Torá desde Jerusalem
Parashá Itró - Jetró
Libro Shemot / Éxodo (18:1 a 20:23)
Reflexiones
sobre la Parashá
"Estas
son las palabras que les diréis a los Hijos de Israel" (Éxodo 19:6)
Rashi:
"Estas palabras, ni más ni menos".
Vivimos
en un mundo en el que la inflación es porción cotidiana de la vida.
Pero
hay una cosa que es a prueba de inflación. Una cosa que hoy cuesta exactamente igual que
costaba hace tres mil años.
Ser
judío.
Hoy
en día, uno se puede unir al pueblo judío pagando exactamente el mismo precio
que hubiese pagado hace tres mil años: aceptando la Torá y cumpliendo con las
mitzvot.
Cualquiera
puede hacerse judío, si así lo desea.
Los
enemigos del pueblo judío acusan a la Torá de ser racista, de separar al pueblo
judío, transformándolo en un pueblo atesorado y una nación sagrada. Pero ¿cómo se puede afirmar que el judaísmo es
racista, cuando cualquiera puede enrolarse en el?
Es
verdad que el pueblo judío es un pueblo privilegiado: los judíos ocupan un
sitio especial en el propósito de la creación, que es ser "un reino de sacerdotes
y una nación sagrada". Sin embargo,
los privilegios acarrean también responsabilidades.
Rashi nos explica que el
mandato antedicho, de decirles "estas palabras" a los Hijos de
Israel, contiene una orden implícita, de no agregar ni quitar nada de las palabras
de Hashem. Sin embargo, los sabios nos
dicen que Hashem le dio órdenes a Moshé de transmitir la Torá de maneras diferentes
a los distintos sectores del Pueblo Judío: por ejemplo, al hablarle a ciertas
personas, Moshé empleaba términos suaves. Pero al hablarle a otro tipo de personas, hacía
uso de un lenguaje muy duro y expresiones fuertes.
Entonces
¿cómo es posible que, por un lado, Moshé no modificara ni una sola palabra, y
por el otro, alterara sus palabras, según los distintos oyentes?
Cuando
el Pueblo Judío oyó "Y seréis para Mi un reino de sacerdotes y una nación
sagrada", algunos oyeron estas palabras como palabras suaves, palabras que
hacían alusión a la dulce recompensa de tan exaltada misión. Y hubo otros que oyeron esas mismas palabras,
pero las oyeron como palabras que hablan de un destino duro y difícil. Porque ser una nación sagrada y un pueblo atesorado
es una responsabilidad de inconmensurables proporciones.
El
privilegio no sale gratis...
(Sfat
Emet)
"Y
Di-s habló todas estas palabras, diciendo..." (Éxodo 20:1)
¿Por
qué los Diez Mandamientos fueron dados en dos tablas de piedra? ¿Por qué no bastaba con una sola?
Existe
una diferencia entre las cinco mitzvot de la primera tabla y las cinco de la
segunda tabla: en la primera tabla se incluye la recompensa por cumplirlas y el
castigo por no cumplirlas, mientras que en la segunda tabla, no se hace mención
alguna de recompensa o castigo.
Las
primeras cinco son mitzvot en que el individuo honra al Creador: creer en
Hashem, no hacer ídolos, no usar el Nombre de Hashem en vano, observar el Shabat.
Y estos cinco primeros mandamientos van acompañados
por descripciones de recompensa y castigo.
El
segundo grupo de mandamientos son para el beneficio de las personas. Las prohibiciones contra el asesinato, el
secuestro, el adulterio, y el falso testimonio, son elementos fundamentales
para que la sociedad pueda vivir en paz. Su mero cumplimiento es su propia
recompensa. Cuando no se cumple con ellos,
en esa sociedad reina "la ley de la selva", lo cual es en sí mismo
castigo suficiente.
(Ramban)
"Seis
días trabajarás y realizarás todo tu trabajo; pero el séptimo día es Shabat
para Hashem, tu Di-s..." (Éxodo 20:9,10)
Un
campesino pobre andaba por el camino. Le
restaban aun varios kilómetros hasta la próxima parada. El pobre hombre iba arrastrándose bajo el peso
de su enorme bolso, cuando de pronto se detuvo junto a él una carreta tirada a
caballo. El conductor del carro le gritó:
"¡Rápido, suba al carro!". El
campesino, a duras penas, logró subir al vehículo y entonces, el conductor sacudió
las riendas y los caballos, obedientes, reiniciaron el trote.
Después
de varios kilómetros, el campesino le dijo al conductor: "No se cómo
agradecerle. ¡Fue muy amable de su parte!"
"No fue nada", respondió el conductor,
y se volvió hacia el campesino, sonriente.
Fue entonces que advirtió que el campesino iba sentado con la cabeza
gacha por el peso del bolso, que aun llevaba sobre la espalda. El conductor exclamó: "¡Cómo! ¡No se quitó el bolso de la espalda!" Y el campesino respondió, inocentemente, "¡Ud.
fue tan bueno al llevarme, que no quise cargarlo con el peso extra de mi
bolso!"
Si
Hashem puede "cargarnos" toda la semana, asegurando que tengamos
comida para comer, y ropa para vestir, y automóviles para conducir, y hasta
aire, para respirar, ¡seguro que va a poder cargar con la "carga
extra" de sustentarnos en Shabat, aunque no vayamos a trabajar!
(El
Maguid de Dubno)
"Recuerda
el día de Shabat para santificarlo... porque en seis días Hashem hizo el cielo
y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó al séptimo día..."
(Éxodo 20:8-11)
Había
una vez un príncipe que fue capturado por los enemigos de su padre. Después de mucho tiempo, el rey logró
transmitirle al príncipe un mensaje secreto, dándole aliento para que no se
desesperara, y que conservara sus modales reales inclusive en medio de los
lobos entre los que se habia visto forzado a vivir.
Muy
pronto, rezaba el mensaje, el rey obtendría la liberación de su hijo, "por
las buenas o por las malas".
El
príncipe no cabía en sí de su alegría, y quiso celebrar, pero, obviamente, no podía
revelar el secreto de su enorme dicha. Por
eso, invitó a sus compañeros a la posada del lugar y ordenó bebidas para
todos. Ellos celebraron a causa del vino
y del licor, y él celebró a causa de la carta de su padre.
Lo
mismo ocurre en Shabat, cuando el cuerpo celebra con platos deliciosos y todo
tipo de manjares, y el alma celebra la oportunidad de acercarse a su Creador.
(Toldot
Yaakov Yosef)
"Recuerda
el día de Shabat para santificarlo" (Éxodo 20:8)
¡Qué
día terrible, Shabat! ¡No se puede
conducir! ¡No se puede escribir! ¡No se puede ni siquiera prender la luz! ¡Que día espantoso! (¿Te suena familiar?)
¿Alguna
vez jugaste al básquet?
¡Qué
juego terrible, el básquet! Uno no se puede parar en el mismo lugar más de
treinta segundos. No se puede correr con
la pelota en la mano. No se puede hacer
esto. No se puede hacer lo otro. ¡Qué juego terrible!
Pero
son precisamente las reglas del básquet las que hacen que el básquet sea el básquet.
Si no hubiese reglas, alguien agarraría
la pelota, la sostendría bien fuerte, hasta que todo el mundo terminara aburriéndose
y se fuera a tomar algo. Entonces agarraría
una escalera, se subiría a ella y pondría la pelota adentro de la red. ¡Qué bueno!
¡Pero no seria básquet!
Así
como las reglas del básquet definen el básquet, las reglas del Shabat definen
el Shabat.
(Rabí Yehoshua Hartman)
"Habéis
visto lo que le hice a Egipto, y que os conduje en las alas de águilas y os
traje a Mí. Y ahora, si Me obedecéis y observáis
Mi pacto, seréis para Mí el más preciado tesoro de todos los pueblos..." (Éxodo
19:4)
Cuando
una persona empieza a ser religiosa, recibe una enorme ayuda desde Arriba. Se levanta de un salto de la cama para ponerse
los tefilín (incluso cuando es Shabat).
Está
impaciente por comer matzá, por sacudir el lulav, por sentarse en la sucá, y
hasta por ayunar en Yom Kipur.
Se
suele decir que cada baal teshuvá (persona recientemente religiosa) con el
tiempo se transforma en un RDN (Religioso De Nacimiento): de un día para otro, no
puede levantarse a la mañana, a duras penas sale de la cama, enojándose con el
reloj de alarma y se las arregla para formar el ultimo minián de la sinagoga;
se sorprende a sí mismo pronunciando bendiciones sin concentrarse; la mente se
va de viaje mientras reza. El lustre se
fue opacando...
Cuando
un bebé empieza a caminar, sus padres se paran al lado para asegurarse de que
no se caiga. Pero con el tiempo los
padres retiran su protección. Porque si
no, el niño nunca aprendería a caminar. Lo
mismo ocurre en el mundo espiritual. Di-s
es nuestro Padre. Él nos ayuda al dar
los primeros pasos hacia Él, igual que el padre con su hijo. Y así como el padre quita su ayuda para que el
niño pueda ser independiente, Di-s también nos quita Su ayuda especial para que
podamos llegar solos a la espiritualidad.
A
primera vista, el versículo "Habéis visto lo que le hice a Egipto, y que
os conduje en las alas de águilas y os traje a Mí" no tiene mucha relación
con "Y ahora, si Me obedecéis y observáis Mi pacto, seréis para Mí el más preciado
tesoro de todos los pueblos...". ¿Cuál
es la conexión? Cuando los Hijos de
Israel salieron de Egipto, recibieron un "viaje gratis" en las
"alas de águilas". Pero para
que pudieran alcanzar el exaltado nivel que Di-s quería de ellos, Di-s puso fin
a esa ayuda extra. Ahora Di-s les decía:
"Y ahora, si Me obedecéis y observáis Mi pacto".
Ahora
tendrían que obedecer muy bien y cumplir con el pacto. Ahora empezaba el verdadero trabajo. Los Hijos de Israel deberían transformarse en
los dueños de su madurez espiritual.
(Netziv)
"En
el tercer mes desde el Éxodo de los Hijos de Israel de Egipto, en ese día,
llegaron al desierto del Sinai. Y se
trasladaron desde Refidim y llegaron al Sinai" (Éxodo 19:1)
Una
de las características más típicas de nuestra sociedad es la impulsividad. Todo tiene que ser instantáneo. Café instantáneo. Éxito instantáneo. Espiritualidad instantánea.
Hasta el matrimonio es instantáneo. En ciertos estados de los EEUU, uno puede
entrar directo a una capilla matrimonial (probablemente ya se pueda también
entrar con el auto). El cartel en la
entrada reza:"Si en casarse ha pensado, he aquí el sitio indicado, ¡entre
soltero y salga casado!".
¡Qué
diferente de la boda primordial, la unión de Di-s y el Pueblo Judío bajo la jupá (palio nupcial) del Sinaí!
"En
el tercer mes desde el Éxodo de los Hijos de Israel de Egipto, en ese día,
llegaron al desierto del Sinaí. Y se trasladaron
desde Refidim y llegaron al Sinaí".
En
estos dos versículos hay algo inusual. ¿Por
qué la Torá no nos dice de dónde venía el Pueblo Judío antes de decirnos a dónde
llegaron? En realidad, debería haber dicho:
"En el tercer mes del Éxodo de los Hijos de Israel de Egipto se trasladaron
desde Refidim y llegaron al desierto del Sinaí".
Cuando
ansiamos que algo ocurra, lo único que nos interesa es dónde va a ocurrir. Nos imaginamos qué aspecto tendrá el lugar,
como será el tiempo. ¿Habrá árboles? ¿Los pájaros han de cantar? Todo lo que conduce al gran evento es
secundario. Lo que ansiamos es estar ya en
el sitio en que ha de ocurrir.
La
Torá enfatiza aquí el ansia del Pueblo Judío por alcanzar el sitio designado
para su unión con Di-s. De dónde venían
casi no tiene relevancia. Lo esencial es
adonde llegaron. La Torá es inevitable. La Torá es lo único de este mundo que tiene
que ser. Así como la Torá tiene que ser,
su entrega tiene que ser de un modo tal que también es inevitable. Sin ningún matiz de casualidad o coincidencia.
En
el tercer mes desde el Éxodo de los Hijos de Israel de Egipto, en ese día,
llegaron al desierto del Sinaí. El primer
versículo no menciona de dónde venía el Pueblo Judío, para que nadie dijera que
el Pueblo Judío se unió a Di-s por pura coincidencia. Para que nadie dijera que iban viajando de un
lugar a otro y Di-s justamente puso ahí la jupá y les
dio la Torá en el Sinaí, como si Sinaí fuese solamente otra parada más en la
ruta. No. El momento y el lugar exactos de la entrega de
la Torá son tan inmutables e inevitables como la entrega misma.
(Gur
Arie)
"No
codiciarás" (Éxodo19:14)
¿Cómo
se le puede ordenar a la gente que no codicie? La codicia es una reacción reflejo, ¿o no? Ves a alguien manejando en un Mercedes 500SL y
antes de pensarlo dos veces, las glándulas de la envidia empiezan a segregar en
exceso. La codicia es un reflejo, ¿tengo
razón o no?
Habia
una vez un campesino que esperó parado todo el día para ver pasar al rey. Por fin, la procesión real se le fue acercando.
El hombre estiró el cuello para poder
ver el rostro real. Inmediatamente detrás
del rey venía la princesa a la corona. El
campesino se quedó pasmado. La princesa
era la mujer más hermosa que había visto en toda su vida. Tenía rasgos delicados y pálidos. Todas las mujeres que conocía tenían la piel
curtida por el sol y los dientes arruinados. La vida de los campesinos no es conducente a
la belleza física. Sin embargo, a pesar
del bellísimo aspecto de la princesa, en ningún momento pensó en casarse con
ella. Ella estaba tan por encima de su
rango social que ni se le pasó por la cabeza que él se encontraba en el mismo
mundo que ella. Para él, ella era una
realidad etérea perteneciente a otro cosmos. La raíz de todos los deseos es la creencia
inconsciente de que podríamos conseguir el objeto de nuestro deseo. Si sentimos que es posible conseguir ese
objeto, si sentimos que se encuentra dentro de nuestra órbita, el paso siguiente
es codiciarlo. La Mitzvá de no codiciar
nos encomienda que miremos el Mercedes del vecino igual que el campesino mira a
la princesa.
(Ibn
Ezra)
Shabat Shalom.
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