Torá desde Jerusalem
Parashá Jayé Sará - Vida de Sará
Libro Bereshit / Génesis (23:1 a 25:18)

Enfoques sobre la Parashá

"Los años de la vida de Sará..." (Génesis 23:1)

Los Tzadikim tienen el poder de elevar a la Naturaleza y al Tiempo a nuevos niveles espirituales, dándoles nueva luz y esplendor.  A causa de la bondad de los Tzadikim, los días mismos tienen nueva vida, y son parte de su persona.

(Sfas Emes)



Todos los años de la vida de Sará fueron "igualmente buenos" (Rashi).  Sará experimentó muchos acontecimientos tristes en su vida, pero nunca les hizo demasiado caso, los aceptó con alegría, tanto lo bueno como lo malo.  Eso es lo que Rashi quiere decir cuando escribe: "todos los años fueron igualmente buenos", porque incluso los malos fueron aceptados por Sará con amor.

(Ha Drash v'HaIyun)



"Y estos son los días de los años de la vida que vivió Abraham..." (Génesis 27:7)

Para alguna gente los días son tan llenos como los años, para otros los años tan vacíos como días.

En cierto pueblecito, había un cementerio que parecía contener solo tumbas de gente joven. En una lápida se podía leer; 20 años y 50 dias, en otra 30 años y 20 días, y así sucesivamente.  Todos los que entraban al cementerio se sorprendían.  ¿Por qué esta gente murieron tan trágicamente jóvenes?  Lo que en realidad ocurrió es que en este pueblo tenían la costumbre de inscribir en la lápida solo los años y los días que los fallecidos habían "realmente" vivido, y por eso hasta la gente fallecida a avanzada edad tenían, en términos de como utilizaron sus días, pocos años y se murieron trágicamente jóvenes, sin realizar su potencial.

Cuando la Torá nos relata la vida de Abraham, dice: "Estos son los días de los años" cuando hubiera sido suficiente decir "los años".  Esta aparente redundancia, está escrita para enseñarnos que Abraham no pasó ni siquiera un solo día sin realizar su potencial.  Cada año estaba , "lleno hasta el tope", de días.

(Adaptado de Gesher Ha Jaim en Lekaj Tov)



"Y Abraham vino para lamentar a Sará" (Génesis 23:2)

Cuando Abraham vino a lamentar a Sará, se centró en la Akedá, la atadura de Itzjak, para ejemplificar las cualidades de Sará.  Sará había educado a un hijo que estaba preparado a dar su vida para servir a Di-s, y no puede haber un testimonio más grandioso de las cualidades de un padre que las cualidades de su hijo.  Esto debe servir como un poderoso recuerdo a los padres: que los valores espirituales de sus hijos son inevitablemente un reflejo de los de ellos.

(HaDrash v'Halyun en Maiana shel Tora)



"Coloca ahora tu mano bajo mi muslo.  Y te haré jurar que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos..." (Génesis 24:3)

Había una vez un judío del campo que llevaba a su vaca a la ciudad para que la sacrificaran.  La ciudad más cercana en la que había un shojet (sacrificador ritual) se hallaba a una distancia considerable, y el judío estaba cansado.  Alzó la vista y vio, a la distancia, viniendo en su dirección, lo que daba la impresión de ser un rabino muy distinguido.

Cuando el judío alcanzó al rabino, le preguntó si podía sacrificarle la vaca.  El rabino respondió afirmativamente; sacó el cuchillo de shojet y se dispuso a sacrificar a la vaca.

Luego, el rabino le preguntó al judío: "Entre nosotros... ¿me podría prestar un poco de dinero por unas semanas?"

El judío respondió: "Ojalá pudiera ayudarlo, pero la verdad es que yo a usted no lo conozco... No lo tome en forma personal, pero ¿quién me asegura que me va a devolver el dinero?"

El rabino lo miró a los ojos y le dijo: "Cuando se trata de plata, quiere referencias, pero con la vaca, no le importó que un perfecto extraño sacrificara su animal...  ¿Acaso no le preocupa que tal vez coma carne no kasher?"

Eliézer era el sirviente más leal de Abraham Avinu. Se hallaba a cargo de toda su fortuna. En ese sentido, Abraham confiaba en él plenamente. Pero en lo referente a temas espirituales, a la crucial elección de una esposa para Itzjak, la futura madre del pueblo judío, Abraham le hizo prestar juramento.

Si tanto cuidamos nuestra cuenta bancaria en este mundo, ¿acaso no deberíamos ocuparnos por lo menos en igual medida de nuestra cuenta en el Banco Nacional del Olam haBa (Mundo Venidero)?

(Basado en el Beer Maim Jaimy una historia del Maguid de Dubno).



"Que sea que la moza a la cual yo diga: Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba y que ella diga: Bebe y también a tus camellos abrevaré, que sea ella la que has indicado para tu servidor, para Itzjak..." (Génesis 24:14)

Un hombre pobre una vez preguntó al Rab de Brisk si cumplía con su obligación de tomar los cuatro vasos de vino en Pésaj, tomando cuatro vasos de leche.  El Rab de Brisk le dijo que lo haga con vino y le ordenó a su esposa que le diera una gran suma de dinero del fondo de tzedaká comunitario para que se comprase vino y carne para la fiesta. 

Después de que el hombre pobre se fue, la rebetzin preguntó a su marido por qué le dio dinero para comprar carne cuando la pregunta fue solo sobre el vino.  El Rab de Brisk respondió que si este hombre iba a tomar cuatro vasos de leche en el Séder de Pésaj, ciertamente no estaba planeando comer carne, también por falta de fondos. 

Qué distinguida era la bondad de Ribká que no solo podía entender lo que Eliézer le dijo, sino que también entendió cuáles eran sus necesidades reales. 

La verdadera bondad está en entender las necesidades de otros aún cuando ellos son incapaces de expresarlas.



"Y había salido Itzjak para meditar, en el campo, hacia el atardecer..." (Génesis 24:63)

Una persona judía reza tres veces al día: En la mañana, en la tarde y en la noche.  Aprendemos de este versículo que fue Itzjak quien instituyó Minjá, el rezo de la tarde.  Minjá es un rezo muy diferente al de la mañana y al de la noche.  En la mañana, una persona no se ha compenetrado todavía en el agitado mundo de trabajo.  Sus pensamientos son pacíficos y su estado de ánimo calmo. 

Similarmente, al final del día, ya sea que tuvo frustraciones o éxitos, problemas o triunfos, ya pasó, otro día ya paso, y uno descansa y reza con calma, o al menos resignación. 

Pero cuando una persona se encuentra, en el medio de la tarde, sumergido en sus problemas de negocios y las dificultades diarias, y se dirige a su Creador en plegaria, qué difícil es alejar a la mente de las distracciones y concentrarse completamente. 

El símbolo de la preocupación en las cosas de este mundo es el campo, sembrar, trillar, plantar, cosechar, etc., porque aún en nuestra época moderna las necesidades básicas del hombre se concentran en el campo. 

"Había salido Itzjak para meditar, en el campo...", su rezo fue mientras estaba en el campo, en el medio de su trabajo y asuntos de negocios.  Fue en esta atmósfera que Itzjak instituyó el rezo de la tarde de Minjá y su poder para iluminar el mundo material.

(Rabí Shelomo Iosef Zobin en Tora u'Moadim)



"Cuando acabó de darle de beber a Eliézer, dijo: Voy a sacar agua del pozo para tus camellos hasta que acaben (tengan bastante) de beber"  (Génesis 24:19)

Si fuera un requisito del judaísmo comer en los mejores restaurantes del mundo, mucha más gente sería religiosa.  El fundamental obstáculo contra la fe, no es lógico sino psicológico.  Subconscientemente, sabemos que si aceptamos que el “orden” de la Creación tiene un "Ordenador" llegaremos a la conclusión de que no podemos ir contra Él y hacer lo que se nos antoje.

En realidad, sabemos que no podemos conducir al campo de golf el Sábado por la mañana, pero como nos vemos como si fuéramos el centro del Universo, no dejamos de hacerlo.

Estando como estamos en la generación del "Yo", la idea de que la felicidad y los placeres no son en realidad nuestro último objetivo, hace caer las bases fundamentales de la cultura actual.

Sería mucho más fácil creer en un Di-s que no está realmente interesado por nosotros y así podríamos pretender que como en realidad Di-s no nos está mirando podemos hacer lo que nos plazca.  Esta idea es irresistible para la gran mayoría de la gente.  Los deseos del corazón ciegan el intelecto y la "verdad" acaba por ser la perdedora.  Como dice Rabí Shimshon Rafael Hirsh: "Fe" no es la creencia en la existencia de Di-s, sino el conceder la verdad que esa existencia implica.

Cuando Eliézer probó a Ribká para ver si podría ser la Madre del Pueblo Judío, buscó en ella tan solo que tuviera Jésed (generosidad hacia otros).  ¿Por qué no buscó en ella que tuviera fe en Hashem?

La respuesta es que fe y generosidad están íntimamente unidas.  Solo alguien que se preocupa por las necesidades de los demás, está libre de las exigencias de sus propios deseos y puede reconocer objetivamente al Creador.  Esa fue la virtud que Eliézer vio en Ribká y lo que la hizo merecedora de ser una de nuestras "Madres".

(Rabí Schiller y Rabí Leff basados en Rabí Eljanan Wasserman)

Shabat Shalom.


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