Torá desde Jerusalem
Parashá Kóraj - Coré
Libro Bamidbar / Números (16:1 a 28:32)
“Pero Kóraj... y Datán y Abiram y On...” (Bamidbar 16:1)
“Pero Kóraj...y Datán y Abiram..y On... y se levantaron contra Moshé y con ellos doscientos cincuenta hombres importantes de la congregación...”. Preguntaron nuestros Sabios sobre el por qué de la crítica de las doscientos cincuentas personas de renombre, acaso aún cuando Kóraj hubiera tenido razón, ¿ellos iban a beneficiarse?, pues Sumo Sacerdote solamente podría, en cualquier caso, ser uno entonces, ¿qué diferencia podría haber para ellos si Aharón o Kóraj ocuparan el puesto?
“Oy la Rasha Oy Le Shejeno”, “Qué desgracia la del malvado, qué desgracia la de su vecino”. La influencia del vecindario, de las amistades, de la comunidad donde uno vive fue expresada con las palabras de oro de Rabí Yosi Ben Kismá en el Pirke Avot, en el que comenta: Una vez me encontraba en el camino y me saludó una persona preguntándome: Rebí, ¿de dónde eres? A lo que le respondí: De una ciudad de grandes sabios y escribanos soy. A lo que siguió proponiendo: Rebí, ¿por qué no acepta a vivir con nosotros y yo le daré bienes y riquezas a lo que le respondí, aunque me dé toda la riqueza y bienes del mundo no habitaré sino en un lugar de Torá.
Dos ejemplos nos trae la Torá sobre la influencia del rededor de la persona. La ciudad de Refugio y Kóraj.
Sobre la ciudad de refugio nos comenta la Torá, la obligación de construir nueve ciudades de refugio, seis de este lado del río Jordán y otras tres más allá del Jordán.
Las ciudades de refugio estaban destinadas a albergar a todos los que, por negligencia, habían causado la muerte de otra persona sin intención de matarla, como los casos que nos relata la Torá del leñador que cortando un árbol le saltó una astilla o la cabeza del hacha cuando lo bajaba para cortar, o de aquél que alisando un techo se le liberó el rodillo cuando lo bajaba... En todos los casos la Torá lo culpa de negligencia sin mala intención, por lo que tendrá que vivir en la ciudad de refugio hasta la muerte del Sumo Sacerdote. En la ciudad de refugio donde debían habitar la mayoría de levitas que su única función debía ser el servicio en el Santuario o el estudio de la Torá, un ambiente serio y responsable de eruditos, donde la vida y su valor tornaban su mayor acentuación, entonces, no le quedaba al refugiado negligente otra posibilidad de impregnarse de responsabilidad y seriedad, remedios a su bajo comportamiento. Por lo contrario nos comenta la Torá la influencia negativa de la convivencia en vecindad de una persona envidiosa y codiciosa.
Es cierto que la codicia no tiene limites y el deseo solo se agranda, pero la buena vecindad, la buena compañía seguro que frena hasta los instintos más fuertes. Ya dijo el refrán: dime con quien andas y te diré quien eres, pero en verdad no es cierto que dirán quien es uno, pero sí podrán decir sobre su comportamiento y su fin.
“Baratí Lejá Ietzer Hará Baratí Lejá Torá Tablín”, “Te creé con instintos, te creé la Torá de remedio”. El conocimiento es el comienzo de la corrección, con la conciencia de que no existe perfecto que no se equivoque, y cuanto más sabe uno más sutil es su prueba, “Gadol Mehaberó Yzró Gadol Mimenó”, “Cuanto más elevada es la persona más sutil es su prueba”.
El examen de la vida se encuentra en todos los niveles y esa es la razón de nuestra existencia, como dijeron nuestros Sabios: Este mundo es como el pasillo anterior al palacio, donde los buenos hechos son los méritos que nos permitarán la entrada en el mundo venidero: “Hayom Laasotam Umajar Lekabel Zejarán”, “Hoy se nos dio para realizar las mitzvot y el mañana para cobrar su pago”.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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