Torá desde Jerusalem
Parashá Pinjás - Fineas
Libro Bamidbar / Números (25:10 a 30:1)
“...Le doy a
Pinjás Mi pacto de paz...” (Bamidbar 25:12)
Y habló el Eterno a Moshé: “Pinjás… aquietó Mi ira sobre Israel, al celar Mi celo…”. Pinjás quien no pudo perdonar la degeneración del Pueblo de Israel tras la idolatría y la prostitución; con un hecho de verdadera entrega por la unidad del pueblo de Israel mereció la herencia del sacerdocio para su descendencia y por la eternidad.
Pinjás actuó en contra de los dictámenes de la Torá, pues sin
considerar la obligación de advertencia, juicio, testigos y demás condiciones
que exige la Torá para castigar, tomó la justicia en sus manos y condenó a
muerte a dos errados. Pinjás sabía
que lo que estaba haciendo era incorrecto, pero asimismo, sabedor de que el
Pueblo de Israel tiene asegurada su continuidad si mantiene, “sin ningún tipo
de concesiones”, la pureza de la familia y la plena convicción de la Hashgajá
(dirección y control Divino).
Valores indudables como el respeto paterno, las limitaciones en la
vida matrimonial, la educación, mantener la continuidad y la proliferación, una
obligación y no una necesidad, en el matrimonio un precepto y no una sociedad
económica, los conceptos se han volcado de tal manera que la lógica se ha
convertido en extremismo y, aunque el mundo pareciera en ciertos momentos
navegar sin rumbo, prefiere fijarse en su pequeño entorno y convencerse que su
piso está bien asegurado, sin pensar en ese ejemplo de nuestros Sabios, en el
que el pueblo judío se compara con un barco en el que cada particular ocupa su
camarote y donde puede llegar a pensar que sus hechos solamente le incumben a
él y no repercuten en los demás, hasta llegar a pensar que es en base a sus
“derechos humanos” y a la “libertad de expresión”. Ambos preceptos en ciertos casos llevados al extremo de lo
ilógico le permiten agujerear su camarote ya que en su dominio tiene “derecho”.
Difícilmente podremos encontrar quien no critique el efecto que tienen
ciertos programas, en especial televisivos sobre todo, pero mucho más sobre una
juventud que por falta de experiencia y criterios suficientes, se ven envueltos
en la agresividad y creación de falsos ídolos sin valores, que la “media” le
proporciona.
El refrán de nuestro antaño “más vale evitar que curar” parecería no
estar muy de acuerdo con la tendencia a la experiencia de lo desconocido, a la
aventura por lo nuevo, a la búsqueda de nuevos mundos y hasta por encontrar una
gota de agua en Marte, que pudiera despertarnos más preguntas de las que ya
tenemos.
El cartel debajo del puente anunciando la pronta inauguración del
hospital que tratará a todos los damnificados en accidentes por las malas
condiciones del mismo, sería aplaudido por la gran mayoría de los usuarios del
puente, en vez de preguntarse la trivial pregunta: ¿No sería más efectivo y
económico reparar el puente, en vez de construir todo un hospital para curar a
los accidentados?
Nuestra mira es tan limitada que solo buscamos soluciones fáciles a
corto plazo.
Pinjás pudo ver el corto plazo de los acontecimientos y no peligrar su
carrera política como sobrino del presidente de la nación judía, pero él sabía
que aunque él se salvara, su descendencia caería en la perdición de lo
superficial e intrascendente.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
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