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Autoestima en medio de la dificultad

Primera parte

Selección extraída del libro "Autoestima", por Rabbi Ezriel Tauber
© Editorial Jerusalem de México

El pequeño conglomerado alrededor del rabino finalmente se disgregó, y el lobby se vació; un hombre sentado en una silla del salón prendió un cigarrillo.  Un judío observante según las apariencias externas.  Estaba absorto contemplando las ondas de humo que el cigarrillo prendido hacía revolotear sobre su cabeza.  Dejando su cigarrillo para que se extinguiera en un cenicero, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el lobby vacío.

Sus ojos se posaron repentinamente sobre un sombrero negro tirado en el piso, obviamente dejado ahí por accidente.  Lo recogió, le quitó el polvo y estaba por dejarlo en una mesa cuando se sobresaltó por una voz.  Oh, debe ser mío.  Una pequeña pausa y luego, Sí, es mío, dijo el rabino extendiendo sus manos.  Había bajado al lobby específicamente para buscar su sombrero.

Aquí tiene, dijo el hombre regresando el sombrero.

Gracias.  Buenas noches.

Igualmente.

Cuando el rabino se había volteado para dirigirse a su cuarto, el hombre repentinamente alzó la voz y preguntó, ¿Dispone de un minuto?

Sí.  ¿Cómo te llamas?

Preferiría no decir.  Llámeme Reuvén.

Está bien, Reuvén.

Escuché la discusión que tuvo con esas personas después de la conferencia.  Usted sabe, con ese israelí.

Sí.

Lo manejó muy bien, rabino.

Gracias.

De hecho, no creo haber escuchado nunca a nadie explicar las cosas así.  Hubiera deseado que alguien como usted me hubiera enseñado cuando yo era más joven.  Al hacer Reuvén una pausa, se veía que era obvio que tenía mucho en su mente.  ¿Podemos sentarnos?, preguntó Reuvén.

Seguro.

Cuando se sentaron en unas sillas del lobby, Reuvén dijo: Rabino, pero se detuvo.  Obviamente con una lucha dentro de sí; empezó nuevamente y dijo, Rabino, necesito hablar con alguien. 

Adelante, estoy escuchando.

Yo

¿Sí?

Yo, yo no me siento cómodo hablando de mí.  Reuvén se detuvo.  Estoy en una situación que no comprendo.  Siempre he ayudado a la gente.  Pero desde que mi negocio se vino abajo, y me quedé con una enorme hipoteca, una familia grande y muchas deudas, he sido como veneno para aquellos que están cerca de mí.  Para hacer la historia corta, no sé si todavía tengo un matrimonio.  No soy capaz de tratar decentemente a mi esposa y mi familia.  Sé que está mal, pero no puedo hacer nada.  No quiero estar así.  Pero las cosas que me han pasado están más allá de mi capacidad de resistencia.  No entiendo por qué Hashem me ha hecho esto a mí.  Siempre ayudé a la gente.

¿A toda la gente?

Sí.

¿Incluyéndote a ti?

¿A mí?

Sí, tú también eres un judío.  ¿Te ayudas a ti mismo?

Reuvén hizo una pausa.  Yo creo que usted ya dio con el problema.  Yo me descuido.

Si tú te descuidas, no puedes comprender realmente las necesidades de otros.  Veahabta lereaja kamoja, Ama a tus semejantes como a ti mismo enseña que si tú no te amas a ti mismo, no puedes amar realmente a tus semejantes.  Si tú maltratas a tus amados, es porque te maltratas a ti mismo.  Eres amigo de todos excepto de ti mismo.

Reuvén metió la cabeza entre las manos y dijo: ¿Pero no es todo el propósito de la Torá ayudar a otros?

Finalmente.  Pero primero te tienes que ayudar a ti.  Conoces el famoso caso de dos personas que están perdidas en el desierto con agua suficiente para que sólo una de ellas sobreviva.  Rabí Akiva nos enseña que una persona tiene la obligación de primero salvarse a sí misma, jayeja kodmin, Tu vida, primero.  Tiene que tomar de su cantimplora, aun si eso significa que el otro va a morir de sed.  Éste es el mismo Rabí Akiva que dice que Ama a tu prójimo como a ti mismo es el gran principio de la Torá.  No hay contradicción.  La persona primero tiene obligación hacia sí misma, y sólo después puede dar ayuda apropiada a los demás.

El Rebe de Tzans dijo que cuando era joven, se había propuesto salvar el mundo entero.  No obstante, cuando se hizo un poco más grande, concluyó que el mundo estaba más allá de su capacidad para arreglar, así que redujo sus objetivos y se propuso arreglar su ciudad.  Años más tarde, se dio cuenta que eso también estaba más allá de sus medios, mientras tanto, su familia estaba carente, así que trató de arreglarla. Ya como anciano, dijo: ¿Por qué estoy tratando de arreglar a mi familia?  Debo arreglarme a mí mismo.  ¿Si una persona no puede arreglar el mundo que está dentro de él, qué esperanza tiene de arreglar el mundo que está fuera de él?

Sé mejor que nadie que estoy lejos de la perfección, dijo Reuvén, pero todavía tengo mucha Torá y mitzvot en mi poder.

Aun las personas con Torá, no están inmunes de descuidarse a sí mismas.  Es posible hacer de la Torá algo cosmético e ignorar totalmente tu personalidad.  Es por esto que la Torá enseña: dérej éretz precede a la Torá.  Dérej éretz, respeto por otros que emana del autorespeto, de la dignidad.  Primero debes respetarte a ti mismo para poder respetar a otros.  Dérej éretz, entonces, un sentido de valor propio, debe preceder a la Torá, de otra manera, hasta la Torá se puede volver una vestidura externa dependiente del valor propio y no una herramienta para desarrollar el verdadero yo.

¿Está usted diciendo entonces, que yo he sido castigado por haber descuidado mi persona?

No estoy diciendo nada acerca de castigos.  Todo lo que estoy diciendo es que hay una causa de tu problema.  Si arreglas eso, otras cosas caerán en su lugar.

No me malinterprete, agregó Reuvén.  Aprecio el hecho de que usted está hablando conmigo pero, ¿de qué me sirve entender mi problema si todavía tengo deudas enormes, un matrimonio desintegrado, no tengo ingresos y todos mis otros problemas?

Te regreso la pregunta, dijo el rabino.  ¿De qué te sirve acabar con tus deudas y superficialmente corregir todos tus problemas si no llegas a la raíz de tu problema?

Ganaría un poco de alivio.

Eso tiene un valor, dijo el rabino, pero tarde o temprano tienes que localizar la causa si quieres curar la enfermedad.  Los problemas son síntomas.  Un síntoma es un regalo si lo interpretas correctamente y lo usas para curar la enfermedad.  El rabino se detuvo por un momento y luego dijo, -Déjame preguntarte algo Reuvén, ¿para qué construye una persona una casa?

Para protegerse.

Sí, pero más aún, tiene una necesidad de sentirse arraigado, necesita un hogar.  La casa es solamente un medio para producir un hogar.  Si uno descuida la idea del hogar mientras se ocupa de construir una casa, daña su objetivo original.  Esto es porque la casa es sólo el medio para construir un hogar.  No obstante, ¿cuántas personas conocemos y cuántas historias hemos oído de personas que se esclavizan a sus carreras a fin de poder tener una hermosa casa, pero descuidan su matrimonio, sus hijos y a sí mismas?  Tienen mansiones vacías.  Y probablemente sientan el vacío pero están imposibilitadas para detener el impulso de largos años persiguiendo el medio mientras olvidaban el objetivo.

Ahora, ¿qué es lo mejor que Hashem puede hacer por tales personas, una persona que básicamente es buena, pero que ha olvidado la idea de construir un hogar en su búsqueda de construir una casa?  Primero, Él le dará signos de que ha perdido de vista el objetivo, y si él no lee los signos, Hashem en Su misericordia, le quitará la casa porque se volvió un obstáculo para su objetivo real.  Perdiendo la casa, él puede ganar un hogar.

Por otro lado, si Hashem sabe que una persona es tan materialista que no va a pensar siquiera dos veces en perder su casa, Él podría permitirle conservar la casa o el matrimonio superficial, o la relación débil con sus hijos.  Éste es un castigo peor.  Es algo permanente; algo con ramificaciones permanentes.  Sin embargo, cuando Hashem castiga a la gente que ama, no es de ninguna manera permanente.  Y por lo tanto, no es realmente un castigo.  Él quita a fin de que la persona gane al final.

Entonces, ¿usted está diciendo que en la persecución de los medios del objetivo yo olvidé el objetivo en sí?

Eso es lo que estoy sugiriendo.  El objetivo de la Torá puede ser ayudar a otros, pero al primero que debes ayudar es a ti mismo.  Hashem no quiere que estés satisfecho con un entendimiento superficial o incompleto de ti mismo, sino quiere que llegues realmente a la raíz de quién eres tú, limitando o eliminando ciertas cosas externas que te dan un sentimiento falso de valor propio.  Sufres porque eres merecedor del amor de Hashem.

Entiendo lo que me está diciendo replicó Reuvén.  Y me gustaría creer que soy digno del amor de Hashem.  Pero tal vez no soy merecedor de Su amor.  Quizá Él me está castigando realmente.

¿Tú eres un judío ¿correcto?

Sí.

Kol Israel yesh lahem jelek leolam habá, Todos los judíos tienen una porción en el mundo venidero.  El solo hecho de que seas un judío, quiere decir que Hashem muestra favor especial hacia ti.  Además de eso, tienes Torá y mitzvot en tu mérito.  Mientras sigas siendo una persona sincera que quiere mejorarse a sí misma y a otros, Hashem te puede estar dando golpecitos, pero no es un castigo.  Él sabe que finalmente obtendrás provecho de la dificultad.  Por lo tanto, no te dejes vencer.  Tu dificultad es suficiente sufrimiento.  No lo compliques negando tu valor interno.

¿Pero cómo puedo convencerme de que tengo algún valor si soy un fracasado para todos los que me rodean?

Mientras más notable es la persona, más se espera de ella.  Cuando Hashem piensa que una persona es fuerte y meritoria, Él generalmente le quita las cosas que más quiere.  Tú te volviste un fracaso, un fracaso para tus hijos, para tu familia, para tus amigos, para tu sociedad.  Te das cuenta ahora cuán solo estás.  Sin embargo, cuando todos tus recursos externos que te dan valor se colapsan, descubres algo: que de cualquier modo, todo siempre dependía de ti.  El status y las posesiones no eran intrínsecas.  Una mañana te miras en el espejo y dices, ¿soy un fracaso para mí?  Hashem puso Su tzelem Elokim, Su Imagen Divina en mí.  Él me creó.  ¿Acaso puedo ser un fracaso?  En este punto te descubres a ti mismo.  A partir de ahí, puedes reconstruir tu propia imagen.

Pero ¿tiene que ser a través de la pérdida de todo lo demás?

A veces.  La Mishná enseña: ¿Quién es rico?  Aquél que está contento con su parte.  Si él está contento con su parte en tanto que está viviendo en la pobreza, entonces si se volviera rico no se echaría a perder por el dinero.  Sin embargo, uno que no puede encontrar satisfacción con las cosas simples cuando sea rico, será destruido por el dinero.  Por supuesto, somos parte de este mundo material, y está aquí para que nosotros lo aprovechemos.  Sin embargo, no vale nada si aprovechándolo perdemos nuestro yo.  Solamente aprovechando primero nuestro yo, el aprovechar los elementos del mundo tiene permanencia y significado.  Si descubres tu valor interno mientras estás privado de ciertas cosas esenciales, entonces después, cuando la normalidad vuelva a tu vida, la tomas con el conocimiento de que nunca más vas a cambiar los valores reales por valores externos.

Debes tener el favor de Hashem, añadió el rabino, de otra manera Él te dejaría tener las cosas fácilmente.  Debes ser capaz de sobreponerte a tu desesperación.  Hashem solamente desafía a una persona que Él sabe puede perseverar y sobreponerse.  Debes creer en ti mismo tanto como Él cree en ti.

Reuvén dejó salir un profundo suspiro y dijo: Lo que usted está diciendo está bien, rabino.  Pero conmigo es una desgracia tras otra.  ¿Cómo me puedo sentir bien de mí mismo si todo alrededor de mi vida se está deshaciendo?

Dijiste que me escuchaste hablar antes acerca de la autoestima dijo el rabino.  ¿Tú crees que lo que dije se aplica solamente cuando las cosas van bien?  Muy por el contrario, se aplica igualmente, si no es que más, cuando las cosas no van bien.

Yo creo que entiendo eso, dijo Reuvén, pero no obstante, no sé cómo creerlo.  Usualmente yo soy el que dice a las personas que tengan fe, sin embargo, ya que he estado sufriendo enormemente no puedo convencerme a mí mismo de eso.

Tampoco te afecta si no puedes entenderlo o porque no puedes entenderlo con suficiente profundidad todavía.  De cualquier modo, déjame tratar de ayudarte.  Vamos a asegurarnos que entendemos qué quiere decir ser creado betzelem Elokim, a la imagen de Di-s.