Torá desde Jerusalem
Parashá Tzav - Ordena
Libro Vayikrá / Levítico (6:1 a 8:36)
Enfoques sobre la Parashá
"Un fuego continuo debe quemar en él; no debe
ser extinguido" (Vayikrá 6:6)
No solo está prohibido apagar el fuego en el Altar, sino que además el
fuego debe ser cuidado y se le debe agregar madera siempre que se necesite,
para que las llamas asciendan constantemente. Si está prohibido apagar siquiera un solo carbón en el Altar
físico, cuanto más está prohibido apagar un simple rescoldo en el Altar
espiritual, el corazón Judío. El
ansia por la santidad, la llama en el corazón que aspira nostálgicamente de
arriba hacia dentro, debe ser constantemente acrecentada; ayudada y reforzada a
través de la razón, la sabiduría y el discernimiento - con la iluminacion de
las mitzvot y la luz de la Torá.
(Orot
Hakodesh, Zevajim 91)
"Tzav..." (Vayikrá 6:1)
Son las últimas horas de la tarde. Reubén decide que desde la puesta del sol ese día hasta la
puesta del sol del día siguiente, se abstendrá de comer y tomar. Él hace esto como un espontáneo regalo
de devoción hacia Di-s. Dos semanas
más tarde, Shimón se da cuenta que el día siguiente es Yom Kipur, y no podrá ni
comer ni tomar por 25 horas.
Interiormente se queja pensando en esas largas horas, la garganta seca,
y el dolor de cabeza que tendrá, pero a pesar de esto cumple con el ayuno. ¿Quién es más grande - Reubén, que
actúa voluntariamente, por propia inspiración, o Shimón, que lo hace porque lo
tiene que hacer - porque se le es ordenado? Uno puede pensar que alguien que actúa voluntariamente está
en un nivel más alto, pero nuestros Sabios nos enseñan que "Es más grande
al que se le ordena y cumple que al que no se le ordena y cumple" (Tratado
Kidushin 31). La razón es que
psicológicamente una persona se resiste a hacer lo que tiene que hacer. Por eso, es más difícil para alguien a
quien se le ordena y hace, que para alguien a quien no se le ordena y
hace. La primera palabra de la
Parashá semanal es "Tzav" - "Orden". Rashi nos dice que la palabra
"Tzav" está siempre asociada con el concepto de disponibilidad. Donde hay una orden, hay una gran
necesidad de entusiasmo, ya que es mucho más difícil hacer...
(Basado en Maiana shel Torá)
"Si lo ofreciere por ofrenda de
gracias..." (Vayikrá 7:12)
¿Qué significa la palabra "judío"?
"Judío" es la traducción de la palabra hebrea
"yehudí", que proviene de la misma raíz que la palabra
"lehodot".
"Lehodot" es un término muy interesante. Posee dos significados. Significa "agradecer" y
tambien significa "admitir".
¿Qué tienen de común "agradecer" y "admitir"?
Al decir
"gracias", estamos, esencialmente, admitiendo. Estamos
admitiendo que estamos endeudados con la otra persona, por la bondad que hizo
con nosotros. A menos que
admitamos que recibimos un favor, no podremos decir "gracias".
Si se nos llama "judíos", si eso es lo que somos, entonces
debe ser que esas dos cualidades, la de admitir, y la de agradecer, son
componentes integrales de nuestro pueblo.
Cuando una persona se salva de un peligro que amenazaba con su vida,
la costumbre judía es hacer una comida especial en agradecimiento a Hashem.
Pero, ¿por qué Le damos gracias a Hashem de esta manera? ¿Por qué no damos fondos para caridad,
por ejemplo?
En la parashá de esta semana, se estudia una categoría especial de
ofrendas que se llevaban al Beit ha Mikdash, y que se llamaban Korban Shlamim
(ofrenda pacífica). Esas ofrendas
las comían, una parte los cohanim, y la otra, las personas que las ofrendaban.
La regla general era que las ofrendas debían comerse en su totalidad
dentro de 36 horas, dos días y una noche. Pero el Korbán Todá era la
excepción. ?En que consistía? El
Korban Toda era la ofrenda que se Le llevaba a Hashem en agradecimiento por
haberse salvado de un peligro.
El lapso permitido para consumir el Korbán Todá eran solamente 24
horas: un día y una noche, hasta la medianoche.
¿Por qué el lapso para comer el Korban Toda era tanto más corto que el
de los otros shelamim? Y este interrogante cobra fuerza si tenemos en cuenta la
inmensa cantidad de comida que se debía consumir con el Toda: cuarenta panes.
La respuesta es que cuando la persona que traía el Toda veía todo lo
que habia para comer, invitaba a sus amigos a celebrar y regocijarse junto a él
en una comida compartida.
Por cierto que el tema principal de conversación era la gran salvación
que habia sido causa del encuentro, y el anfitrión solía narrar las milagrosas
circunstancias de su rescate.
Y, en especial, se le pedía que dijera palabras de Torá y de
agradecimiento a Hashem por su salvación.
Cuando una persona tiene que levantarse y hablar frente a una
multitud, lo normal es que se le acelere el pulso, se le humedezcan las palmas
de las manos y se le seque la boca.
Se ve forzado a pensar con sumo cuidado lo que está a punto de decir, y
cómo va a decirlo.
A través de ese proceso de reanalizar, la persona que recibió el
milagro volvía a examinar cada uno de los detalles de su salvación, con el
resultado de que no solamente inspiraba a su auditorio con el relato, sino que
el mismo alcanzaba la concientización de todo la bondad que le habia conferido Hashem.
(Abarbanel, Rabí Itzjak Ezraji en Mizmor le Todá)
"Se mantendrá ardiendo un fuego continuo sobre
él; no será apagado" (Vayikrá 6:6)
La Torá prohíbe apagar el fuego del Altar. Por el contrario: el fuego debe ser atendido constantemente,
agregándole leña tanto como haga falta, de modo tal que la llama se eleve en
forma constante. Y si está
prohibido apagar siquiera una sola brasa del Altar físico (Zevajim 91),
cuanto más grande será la prohibición de apagar siquiera una sola brasa
ardiente del Altar espiritual, que es el corazón judío.
El ansia de santidad, la llama del corazón que siempre aspira a
elevarse más y más, hacia arriba, hacia su fuente, siempre deberá alimentarse y
fortalecerse, a través del razonamiento, la sabiduría y el discernimiento, con
la iluminacion de las Mitzvot y la luz de la Torá.
(Orot ha Kodesh)
"Ordena a Aharón y a sus hijos, diciendo: 'Esta
es la ley de la ofrenda de elevación..." (Vayikrá 6:2)
Cada uno de los órganos de los sentidos tiene una cubierta que lo
protege de las cosas indeseables.
La boca tiene labios, capaces de evitar que la boca emita frases fuera
de lugar. Los oídos cuentan con lóbulos que pueden emplearse para bloquear la
entrada de malas palabras. Los ojos tienen párpados y cejas. Y asi con todos
los órganos de la percepción.
Con una sola excepción.
La mente no tiene protección.
Los pensamientos no tienen visor.
Van y vienen como quieren.
Por eso hace falta una medida extra de presteza y de vigilancia a fin de
protegerla de los malos pensamientos.
Acerca del versículo citado, Rashi comenta que cuando la Torá emplea
el termino "ordenar", siempre implica "presteza". En el Talmud, Rabí Shimón afirma que
cuando hay un "jisaron kis", la Torá exige una medida extra de
vigilancia.
Literalmente, "jisaron kis" significa "pérdida de
bolsillo", una pérdida monetaria.
En la mayoría de las ofrendas, los cohanim recibían parte del animal
como comida. Sin embargo, en el
caso del korbán olá, en que se quemaba toda la ofrenda y el Cohén no recibía
nada, los cohanim precisaban de una medida extra de vigilancia.
No obstante, "jisaron kis" también puede significar
"que le falta una cubierta".
La ofrenda de elevación se llevaba como expiación por los malos
pensamientos. La mente no tiene
barrera, no tiene cubierta. Por
eso, donde falta la protección, hace falta una medida adicional de vigilancia y
de cuidado.
(Sijot Tzadikim en Maiana shel Torá)
"Ordénale a Aharón" (Vayikrá 6:2)
"¡Lo descubrieron!"
"¡La verdad salió a flote!" "¡Revelación única!" Vivimos en un mundo en el que la falta de cubierta es
endémica; un mundo en el que todo debe revelarse. Por carecer nuestra
sociedad de un verdadero centro espiritual, la única cualidad que se cotiza es
la revelación.
La revelación lo es todo.
Lo que no se ve o lo que no puede verse no vale nada, no sirve para
nada.
Las cosas sagradas, por necesidad, tienen que estar cubiertas. Su propia naturaleza exige una
cubierta. En todas las épocas han existido treinta y
seis tzadikim por cuyo mérito existe el mundo. Están ocultos.
Tienen que estar ocultos.
El domingo 19 de febrero de 1995 falleció en Jerusalem Rabí Shlomó Zalman Oierbaj, a la edad
de 84 años. A la tarde siguiente, 300.000 personas, una
cantidad aproximadamente equivalente a la población adulta judía de Jerusalem, lo escoltó en su último
viaje.
La prensa israelí fue tomada desprevenida. No tenían preparados obituarios, porque nunca habían oído
hablar de él. Fue una persona
frágil y humilde ya desde joven.
No se sentó en un concejo de Sabios. No creó un imperio de publicaciones. No distribuyó cassettes con
clases.
Durante 45 años encabezo una respetada Yeshivá de Jerusalen que le proporcionaba su unico
salario. Y 300.000 personas
escoltaron a este hombre, al que la prensa jamás llegó a conocer, a su último
descanso.
Lo sagrado debe estar cubierto.
Rashi comenta, con respecto al versículo citado: "La palabra
'ordénale' siempre connota diligencia y vigilancia. Rabí Shimón dijo que la Torá necesita un grado extra de vigilancia allí donde
hay una falta de cubierta".
Al pensar en las ofrendas del Templo, pocas veces recordamos que, en
la mayoría de las ofrendas, parte del korbán lo consumían el Cohén y la persona
que lo habia traído. Podríamos
pensar que se trataba de un simple beneficio adicional para quien traía una
ofrenda. De hecho, el acto de
comer, aparentemente, un mero acto físico, cubría la santidad más profunda del
korbán. Sin embargo, había un
korbán que no era consumido ni por el Cohén ni por la persona que habia traído
la ofrenda: el korbán olá o la "ofrenda de elevación". El korbán olá debía ser consumido por
el fuego en su totalidad. No se
comía ninguna parte de él.
En otras palabras, la santidad del korbán olá era algo revelado. No poseía la cubierta; el camuflaje
místico que se producía cuando el Cohén y el suplicante comían el korbán.
Es por ese motivo que el korbán olá necesitaba un grado extra de
vigilancia y diligencia. Porque lo
que es revelado necesita extra protección y vigilancia.
(Jidushei ha Rim)
Shabat Shalom
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