, el equipo publicitario le inventó una nueva identidad, según la cual habia sido descubierto en una oficina de telégrafo de Wells Fargo en un pequeño pueblo cowboy de Arizona. Un cierto día, en el pico de su fama, el cowboy hollywoodense llegó a ese pueblito, donde se organizó un desfile acorde con su renombre. Mientras desfilaba en el asiento posterior de su limusina abierta, el coche pasó por la oficina de Wells Fargo. El cowboy se inclinó hacia su agente de prensa, el mismo agente de prensa que le había reescrito su pasado, y le dijo sin parpadear

"¿Ves esa estación de Wells Fargo? Allí fue donde me descubrieron..."

Uno de los peligros de la fama es que uno puede empezar a creer lo que dicen de uno los periódicos...

El Midrash dice que cuando Moshé "creció", creció "no a la manera del mundo". El resto del mundo funciona así: cuando una persona crece y se hace famosa, se olvida (o hace que se olvida) de sus raíces, de su pasado y de sus hermanos. Es como si de repente le hubiera dado "amnesia" de todo lo que tiene que ver con problemas y dificultades. Moshé creció en el palacio del Faraón con una "cuchara de oro" egipcia en la boca; pero, no obstante, creció "no a la manera del mundo", pues jamás se olvidó del sufrimiento de su pueblo. Moshé "salió hacia sus hermanos". Fue a descubrir sus problemas y el modo en que podría rescatarlos de la opresión.

(Basado en Yalkut Ha Drush en Iturei Tora)


"Y estos son los nombres de los Hijos de Israel..." (Éxodo 1:1)

Esta es la frase inicial del libro de Éxodo.

Y como frase inicial, debe apuntar a algún concepto fundamental del libro de Éxodo. Porque lo que viene primero siempre contiene las semillas de lo que viene después.

El libro de Éxodo describe el exilio del pueblo judío en Egipto y su milagrosa redención.

Hashem nunca trae una enfermedad sobre Su pueblo sin antes tener lista la cura. Inclusive antes de que los judíos fueran hechos esclavos, la luz de la redención ya brillaba, oculta, esperando su momento oportuno. Y esto está aludido en el nombre de las tribus de Israel que fueron hechas esclavas en Egipto. Porque cada nombre alude a la inevitable redención.

El nombre Reuven proviene de la raíz "ver". Como dijo Hashem: "En verdad he visto la aflicción de Mi pueblo" (3:7). El nombre de Shimon proviene de "oír": "Y Di-s oyó sus lamentos" (2:24)

Junto con el exilio viene la redención. Y, en el mismo sentido, vemos que Tisha be Av, el día que más tiene que ver con el exilio, es el día en que nace el Mashíaj. Y el Mashíaj traerá consigo la liberación final.


"Y estos son los nombres de los Hijos de Israel" (Éxodo 1:1)

Imagínate una abuela sentada con un montón de fotos de sus nietos. Cuando termina de desayunar, saca las fotos y las mira y remira, pronunciando, uno por uno, los nombres de cada uno de sus preciados tesoros. Después de almorzar, duerme la siesta y luego se dispone nuevamente a mirar las fotos, y otra vez pronuncia los mismos nombres. Y a la noche, lo último que hace antes de irse a dormir, es sacar de nuevo las fotos y mirarlas, pronunciando otra vez más los nombres de sus queridos nietos.

Este libro del Éxodo se llama en hebreo "Shemot", "El libro de los nombres". Y se inicia con una lista de los nombres de los hijos de Yaakob. Aunque la Torá ya había mencionado en detalle los nombres de los hijos de Yaakob, en vida, vuelve a mencionarlos tras su deceso, para mostrarnos cuanto Hashem los quiere.

Algo que es querido y preciado, se vuelve a repetir y a examinar muchas veces. Como las fotos de una abuela que nos mima.

Los hijos de Israel son comparados con las estrellas: así como Hashem cuenta las estrellas y las llama a cada una por su nombre cuando salen, y nuevamente cuando se van del mundo, también cuenta a los Hijos de Israel cuando llegan al mundo y cuando se van de él.

No olvidemos que, ya que se nos compara con las estrellas, corresponde que tratemos de emularlas. Y así como el propósito de las estrellas es irradiar luz hasta los rincones más oscuros y más alejados del universo, la tarea del pueblo judío consiste en llevar luz espiritual a los rincones más ignorados y más desiertos, en términos espirituales, del mundo.

(Rashi, Gur Arie, Sfat Emet)


"El Faraón le dijo a su pueblo: 'Vamos, seamos más astutos que ellos, para que no se multipliquen y si hay una guerra, el pueblo se una a nuestros enemigos, y luche contra nosotros". (Éxodo 1:9-10)

La Hagadá de Pésaj dice: "Los egipcios nos maltrataron y afligieron" (Devarim 26:6). Si se examina de cerca la frase en hebreo, uno se da cuenta de que en realidad dice "Los egipcios nos hicieron malos". ¿Cómo se une a toda una nación en la persecución de una minoría? Se los "hace malos".

Se conduce una campaña difamadora para convertirlos en demonios. Se los convierte de gente en una sub-especie, en una aflicción, en una peste. Pasan de ser "ellos" a ser "eso". En el versículo citado, la Torá nos ofrece una visión escalofriante del futuro. El Faraón se refiere al pueblo judío con el pronombre masculino singular, que se pronuncia "hu". Y "hu" puede interpretarse como "él", pero también puede interpretarse como "eso". Cuando las personas se transforman en "eso", cuando a los ojos de los demás no son más que un organismo extraño, uno los trata como se trata con un germen. Lo extermina. Se "desinfecta". Pone en práctica un programa médico de genocidio bacteriológico.

¡Qué lógica escalofriante!

Shabat Shalom.


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