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Torá desde Jerusalem



Parashá Balak - Balac

Libro Bamidbar / Números (22:2 a 25:9)



Comentario sobre la Parashá


“He aquí que hay un pueblo...” (Bamidbar 23:9)

Nos dice el Pérek: Quien está poseído de las siguientes condiciones es descendiente de Bilam: “Ain Raah, Ruaj Gevohaj, Nefesh Rehava”, “Envidia, soberbia y avaricia”.  Tres condiciones acompañan a Bilam y a sus alumnos, a pesar de haber llegado a alcanzar los niveles más altos de conocimiento y profecía, hasta el punto en que el Talmud considera a Bilam por encima de Moishé, considerando a Bilam conocedor de temas que Moshé no llegó a alcanzar.

¿Cómo podemos llegar a entender que una persona del nivel de Bilam no entienda el mensaje de Hashem, que hasta el asno que lo cargaba lo entendió?  La Torá no vino a contarnos un chisme sobre Bilam y sus placeres, sino que nos quiso enseñar la fuerza de las “midot” condiciones humanas en las que ni el conocimiento ni la inteligencia son suficientes para enfrentarlas.

Dijeron nuestros Sabios: “Barati Lejá Yetzer Hará, Barati Lejá Torá Tablin”, “Te creé con instintos pero te di la Torá como remedio”.  La Torá no es una enciclopedia de datos, aunque no existe ni existirá algo parecido a la Torá en su contenido de conocimientos, sino que la Torá es el “remedio” en nuestra vida.  Te di la vida y la muerte, el bien y el mal, elegirás la vida, así nos obliga la Torá en la elección entre el bien y el mal, comparando la vida con el bien y la muerte con el mal y obligándonos a elegir el camino de la vida.  El libre albedrío es una condición en nuestra vida, todos tenemos un punto de elección, aunque no estamos todos en el mismo punto, pues el punto de elección de Bilam no era el mismo que el de Moshé y asimismo el nuestro no es como el de ellos, cada cual se encuentra en un punto diferente pero todos tenemos la obligación de elegir el camino del bien, el camino de la vida, aunque nos encontremos en puntos de referencia diferentes.

Dos buscaron la maldición de Israel, Balak y Bilam, sin embargo fueron muy diferentes sus fines.  Con respecto a Balak está escrito que sus descendientes se sentaron en el Liskat Hagazit, y sin embargo Bilam tuvo un trágico fin sin descendencia . La razón para tan diferente fin se remonta a los motivos del comportamiento de los dos.  Balak temía del pueblo de Israel y reconocía que solamente Hashem podía evitar la conquista de Israel, mientras que Bilam, aun conciente del deseo de Hashem de no maldecir al pueblo de Israel, buscaba a ver la oportunidad de un “momento” óptimo para realizar su petición en contra de lo que el sabía sobre el deseo Divino.

Una gran enseñanza esta la de la parashá, cuando nos indica la crítica en contra de Bilam en su búsqueda por el “truco”.  Cuántas veces dentro de nuestro deseo de ser “correctos”,dentro de los parámetros de la Torá pero sumergidos en el mar de nuestros deseos, buscamos el permiso o el truco que nos lo permita.  ¿Acaso no es esa la critica a Bilam?  “Tamim Tihye Im Hashem Elokeja”, “Sencillo, sin picardía serás para con Hashem Elokeja”, así nos recuerda la frase la obligación de acatar el decreto, el deseo Divino sin querer “corregirlo” según nuestras necesidades o deseos.

“Tefilá, Teshuvá y Tzedaká Maavirim et Ruaj Haguezerá”, decimos en el rezo de Yom Kipur: “El Rezo, el Arrepentimiento y la Tzedaká corrigen los dictámenes Divinos, y si nos preguntamos cómo el humano puede corregir el dictamen de Hashem, cuando el mismo Bilam le afirmó a Balak que Hashem no es un humano que se arrepienta, el rezo, el arrepentimiento y la tzedaká son las afirmaciones por excelencia del acato a la orden Divina.  Con el rezo confirmamos nuestra total dependencia en Hashem, el arrepentimiento demuestra la existencia de la justicia Divina y la tzedaká demuestra la obligación de la persona con su compañero basada en su obligación y no como efecto del sentimiento.

Shabat Shalom.

Rab Shlomó Wahnón