De Nuestras Fuentes
Y Abrirás tu Mano
R. Yosef Benchimol

Apéndice

Citas del Tanaj y de los Sabios Relacionadas con la Tzedaká

 

Ocho niveles de Tzedaká

El Rambam (Rabí Moshé Ben Maimón - Maimónides) enumera ocho niveles de caridad comenzando por el más elevado y concluyendo por el menos elevado:

  1. El nivel más alto es dar a alguien un regalo, prestarle dinero, tomarlo como socio o encontrarle un trabajo antes de que necesite pedir caridad.
  1. Dar caridad a quien no conocemos, y que el otro no sepa de dónde viene la caridad.
  1. Dar caridad a quien conocemos pero sin que el otro sepa de dónde viene la caridad.
  1. Cuando el que recibe caridad sabe quien le da, pero el que da no conoce la identidad del que recibe.
  1. Dar caridad antes de que se lo pidan.
  1. Dar toda la caridad necesaria después de que se lo pidan.
  1. Dar menos caridad de lo que se debe dar, pero con buena cara.
  1. Dar caridad quejándose.

Los Bienes Terrenales

En este mundo los bienes están repartidos de una manera muy poco equitativa.  Algunos, desde que nacen ya encuentran en sus cunas las cosas más bonitas que existen.  Desde su más tierna infancia están rodeados de cariño y atenciones, y encuentran de inmediato todo lo que se les apetece.

Otros nacen en la miseria, entre hambre e incomodidades, y sus vidas están llenas de privaciones.

Los contrastes resaltan aún más cuando el que nace rico se empobrece y el que nace pobre se enriquece.  Y todos estos hechos hacen que el hombre tenga dudas de la Justicia Divina y se haga muchas preguntas.

Por eso el sabio Hilel nos enseña en Pirké Avot que en este mundo los bienes materiales verdaderamente no cuentan, que los placeres, las alegrías, el poder, los honores, no tienen valor por sí mismos.

Quien disfruta excesivamente de estas posesiones y ambiciones, se expone a vivir asediado por las preocupaciones.

En cambio, existe otra clase de bienes, que son muy valiosos e importantes, y que sí están al alcance de todos, incluyendo a los más pobres.

La Torá es el bien más asequible y valioso que Di-s nos dio.  Cada uno puede tomarla y llenarse de ella, transformándose su vida en un manantial auténtico de riqueza.

Por ello he querido traer aquí este paralelismo entre los bienes puramente materiales y la otra clase de bienes que nuestro pueblo posee, como ser nuestras Sagradas Escrituras, que por cuanto su valor es espiritual, por un lado están al alcance de todos, y por otro, nos acercan a un estado de perfección que nos eleva a esferas y dimensiones que no se pueden experimentar mediante algún bien material.

Los bienes materiales son pasajeros e ilusorios mientras que los bienes espirituales son eternos y verdaderos.  No lo olvidemos.


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