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Torá desde Jerusalem



Parashá Vayikrá - Y llamó
Libro Vayikrá / Levítico (1:1 a 5:26)



Comentario sobre la Parashá


“Y llamó a Moshé...” (Vayikrá 1:1)

“Vayikrá el Moshé...”, “Y llamó a Moshé…”, con estas palabras comienza el tercer libro de la Torá, cuando por tradición la letra alef de vayikrá aparece disminuida para indicarnos la intención con la que se dirigía el Todopoderoso a Moshé, “Vayikar” (con aprecio).  Con aprecio se dirigía el Eterno a Moshé, pero ¿por qué justo en esta parashá nos recuerda la Torá esta condición?  Deberemos encontrar la repuesta en el propio tema que relata la parashá: “los sacrificios”.  ¿Qué significan los sacrificios que ya Caín y Abel, hijos del primer hombre, sintieron la necesidad de sacrificar, y entregar al Todopoderoso?

En las perashiot de la construcción del Tabernáculo, como de sus instrumentos y vestimentas, así como en la de los sacrificios, la Torá se extiende en detalles, y a veces repite una y otra vez, cuando preceptos tales como los relativos al Shabat o Tefelín o mezuzá los aprendemos de indicaciones indirectas.  Si asimismo recordamos que el Tabernáculo fue ordenado solamente para los cuarenta años transcurridos en el desierto, y que una vez conquistada la Tierra de Israel debía ser construido el Bet Hamikdash, entonces resalta la pregunta del ¡por qué!.

Sobre la construcción del Tabernáculo está escrito: “Háganme una Casa y Habitaré dentro de ellos; el Tabernáculo, los sacrificios nos acercan al Todopoderoso, pues al igual que un imán atrae a otro en ciertas condiciones, la condición de ofrendar, de dar, atrae en ciertas condiciones a Quien es la fuente de la bondad.

Advirtieron nuestros Sabios, que nada malo saldrá de la caridad hasta que fue denominada con el nombre de Shalom “y será el hecho de la caridad Shalom”.  Los preceptos son los medios que nos acercan a Él, una mitzvá (precepto) atrae a otra, y esta a la siguiente, hasta que se cumple el dicho de Rabí Jananiá Ben Akasia: “Quiso el Todopoderoso dar mérito al Pueblo de Israel, por lo que le aumentó Torá y preceptos, como está escrito: Busca Él para darles mérito, aumentó Torá y la engrandeció”.  Los preceptos fueron un regalo Divino para nuestro bien, mientras que el Tabernáculo con su servicio es una realidad de la convivencia Divina con el ser humano.

Desde la destrucción del Templo y ante la imposibilidad de realizar los sacrificios, nos quedó en este mundo solamente el Bet Hakeneset y las Tefilot.  El Talmud en el tratado de Berajot dice: “No le quedó al Todopoderoso en este mundo sino el lugar donde se estudia la Halajá (Torá)”.  La sinagoga y el Bet Hamidrash son los espacios donde se encuentra la Divinidad; ¡qué sensación de importancia y respeto le debemos a estos lugares, con qué temor debemos entrar a ellos y con qué sensación debemos de salir!.  Por desgracia la costumbre destruye toda condición, y cuánto debe la persona recordar día a día sobre el lugar adonde se encuentra.

Sea la Voluntad Divina que estos días de Nisán que se nos avecinan, conviertan todas nuestras preocupaciones en alegrías y todas nuestras sospechas en buenas noticias, como está escrito: “En Nisán fueron salvados, en Nisán serán salvados”.

Shabat Shalom.

Rab Shlomó Wahnón