De Nuestras Fuentes
Y Abrirás tu Mano
R. Yosef Benchimol
Quien Da, en realidad Recibe
Quien comparta su riqueza con el necesitado, habrá de obtener más riqueza.
Así escribe Rabí Yaakov Baal HaTurim en su libro "Arbaá
Turim" capítulo 247:
Que la persona no
piense que es absurdo derrochar su dinero repartiéndolo entre los pobres, pues
la persona debe saber que el dinero que él tiene no es de él en realidad, sino
que es un depósito que él tiene en su poder para hacer con él la voluntad de
Quien lo ha depositado en sus manos (Di-s) - y Su voluntad es que lo reparta a
los pobres. Y esa será la parte
buena que la persona obtendrá de ese dinero.
Además, es algo
sabido y comprobado ampliamente que por la tzedaká que la persona da, no
disminuirá la cantidad de dinero que ella posee, sino que por el contrario,
ella (la tzedaká) le incrementará riqueza y honor.
Así como una persona que está a cargo de repartir cierta suma de dinero y lleva a cabo correctamente sus obligaciones, será encargada de mayores sumas de dinero en el futuro, de la misma manera Di-s se relaciona con el ser humano.
Si una persona separa tzedaká de sus ingresos, es decir, distribuye parte de sus ingresos entre los pobres y da para otras causas valiosas, él demuestra con esto ser un tesorero de Su confianza, y Di-s habrá de confiarle fortunas más grandes.
Para explicar mejor este concepto, tal
vez sea útil recordar aquí un maravilloso pensamiento jasídico:
D-os ha destinado
a cada hombre una parte equivalente de los bienes del mundo. Sin embargo, si vemos que cierta
persona posee más de esta cantidad, es porque Di-s le ha dado para administrar
también la fortuna de otros (a quienes nosotros llamamos pobres y que no han
recibido sus bienes de inmediato, tal vez en razón de su incapacidad para
administrarlos de manera conveniente.
Por consiguiente, el pobre que se acerca al rico puede, con justa razón,
pretender recibir una parte de aquello que realmente le pertenece.
Separando el Diezmo con Alegría
Efectivamente, son muchas las personas que han empezado a separar el diezmo de sus entradas y luego han visto que sus ingresos aumentaron.
Pero hay un punto más interesante en el hecho de separar los diezmos, y es que al separar sus diezmos, la persona experimenta una placentera sensación de tranquilidad, pues él ya sabe de
antemano que esa cantidad de dinero la deberá dar para caridad, y luego, cuando tiene la oportunidad de dar caridad, lo hace con mucha más alegría. Él disfruta mucho más de la mitzvá por
cuanto que no siente que le están sacando su dinero, sino que él está dando
algo que ya había considerado dar.
Y dicho sea de paso, esa alegría que él siente al dar tzedaká es una
parte esencial de la mitzvá, como enseñaron Nuestros Sabios:
Dijo Rabí
Itzjak: “Todo el que da una moneda a un necesitado recibe 6 bendiciones, y
quien lo reconforta es bendecido con 11”.
Rabí
Itzjak nos enseña que quien en ese momento no tiene una moneda para darle al
pobre, pero, de todas maneras, lo reconforta diciéndole que, si Di-s quiere,
próximamente él ya no necesitará pedir más tzedaká; esa persona recibe cinco
bendiciones más que si le hubiera dado una moneda.
Entonces
hagamos cuentas: ¿Cuántas bendiciones recibe quien, además de darle tzedaká al
pobre, también lo consuela?
Efectivamente: 17 bendiciones (6+11), acorde con la guematria
(valor numérico) de la palabra "tov" - que significa
"bueno" (tet = 9, vav = 6, bet = 2.
Sin
embargo, además de servirnos para aprender a dar tzedaká con alegría, esta
enseñanza nos debe servir también para entender el gran pecado de quien no
siente placer y alegría cuando da tzedaká, y lo hace con mala cara, demostrándole así su descontento al pobre, y perdiendo el mérito de la mitzvá.
En el Talmud -Babá Batrá 7a-, trata de Binyamin Hatzadik que era tesorero de la Kupá
de Tzedaká en una época que había mucha sequía. Vino una mujer que tenia 7 hijos pidiendo sustento y el tzadik
encargado de la Kupá de la Tzedaká le llegó a jurar que no quedaba nada para tzedaká.
La
mujer resignada le dijo si no das algo a esta mujer, esta y sus 7 hijos morirán.
El Sr.
Binyamín sacó de su bolsillo algún dinero y se lo dio a esta mujer.
Pasado un tiempo este hombre se enferma
mucho hasta el punto que llega a agonizar y está en los últimos momentos de su
vida, y justo antes de morir los Ángeles guardianes apelaron ante Di-s,
diciéndole a Hashem: Tu que dijiste que todo el que revive a una persona de Israel es
equivalente a establecer un mundo entero (Sanedrín 37 A) y este tzadik que
revivió a esa mujer y sus siete hijos va a morir tan joven?
Enseguida de los cielos se anuló el decreto de muerte y se le agregaron 22 años de vida.
El Gaón de Vilna pregunta: ¿por qué se
le agregaron 22 años?, y hace alusión a la Guemará de Sotá donde dice que una
mujer sotá cuando quedaba demostrado bebiendo el agua ante el Cohén
moría inmediatamente, mientras que una mujer sotá hija de un tzadik
(justo) moría a los 3 meses (zejut – mérito), para que su padre no
quedara en vergüenza al morir inmediatamente y a los 3 meses parece que murió
de otra cosa.
En Babá Batrá 9b dice, cuando una
persona da tzedaká recibe 6 bendiciones y cuando consuela al pobre recibe 11
bendiciones.
Cuando este encargado de la tzedaká
(Binyamín) le dio a la mujer tzedaká, eso le sirvió para anular el decreto de
muerte y se le agregaron 22 años de vida.
Cuando la consoló veamos las cuentas según el Gaón de Vilna:
Consolar a una pobre (Babá Batrá 9B) =
11
Mujer y sus hijos = 8 hijos x 11= 88
Zejut = 3 meses X 88
= 264 meses (22 años).
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