Torá desde Jerusalem
Parashá Miketz - Al cabo
Libro Bereshit / Génesis (41:1 a 44:17)
“Y al cabo de dos años el Faraón
soñó...” (Bereshit 41:1)
En esta parashá comienza la historia de nuestro pueblo en
Egipto y con ella, más tarde, su salida, relato que nos ha acompañado a lo
largo de nuestra existencia.
Los sueños del Faraón no fueron solamente la oportunidad
para que Yosef se diera a conocer, sino la fuente de nuestro entender con
respecto a un tema tan complejo e interesante, como la explicación de los
sueños. A la afirmación del
Faraón: “Y dijo el Faraón a Yosef: soñé y no hay quien me descifre el mismo y
escuché de ti que escuchas un sueño para descifrarlo, a lo que le respondió
Yosef: Excepto Él, responderá la paz del Faraón.
Yosef que tiene la oportunidad de salvarse de la prisión y
de conseguir su libertad, no olvida la verdad, el reconocimiento de su fuente
en El Todopoderoso. Yosef que fue
criticado por nuestros Sabios cuando tras descifrar el sueño del mesero del
Faraón, le ruega al mismo que, una vez vuelto a su puesto y servir ante el
Faraón, no lo olvide y pida por su liberación ya que no hizo nada para ser
castigado. Al respecto dijeron
nuestros Sabios que por esa petición fue castigado Yosef a otros dos años de
cárcel. ¿En qué falló Yosef? ¡En que puso su confianza en el humano
en lugar del Todopoderoso!. Acaso
¿no hizo lo mismo su padre Yaacob cuando volvía a la Tierra de Israel y se
encontraba con Esav? Yaacob no
olvidó después de todos sus esfuerzos y preparativos de lo mas importante, ¡el
rezo!. Yosef confió únicamente en
su esfuerzo; asimismo debemos nosotros sentirnos en todo momento y frente a
toda situación, como está escrito en la Torá: “Verapó Yerapé”, “Y curar
curará”, de donde aprendemos que se le permitió al medico el curar. ¿Cómo debemos entender esta insinuación
de: ¿se le dio permiso al medico de curar? Acaso ¿no tenemos claro la obligación de salvar a toda
persona que esté en peligro? Acaso
¿no está claro que mismo el precepto por excelencia el Shabat se anula delante
de un peligro? Sino que debemos
recordar en todo momento, que estamos obligados a hacer los máximos esfuerzos
por alcanzar nuestras metas, lógicamente y de ninguna manera, debemos olvidar
que al fin de todo depende de la decisión Celestial, como dijo el Talmud que
aunque “el hombre goza de la libertad de elección y de ahí radica su
responsabilidad, no hay quien mueve un dedo en este mundo si no se lo permiten
desde los Cielos”.
“Y a Yosef le nacieron dos hijos antes de que comenzaran los
años de hambre”. Comentan nuestros
Sabios que Yosef no mantuvo vida matrimonial durante los siete anos de
sequía. ¡Qué comportamiento tan
ejemplar la de Yosef!, no solamente por no demostrar vida placentera en público
mientras el pueblo sufre, sino en lo más íntimo, en su propia vida
matrimonial. ¡Qué ejemplo para
nuestros dirigentes y políticos, seguro que Yosef no le faltaba pan para comer,
la Torá nos comenta cómo envió a sus hermanos y cómo los mantuvo después en
Egipto; seguro que no les faltó ninguna necesidad, sino que Yosef, como luego
Moshé como otros grandes dirigentes salían a ver las necesidades de su pueblo,
no se encerraban en sus palacios de marfil, sino que vivían y sentían las
necesidades de sus gentes. ¡Qué
difícil es tener y a la par sentir la necesidad ajena que no siempre se puede
remediar!. Ya dijo Rabí Akiva a
aquél gentil que le preguntó sobre el por qué de la necesidad de los pobres, a
lo que le respondió Rabí Akiva: “Más difícil es la prueba del rico que la del
pobre”. Asimismo dijo Yaacob a sus
hijos: “Lama Titrau”, “Porque se miran”, a lo que explicaron nuestros Sabios
que Yaacob criticó a sus hijos porque aparentaban en público que tienen bienes,
mientras el pueblo sufría hambre.
El sentimiento por el prójimo, la participación en sus
necesidades dentro de nuestras limitaciones, son parte de nuestras obligaciones
básicas con los que nos rodean.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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