Torá desde Jerusalem
Parashá Emor - Di
Libro Vayikrá / Levítico (21:1 a 24:23)
“Y
tomarás harina de sémola y cocinarás con ella doce panes…”
(Vayikrá
24:1)
“Y tomarás harina de sémola y
cocinarás con ella doce panes…
Cada Sábado los ordenarás ante el Eterno... Y será para Aarón y sus hijos quienes los comerán en el
lugar santo, pues Kodesh Kadashim es para el...”.
Los doce panes que se ofrecían
cada Shabat sobre la Mesa del Santuario, sustituían a los que habían sido
ofrecidos el Shabat anterior y se repartía entre todos los cohanim, y sobre el
reparto de los panes está escrito: “El avaro no se hartaba y el conformista que
tomaba lo mínimo obligatorio, “cazayit”, se hartaba”. ¡Qué sensación la de aquellos que a diario vivían una
realidad demostrada, donde el esfuerzo por conseguir no produce ningún
efecto!. Tanto el que tomaba mucho
como el que se contentaba con lo mínimo, tenían la misma sensación. Así ocurrió en los cuarenta anos del
desierto y el “maná”, del que quien recogía más de lo que necesitaba con
intención de guardarlo, a la mañana siguiente lo encontraba agusanado y
podrido.
En una generación como la nuestra
donde la preocupación por el futuro es nuestra realidad cotidiana, seguros de
vida, de autos, cuentas de ahorro, inversiones a corto y largo plazo, programas
de seguridad familiar..., nos hace sentir toda una vivencia de preocupaciones
por el mañana, hasta el punto de que tanto queremos asegurar nuestro futuro que
vivimos un presente obsesionado.
El Talmud nos enseña: “Todo el que
tiene un pedazo de pan en su bolsa y se preocupa por lo que comerá mañana, se
califica dentro del grupo de los que no creen en el Creador”. El preocuparse por algo tan natural
como que es qué se comerá al día siguiente, se considera de falta de creencia. Acaso podemos encontrar hoy en día
quien no está preocupado no por lo que comerá mañana sino por sus inversiones,
cuando a veces dispone de capital para comer él y sus hijos y los hijos de sus
hijos...
El concepto de la falta de
creencia es algo básico que debemos considerar. La Torá nos enseñó en sus conceptos halájicos, por lo que
todo se considera por su mayoría; hay mayoría de 50% y hay mayoría que exige
una proporción de 1/60 es decir 1.8%, y hay conceptos que solamente se permiten
después de tres generaciones y hay quienes solamente después de 10
generaciones. Pero no es lógico el
comportamiento de muchos de nosotros que vivimos asustados por acontecimientos
que en su verdadera expresión son mucho menor que otras y que solamente nos
acostumbramos a ellas. Como
ejemplo de ello ha ocurrido en Israel con los efectos de la Intifada, que causó
a muchos una sensación de inseguridad totalmente fuera de lo lógico, a veces
por culpa de los medios de comunicación que incentivaron dichas sensaciones al
desfigurar la verdadera imagen de los acontecimientos, pero sin embargo muy
poca gente considera en verdad que los accidentes de tráfico son hasta hoy en
día un factor mucho más grave en el índice de mortalidad en el país.
La falta de confianza se basa en
la falta de conocimiento que tenemos de nuestra realidad. Quien investigara y profundizara sobre
la realidad de la persona llegaría rápidamente a la conclusión que aunque está
obligado a su esfuerzo, el abandono a la “suerte” es una equivocación; tiene
que saber que su esfuerzo es solamente un incentivante que permite hacer, pero
no es el que lo realiza, como dijo el Pirké Avot en nombre de Hilel: “Im En Ani
Li Mi Li, Ve Kasher Ani Le Azmi Ma Ani...
Sino me preocupo por mí, quién se preocupará, y cuando ya me preocupo,
qué soy”.
En esa controversia entre la
obligación y la impotencia se encuentra la realidad del hombre, que toma su más
fuerte expresión cuando se encuentra frente al típico caso en el que un
insignificante ser sencillo y diminuto, como lo son ciertos virus, pueden
destruir toda una compleja realidad como la del cuerpo humano.
“Kave el Hashem, Hazak VeAmez
Libeja Vekave el Hashem”.
“Confía en Hashem, esfuérzate y
presiónate y confía en Hashem”.
Dos veces repite la
obligación de confiar en Hashem: una antes del esfuerzo y otra después del
esfuerzo, para que no te equivoques y creas que fue el esfuerzo quien produjo
los hechos, sino que solamente la confianza y la esperanza en Hashem es la que las
realiza.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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