Torá desde Jerusalem
Parashá Devarim - Palabras
Libro Devarim / Deuteronomio (1:1 a 3:22)
"Mas yo les había manifestado en aquel
tiempo diciendo: No voy a poder, yo solo, soportaros a vosotros. Hashem, vuestro Di-s los ha multiplicado, y he
aquí que vosotros sois hoy, cual estrellas del cielo en profusión"
(Devarim 1:9-10)
Los Hijos de Israel son
comparados con la arena del mar y con las estrellas de los Cielos. La naturaleza de la arena es que cada grano
está ligado a su vecino.
Completamente lo contrario son las estrellas del cielo que forzadamente están
a años luz unas de otras y cada estrella es un mundo aparte. Cuando los Hijos de Israel están
unidos, ligados en una unidad, es todavía posible para Moshé
llevar su carga. Pero cuando están
divididos y distantes unos de otros, y cada uno es un "mundo aparte",
la tensión del que tiene que liderarlos se hace insoportable.
(Adaptado de Afike Iehuda)
"No habréis
de ser condescendientes, con conocidos, en el juicio. Tanto al pequeño como al grande habréis
de escuchar; no habréis de temer por causa de hombre, ya que el juicio
ante Di-s es. Empero, el caso que les
sea difícil, me lo habréis de presentar a mi y yo lo entenderé".
(Devarim1:17)
El Ramban dice que
cuando una persona es estricta en determinar si la Torá le permite o prohíbe
hacer una acción en particular, en primer lugar va a salirse de la situación
completamente, imaginando que esto no le está pasando a ella. Solo después podrá clarificar
la verdad y determinar si lo que quiere hacer es realmente la voluntad de Di-s. Esto es el significado de este versículo:
"Empero, el caso que les sea difícil"--si es difícil para
ustedes decidir si es correcto o no hacer algo, "me lo habréis de presentar
a mi"--no miren a la situación con sus propios ojos, sino que solamente
desde el punto de vista de lo que Di-s quiere, y así la verdad les será
revelada.
(Sefat Emet)
Moshé le está
diciendo al pueblo que los casos difíciles se los lleven a él para
juzgar. Pero cuando Itró le dio
el mismo consejo a Moshé, viendo que Moshé estaba colmado de
casos legales, dijo que los grandes asuntos deben ser traídos a Moshé
y los pequeños reclamos deben ser dejados para un sistema legal
jerarquizado. Esto marca una interesante
distinción entre la ley judía y la ley secular. En el mundo secular, personificado aquí
por Itró, un caso es juzgado de acuerdo a la suma de dinero en
juego. En los casos que está en
juego una gran suma se llega hasta la autoridad judicial suprema del país
aunque el procedimiento para ese caso sea rápido y no competa más
que a un juez regular. En el
judaísmo, sin embargo, si la ley es clara, el caso puede ser resuelto
por cualquier autoridad halájica; solo cuando el caso es
"difícil" de juzgar es llevado a manos de una autoridad
halájica más conocedora y experimentada (aun si el caso es por
una pequeña suma de dinero).
"Y lo que te sea
demasiado difícil, tráemelo a mí, y yo lo escucharé"
(Devarim 1:17)
"Problema
compartido es medio problema", dice el adagio. En el mundo de la psiquiatría,
es bien sabido que parte del proceso de ayudar a la gente con sus problemas es
alentarlos a que los verbalicen. El tener alguien que escuche nuestros
problemas es en sí un alivio, a pesar de que el problema aun no se haya
resuelto.
El Rebe de Gur señala
que esta idea tiene su origen en las palabras de Moshé: "y lo que
te sea demasiado difícil, tráemelo a mí, y yo lo
escuchare". Moshé no dice "Yo te resolveré el
problema", sino más bien "Yo lo escuchare". El dejar que
una persona expresa su problema es terapéutico en sí mismo, y además
puede ayudarlo a hallar una solución permanente.
(Adaptado de Rabí
Abraham J. Twersky)
"Atended a los
pleitos entre vuestros hermanos, y juzgareis en forma justa" (1:16)
El juez no puede escuchar a un litigante en
ausencia de su oponente (Sanhedrin 7b)
Un bebé. No hay
nada más puro que un bebe. Nada más inocente. Nada que pueda
simbolizar todo lo bueno más que un bebe... O... ¿tal vez si?
Desde el momento en que
el bebe abre la boca y emite sus primeros gritos, expresa un egoísmo sin
oposiciones. "¡Quiero comer!" "¡Quiero dormir!" "¡No
quiero dormir!" "¡Quiero más de comer!". La vida del bebe
no es mas que una letanía incesante de egoísmo. Veinticuatro
horas por día. Hasta la edad de 12 o 13 años.
Cuando el niño o
la niña se transforman en Bar o Bat Mitzvá, el mejor regalo que recibe
no es una lapicera a fuente, o una computadora. El mejor regalo que recibe es
el ietzer tov (la buena inclinación). Porque hasta ese momento, el
ietzer hará (mala inclinación) gobierna sin ninguna oposición.
(Rashi Kohelet 4:13).
Rabí Jonathan Eybechuetz fue un niño prodigio. Inclusive en su
temprana infancia, domino su deseo natural de ir a jugar, y prefirió
sumergirse en el estudio de la Tora. Cuando llego su Bar Mitzvá, le
preguntaron cómo había podido evitar el ietzer hará cuando
todavía era tan pequeño.
El pequeño Reb Jonathan respondió: "La Tora nos enseña
que el juez no puede escuchar el testimonio de un litigante si el otro no se
encuentra presente. Por eso, cada vez que el ietzer hará trataba de incitarme a que me alejara de mis
estudios, le decía que no podía escuchar su planteo hasta que
cumpliera trece años, y el otro litigante, mi ietzer tov, también
pudiera estar presente para exponer su punto de vista".
"Moshé comenzó
a explicar esta Torá..." (Devarim 1:5)
Cuando Moshé comenzó
a explicar la Torá, lo hizo en los 70 idiomas básicos. ¿Para qué?
Después de todo, los israelitas sabían la Lengua Santa, y no hacía
falta que Moshé tradujera a los
otros idiomas...
Hashem sabía que
el pueblo judío debería atravesar una larga noche de exilio
disperso entre las naciones del mundo. Por eso, Moshé explico la Tora en
los 70 idiomas, para que cada idioma y cada nación y cada tierra
poseyeran una chispa de la Torá.
(Jidushei ha Rim)
"Porque el juicio es de Di-s"
"Imitatio Dei" no es una cantata de Bach.
Ni tampoco es un fresco de Donatello de la Capilla Sixtina.
Imitatio Dei es una mitzvá de la Tora, según la cual nuestros actos deben emular a los de Hashem.
Dice el Talmud: “Así como Él viste a los que no tienen ropa, uno debe vestir
a los que no tienen ropa... Así como Él visita a los enfermos, uno debe visitar
a los enfermos... Así como Él consuela al que está de luto, uno debe consolar
al que está de luto... Así como Él entierra a los muertos,
uno debe enterrar a los muertos. (Sota 13b).
Resulta muy interesante que todos los rasgos
mencionados en esta guemará son rasgos positivos. Por ejemplo, en ningún momento
dice "Así como Él juzga a los malvados, uno debe juzgar a los malvados".
No. El énfasis está puesto en nuestra obligación de cumplir
con la justicia.
¿Por qué?
Porque cuando hablamos de virtudes,
debemos parecernos a Di-s lo más posible, ser "imitatio Dei", ser como Hashem.
Sin embargo, cuando se trata del juicio, debemos saber que "el juicio es de Di-s".
Nosotros no somos más que sus agentes.
(Rabí Moshé Eisman,
basado en el Ramban, oído de boca de Rabí
Moshé Zauderer)
"Y lo que sea demasiado difícil
para vosotros..." (Devarim1:17)
Moshé le dice al pueblo que le
traiga los casos difíciles, para que él los juzgue.
Pero cuando Itró aconsejó a Moshé en un tono parecido,
al ver que Moshé se veía inundado con tantas demandas legales,
le dijo que le trajeran a él los casos grandes, mientras
que los casos pequeños deberían ser juzgados por un sistema legal
jerárquico.
A partir de esto podemos apreciar una
interesante distinción entre el sistema legal judío y
el sistema legal secular: en el mundo secular, personificado en este caso por Itró,
el caso se juzga de acuerdo con la cantidad de dinero que hay en juego. Los casos que tienen que ver
con una suma importante de dinero suelen alcanzar a la autoridad judicial suprema, aunque la
propia ley sea muy clara y dentro del margen de competencia de un juez corriente.
Sin embargo, en el judaísmo, si la
ley es clara, puede ser arbitrada por cualquier autoridad halájica calificada.
Pero si el caso es "difícil", si exige una fina delineación y
una profunda evaluación, entonces puede llegar
a los más encumbrados árbitros
halájicos, aunque estén en juego solamente
unos pocos pesos...
(Rabí Mordejai Perlman)
"Ya no puedo transportaros yo solo. Que Hashem, vuestro Di-s,
os incremente, y os coloque hoy como las estrellas del Firmamento por su número". (Devarim 1:9,10) Los Bnei Israel se comparan con la arena del mar
y las estrellas del Cielo. La naturaleza de la arena es que
cada grano esta unido a su vecino. Con las estrellas del
cielo ocurre exactamente lo contrario, pues allí
cada una está separada
de la otra por millones de años luz, y
cada estrella es un mundo entero en sí misma. Cuando el pueblo judío esta unido,
conformando una sola unidad, Moshé puede transportar
su peso; pero cuando están divididos y distantes los
unos de los otros, y cada uno es un mundo en sí mismo,
entonces aquel que debe conducirlos siente que la carga es
insoportable. (Afiki Yehuda) "Estas son las palabras que Moshé le dijo a todo Israel,
del otro lado del Jordán, respecto del Desierto, respecto de la Arava, frente al Mar Rojo,
entre Paran y Tofel y Lavan, y Jatzerot y Dei Zahav" (Devarim 1:1) Cuando uno le tiene que decir a alguien
algo que no es precisamente un elogio, lo peor que puede
hacer es decírselo en forma directa. El oyente
inmediatamente se opondrá a lo que percibe
como un ataque, apelando a todo tipo de justificativos. Mucho mejor es aludir al tema en forma sutil,
implantando una inferencia en el inconsciente del oyente. De ese modo, no activa su mecanismo
de defensa, y la idea queda implantada en su inconsciente, donde podrá crecer igual que una
semilla que ha sido enterrada. Eso es lo que hace Moshé en las primeras
frases del Libro de Devarim. Los nombres de los lugares que se mencionan son los sitios donde se
registraron todo tipo de pecados y rebeliones del pueblo judío: "respecto del desierto"
(cuando codiciaban las ollas de carne de Egipto); "respecto de la Arava" (cuando se comportaron
en forma inmoral con las hijas de Moab); "frente al Mar Rojo"
(cuando no tuvieron confianza en Hashem para cruzar el mar); "entre Parán y Tofel y Lavan"
(todas sus quejas acerca de la comida milagrosa, el Man) "y Jatzerot"
(la rebelión de Kóraj); "y Dei Zahav" (el becerro de oro). Moshé se dirige a Bnei Israel
en las últimas cinco semanas de su vida. Les quiere dejar un mensaje potente y duradero:
que tengan cuidado con tendencias inherentes que ya en el pasado les causaron un enfrentamiento
con Hashem. (Rashi, Jatam Sofer, oído de boca de Rabí Naftali Falk) Shabat Shalom.
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