Torá desde Jerusalem
Parashá Bereshit - En el principio
Libro Bereshit / Génesis (1:1 a 6:8)

Comentario sobre la Parashá

“En el principio creó el Eterno los cielos y la tierra”. (Génesis 1:1)

En el principio creó el Eterno… Así comienzan las primeras palabras de la Torá, donde encontramos la profundidad de Sus palabras, a lo que pregunta Rashi, ¿no debió comenzar la Torá por el primer precepto del kidush jadosh ( Nombramiento de los meses)?.  Sin embargo, comenzó con la Creación del mundo para contarnos la grandeza de Sus hechos.  Parecería que el relato de la creación es algo secundario, sin embargo el Talmud nos relata que en el estudio de la Kabalá (mística) existen dos niveles: “Maasé Bereshit” y “Maasé Mercabá” el hecho de la Creación y la composición de las Carrozas Divinas, cuando el primer tema no debe ser enseñado, sino solamente indicado a quien por su nivel espiritual y de conocimientos es capaz de captar y desarrollar los conceptos que se le quiso transmitir.

Continúa el propio Rashi aclarando que todo el relato de la Creación en la Torá exige que se le estudie con profundidad, ya que el texto tal como está escrito no puede ser aceptado por ser incoherente consigo mismo.

Tinteros se han derramado para demostrar la contradicción entre la Torá y los conocimientos científicos, en especial con respecto a la Creación y su antigüedad.  Discusión que demuestra a veces la falta de conocimientos no solamente de Torá, sino también de las ciencias.  Lógicamente el derecho a opinar debe basarse en el conocimiento de lo tratado y tomar con seriedad la opinión de los expertos.  Solamente con respecto a la Torá nos permitimos opinar y a veces sin remota idea de la profunda y amplia investigación realizada a lo largo de las generaciones por una gama de eruditos y filósofos casi inacabable.

Las seudo demostraciones científicas enseñadas a los niños en las escuelas y aceptadas por el público en general como axiomas, adolecen de base científica y resultan complicadas de entender con qué intención fueron inculcadas de manera tan agresiva, que no dejan lugar a dudas sobre la veracidad de las mismas.  Así ocurre, por ejemplo, con el caso típico de las comprobaciones del carbono 14, que muchos de los que lo mencionan no saben ni siquiera qué significa.  ¿Sabrán quienes tanto hablan del tema, que la descomposición de una materia radioactiva depende de la presión y de la temperatura?  Acaso, ¿alguien puede afirmar que no cambiaron en algún momento de la historia, acaso no se habla de la posibilidad de la caída de un meteorito gigantesco o sabrían la presión del agua producida por el diluvio que soportó el monte más alto del mundo como lo es el Everest, más de ocho mil metros de altura fueron cubiertos por el agua del diluvio, es posible que se pueda imaginar la presión producida por el peso del agua?

¡Muchas preguntas les quedan a los seudos científicos que quisieron hacer de sus teorías, demostraciones con la única intención de no aceptar que aún nos quedan más preguntas que respuestas!.

La Torá habla de 5766 años desde el nacimiento de Adam, diez generaciones antes del diluvio y veinte antes de Abraham padre del monoteísmo y razón de la historia actual.

Muchos “ismos” han nacido desde entonces, ideas han inundado la humanidad, pero solamente un pueblo, el Pueblo de Israel, ha sido fiel a sus principios y creencias, ha preferido la hoguera a la renuncia, la expulsión antes que la conversión, la pertenencia al pueblo antes que la comodidad y asimilación.

¡No por que seáis muchos, os eligió el Creador!.  Así nos afirmó la Torá la esencia de nuestro pueblo, un pueblo duro de doblegar.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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