Torá desde Jerusalem
Parashá Bereshit - En el principio
Libro Bereshit / Génesis (1:1 a 6:8)
Reflexiones
sobre la Parashá
“En el comienzo de la Creación de Di-s del cielo y de la tierra”
(Génesis 1:1)
La Torá no
es un libro de historia. Es el manual de instrucciones del mundo, que fue
escrito por el Hacedor del mundo.
Entonces, ¿por qué la Torá no
comienza con la primera de las instrucciones del Hacedor? (La santificación de la Luna Nueva, en el Libro de
Shemot). No: la Torá se pasa todo el Libro de Bereshit
identificando al Creador, y la conexión que tiene con El el pueblo judío.
Rashi, en su comentario de estas palabras iniciales de la
Torá, se hace la misma pregunta. Y responde que si las naciones del mundo
llegaran a afirmar: “¡Ladrones! ¡Ustedes les robaron la tierra a las siete
naciones de Canaán!”, entonces el pueblo judío podrá
sostener en alto el Libro de Bereshit y responder: “Todo
el mundo Le pertenece a Hashem. El lo creó y El se lo dio a quien mejor Le parecía. El fue El Que decidió darles Eretz Israel a esos pueblos
y El fue El Que decidió quitársela a ellos para dárnosla a nosotros”. Por supuesto que todo de
maravillas si aceptan que la Torá es
la palabra de Di-s. Pero las naciones del mundo no dan la impresión de estar precisamente desesperadas
por aceptar la Torá...
La respuesta es que no podemos esperar que las naciones
del mundo acepten que la Torá es
auténtica, porque no estuvieron
presentes en el Sinaí,
ni tampoco cuentan con el beneficio de una cadena ininterrumpida de transmisión de la Torá.
Pero nosotros sí
debemos saber que nuestro derecho a Eretz Israel proviene del Dueño del Mundo, y que nuestro “título de propiedad” es Su Torá.
Oído de boca de Rabí Najman Bulman
"En el
comienzo..." (Génesis 1:1)
Comienzos. Y finales.
El comienzo posee una característica que el final no posee, y el final
tiene algo que le falta al comienzo.
El comienzo es fuerte en calidad, mas débil en cantidad.
El comienzo de algo es su fuente, su razón, su punto central. Es la central de fuerza de su poder, la
fuente de su fuerza vital.
Por el otro lado, el final es fuerte
en cantidad, en tamaño, en alcance, mas es débil en calidad: el final de algo
representa su máximo alcance, su máxima efusión en el mundo físico: su máxima
presencia, su encarnación más desarrollada.
Sin embargo, su alcance más grande es
también la expresión más débil de su esencia: las hojas del árbol tal vez
definan su alcance último, pero al mismo tiempo son el punto más débil de su
fuerza vital. Por el contrario, las
raíces, si bien están ocultas, son las que contienen su esencia misma.
La grandeza de un imperio se mide
según su puesto de avanzada más lejano, pero allí se encuentra en su nivel más
bajo, pues sus líneas de provisión y de comunicación se han estirado a su punto
máximo.
Todo esto se aplica al mundo físico, mas en el plano espiritual, la cualidad y la cantidad son
idénticas: en el comienzo y en el final.
Ese es el sello del Shabat. El Shabat es el fin de la Creación, pero al
mismo tiempo es su primer propósito y objetivo. "Ultimo en acción; en
pensamiento, primero".
El Shabat llega recién después de seis
días laborales. Y aunque nos perdamos en
el desierto y nos olvidemos qué día es, primero contaremos seis días, y recién
entonces cumplimos con el día de Shabat.
No al revés.
Pero el Shabat no es solamente el
final. Porque cada Shabat, a lo largo de todas las generaciones, se sigue
llamando "Shabat Bereshit": el primer
Shabat, ya que cada Shabat contiene el poder primigenio de lo primero, de la
raíz. La fuente de la bendición y la
raíz de la santidad.
(Adaptado de Rab Shlomo Iosef Zevin
en Le Torá u Le Moadim)
“Hagamos al hombre a Nuestra imagen y a Nuestra
semejanza” (Génesis 1:26)
¿Cómo puede el hombre ser “a
Nuestra semejanza”? ¿Qué comparación puede existir entre Di-s y el hombre?
Di-s es el “Artista” y el hombre es la “pintura”. ¿Cómo la pintura va a parecerse al artista?
Todos los animales de la Creación perciben
al mundo a través de sus sentidos. Ellos
son capaces de conocer aquello que ven, oyen, tocan o saborean. Su mundo está limitado a la percepción inmediata. Pero el hombre es diferente. En hebreo,
Hombre se dice Adam, que proviene de “dimaión”, imaginación.
La esencia misma del hombre, que está en su nombre, la
cualidad que lo define, es su imaginación. El hombre
puede volar por encima de la mera percepción física, transportándose a los confines del espacio y del tiempo: en su mente. Unicamente el Hombre puede tomar lo que percibe y comparar,
analizar y deducir.
Esa es la comparación existente
entre el hombre y su Creador. Hashem dijo: “Hagamos al Hombre..”
para que el Hombre tenga el poder de imaginación necesario
para extenderse, a través del pensamiento, a
lugares en los que previamente no había nada.
Meshej Jojmá
“... Di-s vio todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” (Génesis 1:31)
Con cada nueva creación, la Torá dice: “y Di-s vio que
era bueno”. Con una sola excepción.
La creación del
Hombre. Tras la creación del Hombre, no dice:
“Di-s vio que era bueno”. ¿Por qué?
La idea de que Hashem ve algo implica
que la naturaleza de ese ente es fija e inmutable, por siempre. Pero el Hombre
no es algo fijo. El tiene el libre albedrío necesario
para poder elegir el bien o el mal. Por eso, en lo referente al Hombre, la Torá no dice: “Y Di-s vio
que era bueno”.
Pero después de la creación del hombre, Hashem miró por segunda vez la Creación y consideró que era muy buena. Porque
con la creación del Hombre comenzó a existir un ser que
tenía la
capacidad de elegir cumplir con la voluntad de Hashem, en vez de
cumplirla en forma involuntaria, como las flores, o los animales, o las
estrellas...
Por eso, cuando el Hombre cumple con la
Voluntad de su Creador, está elevando toda la Creación de buena a muy buena.
Rabí Moshe Feinstein
“Hagamos al Hombre...” (Génesis 1:26)
Una de las razones por las cuales la Torá habla en plural es para
enseñarnos que todos los seres humanos tienen la obligación de ser socios en la obra continua de la creación: haciéndose dignos de ser el objetivo el propósito de la Creación.
Es por eso que la Creación concluye
en forma específica con el
Hombre: para indicarle que él es el “fin” de la creación: su propósito.
Por lo tanto, el Hombre no debe perfeccionar únicamente
sus acciones, sino también su cuerpo. La mitzvá de Brit Milá (circuncisión) señala que el
Hombre, al hacerse socio en su propia autoperfección física y
espiritual, tiene parte en la perfección del
universo.
Midrash Tanjuma
“Tras un lapso, Caín trajo una ofrenda para Hashem del fruto de la tierra; y
en cuanto a Hevel, él también trajo de los primerizos de su rebaño” (Génesis
4:3)
¿Por qué la Torá prohíbe el uso
del Shatnez, la mezcla de lana y lino? El
fruto de la tierra” que trajo Caín era lino. El
lino se fabrica con la semilla de lino.
La ofrenda de Hevel era de lana de oveja. Al
ver que Hashem rechazaba su ofrenda, al tiempo que aceptaba la de su hermano Hevel, Caín sintió celos y mató a su hermano. Por lo tanto, es como
si la combinación del lino y la lana Le
“hiciera acordar” a Hashem, por decirlo de alguna manera, que el primer
asesinato de la historia ocurrió como producto de dichas ofrendas.
Nosotros, en tanto que el pueblo de Hashem,
no debemos recordar la violencia y el asesinato entre los hombres, ni siquiera
con la ropa que llevamos puesta.
Shabat Shalom.
|