Torá desde Jerusalem
Parashá Metzorá - Leproso
Libro Vayikrá / Levítico (14:1 a 15:33)
Enfoques sobre la Parashá
“Esta es la ley que rige para el Metzorá” (Vayikrá
14:2)
Metzorá: Motzí - sacar, (shem) ra - (un) mal (nombre): Hablar mal sobre alguien.
Hubo una vez un vendedor ambulante que viajaba de ciudad en
ciudad. Él llamaba a las personas
diciendo "¿Quién quiere comprar la esencia de la vida? ¿Quién quiere comprar la esencia de la
vida?. Rabí Ianai lo escuchó y
quiso comprar un poco de su poción.
"Usted no necesita mi esencia, ni aquellos que son como
usted"-contesto el vendedor.
Pero Rabí Ianai presiono al vendedor y finalmente el vendedor saco un "Libro de
Tehilim"(Salmos), y le leyó a Rabí Ianai: "Quien quiere vida..."-
"Cual es la siguiente línea?" - pregunto el vendedor. Contesto Rabí Ianai "Cuide su
lengua del mal!... Yo he leído este versículo toda mi vida y nunca me di cuenta
de su significado hasta que este vendedor me lo enseñó!!".
(Midrash)
“Y será traído al Cohén” (Vayikrá 14:3)
Cuando una persona habla lashón hará (malas lenguas), demuestra que no
tiene idea del poder del habla.
Demuestra que para él las palabras son insignificantes en comparación
con los actos. Al hablar las malas
lenguas, se despierta a un acusador en el Cielo, no solamente contra el
objetivo de su lashón hará, sino también contra sí mismo. Un ángel, provisto de un "grabador
stereo" se para al lado de cada uno de nosotros y graba cada una de las
palabras que pronunciamos. Y para
enseñarles a los que hablan lashón hará el poder que tiene hasta una sola
palabra, la Torá ordena que el trasgresor sea traído al Cohén. Pero, inclusive cuando va a ver al
Cohén, con todo el cuerpo lleno de tzaraat, para que todos lo vean, y hasta que
el Cohén pronuncie la palabra "Impuro", se lo sigue considerando
totalmente puro. Del mismo modo,
no puede retornar a su antigua situación, a pesar de que la enfermedad se haya
curado por completo, hasta que el Cohén pronuncie la palabra
"Puro". Así, el
trasgresor aprende el poder que tiene hasta una sola palabra. Porque con una sola palabra, se lo
segrega, y con una sola palabra, se lo redime.
(Basado en Ohel Yaacob)
“Hashem le habló a Moshé, diciendo: Esta será la ley
del Metzorá” (Vayikrá 14:1)
Metzo-ra ---Motzi-(shem)-ra----hablar mal de alguien (lit. "sacar
un mal nombre", implica mentir).
Sobre gastadas ruedas de acero, las puertas de la fábrica se abrieron
de par en par. Allí, bajo la luz
gris del alba, estaban las máquinas.
Una detrás de la otra, en una larguísima fila cuyo fin se encontraba
lejos, muy lejos. Eran grises y
azul opaco. Majestuosas. Maravillosas. Las 248. Una
máquina tras otra máquina tras otra máquina. El supervisor condujo a su nuevo empleado por el pasillo
central. Pasaron junto a todas
ellas en reverente silencio.
Después de lo que pareció como un siglo, llegaron al final. Y allí se pararon, juntos, al final de
este vasto despliegue de poder industrial, contemplándolo.
Allí estaba, diferente del resto de las maquinas igual que Moby Dick
era diferente del resto de las ballenas.
Enorme, imponente, sola, formidable. "Es esta" dijo el supervisor. "Esta. Sin esta máquina, todas las otras máquinas no valen
absolutamente nada. Nada de
nada. De esta máquina penden la
vida y la muerte".
La lengua es la máquina más poderosa del mundo entero.
En esta vasta fábrica llamada el Hombre, hay doscientas cuarenta y
ocho máquinas, cada tendón corresponde a una Mitzvá. Pero la lengua tiene un poder mayor que el resto.
Una palabra puede matar a distancias que ni siquiera el más poderoso
cohete puede alcanzar. Una palabra
puede causar una plaga más nociva que el ántrax. Y aún así, una palabra puede curar con más poder que una
cirugía a corazón abierto. Una
palabra puede decir más que el más brillante y colorido ramo de flores.
El mundo fue creado con palabras: "En el comienzo Di-s creó los
Cielos y la Tierra...". Él
creó toda la existencia con las dos veintidós letras del alfabeto hebreo. Y le dio al hombre esa máquina tan
increíblemente poderosa: la lengua.
No hay ningún animal en el mundo que pueda hablar. Podrán hacer ruidos, si. Pero hasta la fecha, ninguna ballena
publicó un libro de poemas.
El Hombre es el único Hablador de toda la existencia. A él se le confió una máquina muchísimo
más poderosa que el átomo, y además, mucho más peligrosa. Porque con una sola palabra se pueden
destruir mundos y con una sola palabra se los puede crear.
(Jafetz Jaim)
Shabat Shalom
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