Torá desde Jerusalem
Parashá Jukat - Precepto
Libro Bamidbar / Números (19:1 a 22:1)
“Esta es la
Ley de la Torá...” (Bamidbar 19:2)
Esta es la Ley de la Torá.
Así comienza la parashá de esta semana y tres tipos de preceptos
encontramos en la Torá: Torot, Jukim y Mishpatim
(dictámenes, leyes y juicios) y las leyes se especifican más allá del alcance
de la comprensión humana, y por ello sólo debemos aceptarlas como imposiciones
divinas, imposibles de entender su lógica. Así se expresó el Rey Shelomó quien fuera señalado como el
sabio de todas las épocas, y dijo con respecto al precepto de la vaca roja: “Me
dije indagaré en ella y ella se encontraba lejos de mí”. Quiso el Rey Shelomó expresar su
desconcierto pues no alcanzó a entender en absoluto sobre este precepto. Debemos aclarar que el Rey Shelomó no
dijo que no se puede entender, sino que el no consiguió entender.
Si es así, que los preceptos de la Torá se dividen en tres tipos, ¿por
qué la parashá incluye a todos dentro de la misma categoría Juká?; tendría que
haber especificado “esta es la ley de la vaca roja, no de toda la Torá, a lo
que nos comentan nuestros Sabios: en verdad toda la Torá está por encima de
nuestro entendimiento y mismo los preceptos que nos parecen lógicos o que
nuestros Sabios explicaron sus razones, igualmente debemos considerarlos como
dictámenes divinos, lejos de nuestra capacidad intelectual.
Asimismo, nos relata la parashá la muerte de Miriam y Aharón hermanos
de Moshé; tras la muerte de Miriam nos comenta la Torá que de inmediato faltó
agua al pueblo de Israel, por lo que criticaron a Moshé por la falta de ese
elemento, aduciendo que hubiera sido preferible morir en Egipto. Cuarenta años en el desierto hubo agua
para dos millones de bocas todo por el mérito de una sola persona, Miriam y el
único relato que nos cuenta la Torá sobre ella, fue que cuando forzados por el
dictamen del Faraón, Amram, padre de Moshé, puso a su hijo recién nacido en una
canasta y lo colocó en el río, entonces Miriam se retuvo a observar que ocurría
con su hermano, un hecho sumamente sencillo, tan humano, y fue tan importante
para merecer un pago tan grande, ¡agua para dos millones de personas durante
cuarenta anos en el desierto!
Los libros de historia están repletos de grandes hombres que realizaron hazañas en pro de la humanidad y cambiaron su trayectoria, pero nunca encontraremos el relato de alguien que hizo un pequeño acto de bondad, como fue el de preocuparse unos minutos por un recién nacido. En cambio la Torá valora ese acto, que a los ojos humanos podría pasar desapercibido, pero quien sabe valorar, reconoce que ese hecho puede ser mucho más profundo que muchas revoluciones.
Nuestra parashá nos relata la muerte de Aharón Hacohén hermano de
Moshé y Miriam a lo que comenta la Torá: “Y lloró a Aharón treinta días todo
el pueblo de Israel” a lo que preguntaron nuestros Sabios ¿porque sobre la
muerte de Moshé esta escrito: “Y lloraron los hijos de Israel…” y en cambio
sobre Aharón esta escrito “todo el pueblo” a lo que respondieron: Aharón en su
condición de amante de la paz y armonía entre la gente, mereció el cariño de
todo el pueblo. Una sonrisa, una
buena palabra, un apoyo a tiempo, un buen consejo, no podemos imaginar el valor
de hechos tan sencillos, que equivocadamente consideramos sin valor. Una pequeña preocupación valió la
salvación del pueblo de Israel durante cuarenta anos en el desierto, el deseo
de hacer amistad y la paz entre la gente le hizo merecedor a Aharón del cariño
de todo el pueblo.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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