Torá desde Jerusalem
Parashá Bejucotai - En Mis leyes
Libro Vayikrá / Levítico (26:3 a 27:34)

“Si en Mis leyes anduviereis...” (Vayikrá 26:3)

“Y daré Paz en la Tierra…”.  Pareciera que la Torá estuviese hablándonos, sintiendo nuestra preocupación; años de reuniones, convenciones, increíbles esfuerzos invertidos tras esa palabra mágica: “paz”, y cada vez nos sentimos más lejos de alcanzarla.  Sin embargo, la Torá en pocas palabras nos da el secreto: “Si os dirigiréis según mis leyes y respetaréis mis preceptos y los cumpliréis…”, qué sencilla es la solución de la Torá a nuestro sueño, solamente la persona debe que comprender, que no existe y no existirá otra “solución” que el camino de la Torá.

En un mundo que intenta dirigirse únicamente por la lógica humana, cuesta aceptar que esa es la única solución, más aun cuando la misma Torá nos exige a comportarnos según la necesidad y no esperar que los milagros cumplan nuestras necesidades.  En esa aparente controversia entre la obligación de la realidad y la creencia en el control total de la divinidad, se encuentra generalmente el dilema del creyente.

Así como nadie duda sobre las leyes de gravedad y de la atracción de los cuerpos, que son nuestra obligación conocerlas, aún si lo hacemos solamente para poder expresar nuestro asombro por las maravillas de la naturaleza, como dijo el rey David en los Salmos: “¡Qué grande son Tus hechos!”, o como nos señala Maimónides: “Todo a quien le falta un dedo de (conocimientos) de ciencias le falta una mano de Torá”.  La Torá y las Ciencias Naturales no solamente que no se contradicen, sino que por principio no pueden contradecirse, pues la Torá define la verdad de la naturaleza y la ciencia la estudia.  Conceptos científicos que estaban muy lejos del alcance del conocimiento humano por la falta de la tecnología, fueron afirmados por nuestros Sabios hace miles de años y corroborados por los científicos, sólo en nuestros días.  La lista de los ejemplos sería imposible de concluir en estas líneas, sólo a manera de curiosidad recordaríamos el conocimiento exacto, con seis cifras después de la coma del ciclo lunar, condición intrínseca para el cálculo del calendario de Hilel Hazaquén, o la condición que todo pez que tiene escamas tiene aletas, o que no existió ni existirá un animal rumiante sin pesuñas o con pesuñas pero no rumiante, que no sean los cuatros indicados en la Torá etc…

Existen también leyes que dirigen las realidades no físicas.  Estas desgraciadamente nos cuestan aceptarlas, por la falta de conocimiento que generalmente tenemos, que nos hace tener una falsa sensación de, “lo que no veo no existe”.  Nunca mejor dicho que en nuestros días, el refrán de nuestros Sabios: “el sabio es el que sabe que no sabe”.  Cuanto más profundiza la Ciencia en su conocer, más dudas y preguntas salen a relucir; luego de un siglo de grandes descubrimientos y avances alguien podría responder a la sencilla pregunta: ¿Qué es en verdad la materia?.  Hace años creyeron que la molécula era la partícula más pequeña que la formaba, después descubrieron el error y creyeron en el átomo, después en las partículas electrón, protón y neutrón y después aparecieron decenas de partículas y después…  Algo tan sencillo como un grano de arena no sabemos cómo definir su verdad y ¿creemos saber la verdad de la Creación?

“No estamos obligados a completar nuestra misión, pero no somos libres para abandonarla”, así definieron nuestros Sabios la realidad del hombre en la tierra, seguir indagando e indagando.

“Si os dirigiréis según mis leyes y respetaréis mis preceptos y los cumpliréis…”.  Y daré Paz en la Tierra…” y no solo la paz física sino lo que no es menos importante, la paz espiritual.

“Seis días haréis vuestros menesteres… y el séptimo día para el Todopoderoso”.  La persona ha de sentir en el séptimo día como si todo lo que debía de hacer ya fue realizado, pero no hay lugar en el Sábado para preocuparse ni intentar cambiar, ya que el Sábado fue denominado “Shabat Shalom” (Sábado de Paz), y la paz se encuentra solamente en la perfección o en el reconocimiento del mismo y por eso Hashem es denominado “Shalom” así como el Shabat es denominado “Shabat Shalom” pues el Sábado es el reconocimiento del Todopoderoso.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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