Torá desde Jerusalem “Y respetaréis mi Santuario”
(Vayikrá
16:2) “Y dijo Hashem a Moshé: Habla a tu hermano Aarón: Y no vendrá en todo
momento al Templo…”. Aunque el
Todopoderoso pidió construir un Templo para habitar entre nosotros, nos exige
la Torá un comportamiento intransigente dentro de él. Solamente después de una preparación de purificación, usar
ciertas vestimentas… etc. La kedushá del Bet Hakneset o Bet
Hamidrash es muy exigente, y estamos advertidos de respetarlos por parte de
quien está presente en ellos, como está escrito: “Y respetaréis mi Santuario
(Umikdashí Tirau)”. El nivel de respeto, llega hasta
el nivel de prohibir utilizarlos para beneficio personal, como usarlo de
pasillo o para resguardarse de las lluvias o del calor o mismo para llamar a
alguien que se encuentra dentro.
Solo deberán realizarse eventos que sean Mitzvot, como ser un Brit Milá
o una Jupá (Boda), pero reuniones de carácter social que no tienen procedencia
de alguna Mitzvá, no podrán desarrollarse dentro del Bet Hakneset. Tras las imposiciones hacia el
lugar, también nos recuerda la Torá la obligación del Sumo Sacerdote “Cohén
Gadol” para con sus hermanos los cohanim y el pueblo en general. Nos relata la Torá la obligación del Cohén
Gadol de ofrecer el korbán, para pedir por el perdón de las equivocaciones
realizadas por los mismos, en las obligaciones que se tienen con el Templo. Así, como cuando una persona
mataba no intencionalmente, en la que el causante debía ir al destierro a la
ciudad de refugio, hasta la muerte del Sumo Sacerdote. La Mishná nos comenta, que las madres
de los Sumos Sacerdotes acostumbraban enviar regalos a los desterrados para que
no pidieran por la muerte de sus hijos.
¿Cómo podemos entender que el Todopoderoso acepte el rezo de un presidiario que pide la muerte de
alguien inocente, a menos que veamos al Sumo Sacerdote como responsable
indirecto, ya que como dirigente del pueblo tenía que haber advertido para
evitar los accidentes involuntarios. “Mis juicios haréis y mis leyes
respetareis... y viviréis en ellas, Yo soy el Todopoderoso”. Así comienza el capítulo de la Torá que
nos advierte sobre las relaciones matrimoniales prohibidas, por nuestro bien y
para que vivamos; nos prohibió la Torá a los familiares cercanos, relaciones
intimas con animales o con seres humanos del mismo sexo. “No abominareis la Tierra, pues exigirá
la Tierra el pecado y vomitará a sus habitantes, pues estas abominaciones
hicieron los habitantes anteriores a vosotros e impurificaron la Tierra”. La historia se repite. Debemos cuidarnos de los nuevos aires
del materialismo sin límites, en que los derechos se confunden con
aberraciones. Todas las grandes
sociedades cayeron en el libertinaje y ellas las hundieron. La Torá persiste en su intransigencia
sobre las abominaciones. Muchas
costumbres cambiaron y las Halajot se adaptaron, otras desaparecieron pero los
principios de la Torá se mantuvieron como pilares inamovibles que nos salvó de
la desaparición como pueblo. Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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Parashá Ajaré Mot - Después de morir
Libro Vayikrá / Levítico (16:1 a 18:30)