Mesilot HaTora Logo Mesilot HaTora Banner


Torá desde Jerusalem



Parashá Bo - Ve

Libro Shemot / Éxodo (10:1 a 13:16)



Comentario sobre la Parashá


“Ve al Faraón, pues Yo endurecí...” (Shemot 10:1)

La parashá de esta semana, “Bo”, comienza con la explicación del por qué fueron enviadas diez plagas: “Y le dijo el Eterno a Moshé: Ve al Faraón, pues Yo he endurecido su corazón y el de sus siervos, para mostrarles Mis maravillas, y para que relates a los oídos de tu hijo...” a lo que nos debemos preguntar: ¿todos estos acontecimientos ocurridos en Egipto fueron necesarios solamente para encontrar una razón para comentar a nuestros hijos?

Las diez plagas no fueron solamente un cruel castigo a la maldad egipcia, por haber hecho trabajar forzadamente a nuestros antepasados, “befárej” (diversos comentaristas explicaron esta expresión con diferentes significados, pero todos coincidieron en la incorrecta y mala intención de los egipcios), ni por la testarudez y dureza del Faraón, sino que tras el frío relato de los acontecimientos se esconde una larga lista de mensajes y principios en la discusión entre El Creador, Moshé y el Faraón.

En una generación como la nuestra, donde los dirigentes no son elegidos por sus aptitudes, sino que fuerzan sus designaciones; todos conocemos el gran esfuerzo y la inversión de un candidato en U.S.A. para llegar a la presidencia, distinto de Moshé que fue elegido para dirigir al Pueblo de Israel y se excusó con quejas ridículas: “¿Quién soy para ir a hablar con el Faraón?”, no tengo facilidad para hablar, ¿por qué me creerá el pueblo?, y si me preguntan quién me manda ¿qué les responderé?, mi hermano Aarón...  ¡Qué diferencia!

En el primer encuentro con el Faraón, Moshé y Aarón le dicen: “Así dijo el Eterno, Di-s de Israel: Envía a mi pueblo y me festejarán en el desierto”.  A lo que respondió el Faraón: “¿Quién es el Eterno para que escuche su petición a enviar a Israel?, ¡No conozco al Eterno y tampoco enviaré a Israel!  Si el Faraón hubiera conocido a Hashem, sin duda hubiera enviado al pueblo.  ¿Podemos imaginar liberar a seiscientos mil esclavos?

La economía egipcia hubiera caído en quiebra, el Faraón estaría dispuesto a liberarlos, pero ¿qué podía hacer si no conocía a Hashem?  ¿Cuántos de nosotros que conocemos o creemos conocer a Hashem, estaríamos dispuestos a entregar toda nuestra riqueza por la petición de un rabino en nombre de Hashem?

“Nirpim atem nirpim” ¡vagos son!  Por eso dicen “vayamos y sirvamos”  El Faraón sabe el secreto: ¡aumentemos el trabajo!  En contra del pensamiento ¡trabajo!  Ocupar el tiempo trabajando para que no puedan aplicarlo en pensar.  El faraón moderno cambió la estrategia: al trabajo, lo reemplazó con ocio, pasatiempos, matar el tiempo, payasos, juegos electrónicos, etc.  ¡Qué increíble!  Hoy en día se trabaja menos horas, disponemos de más medios para facilitarnos las tareas: lavarropas, secadoras, planchas, cocinas eléctricas, microondas... y, sin embargo, cada vez disponemos de menos tiempo para pensar.

“!Envía a mi pueblo y me servirán!”.  Moshé no pide al Faraón dejar salir al pueblo, como perversa e intencionalmente fue traducido por ciertos intérpretes y menos sin especificar la razón de la petición.  El Talmud nos comenta que todo párrafo de la Torá que no fue cortado según la costumbre, está prohibido cortarlo pues el párrafo puede cambiar su significado.  El derecho de pedir la libertad del pueblo de Israel en contra de la costumbre de la época se justifica solamente por el motivo: “para servirMe”.  Toda la razón de la existencia del pueblo judío, está en ella.  “Lo mirubejem bajar bajem” no porque sois muchos os elegí, dijo el Creador.  El pueblo de Israel fue elegido solamente para cumplir su misión: ¡Ser la luz de los pueblos! y difícilmente podremos cumplir esta obligación mientras queramos ser un pobre espejo de otros pueblos, copiando sus culturas y costumbres, abandonando el maravilloso tesoro que recibimos en el monte de Sinai y que enriquecieron nuestros Sabios a lo largo de las generaciones con sus consejos y enseñanzas, todas ellas basadas en la Ley Oral.

Shabat Shalom.

Rab Shlomó Wahnón