Torá desde Jerusalem
“Habla a
Aarón y a sus hijos: Así bendeciréis a los hijos de Israel diciéndoles: Que el
eterno te bendiga y guarde. Ilumine el Eterno Su rostro sobre ti y se apiade de ti. Alce el Eterno Su rostro hacia ti y
ponga en ti paz” (Bamidbar 6:24/27) Nuestra parashá comienza con la obligación del censo de los hijos de
Leví: Guershon y Merarí encargados
del transporte de los utensilios del Tabernáculo y de inmediato nos
relata la Torá la obligación del leproso o del impuro de apartarse del
campamento de Israel. Orden, orden, orden, cada cual tiene su lugar y su obligación. Continua la Torá y nos relata el procedimiento a llevar a cabo en el
caso de sospecha sobre una mujer casada que no guarda el mínimo de
comportamiento de recato, la que es advertida por su propio marido con respecto
a su extraño comportamiento, y donde la Torá hace más de tres mil años en
épocas en que la mujer era algo así como propiedad de su marido, nos enseña un
largo procedimiento para confirmar la veracidad de esas sospechas y, siempre y
cuando la mujer aceptara esa comprobación para limpiar su nombre. No solamente que la decisión está en
sus manos sino que en el caso de que no fuera totalmente cierta la sospecha y
en verdad no hubiera llegado a consumarse el pecado, no solamente que el agua
con la que era comprobada no le causaría ningún daño sino todo lo contrario, se
convierten en la fuente de berajá, como dijo Rashi: Si era estéril, era
bendecida con hijos. De la mayor maldición se puede convertir en la mayor bendición. Así ocurre en todos los conceptos
espirituales donde la potencia de la bondad viene siempre en paralelo a la
potencia de la maldad; es por eso que la Hagadá de Pésaj cuando habla de los
cuatros tipos de hijos en el pueblo de Israel, dijo: Sabio, malvado, sencillo y
quien no sabe ni preguntar, a lo que se cuestionaron nuestros Sabios sobre el
orden: sabio, malvado...
Lógicamente habría que considerar al malvado como al ultimo de todos. La razón por la que el malvado fue
colocado inmediatamente después del sabio, es que a diferencia del sencillo o
del que no sabe ni preguntar, el potencial del malvado está casi a la altura
del sabio, solamente tiene que reconocer su error y decidir el cambio total en
sus hechos, y así lo encontraremos como Resh Lakish que de jefe de banda de
bandidos en un instante, y en el momento en el que decidió cambiar, se
convirtió en Rebí Shimón Ben Lakish, llegando a ser el compañero de estudios de
su cuñado Rabi Yohanán. La vida y
la muerte en manos..., conceptos tan extremos: la vida, la muerte ambos en
manos de una palabra. “Habla a Aarón y a sus hijos:
Así bendeciréis a los hijos de Israel diciéndoles: Que el eterno te bendiga y
guarde. Ilumine el Eterno Su
rostro sobre ti y se apiade de ti.
Alce el Eterno Su rostro hacia ti y ponga en ti paz”. Tres mágicas frases obliga la Torá a los Cohanim a recitar, pues como
continúa el párrafo: “Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel y Yo los
bendeciré”, la bendición solamente puede venir de quien tiene en sus manos el
cumplirlas. ˇSolo Él!. Los cohanim están obligados solamente a
recitarlas. No son los Cohanim
quienes tienen la bendición en sus manos, como tampoco lo son los Rabanim o los
Tzadikim, sino que en ellos están las palabras, el texto, la intención, pero la
bendición sólo le pertenece a quien está en sus manos realizarlas. Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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Parashá Nasó - Levanta
Libro Bamidbar / Números (4:21 a 7:89)