Torá desde Jerusalem
Parashá Vaerá - Y me aparecí
Libro Shemot / Éxodo (6:2 a 9:35)

“Y también Yo he escuchado...” (Shemot 6:5)

“Y también Yo he escuchado el grito de los Hijos de Israel a quienes los egipcios esclavizan y he recordado mi pacto”. Acaso ¿necesita que le recuerden? Si, Hashem exige que le recordemos.

Asi encontramos cuando el Todopoderoso exige que Le construyamos el Tabernáculo y nos dice: “Ashú li Mikdash ve Shajanti Betojam”, “Háganme un Tabernáculo y habitaré entre ellos”, a lo que comentaron Nuestros Sabios: no está escrito en él, sino entre ellos. El Tabernáculo no fue ordenado para que el Creador pudiera encontrarse, ya que Su infinidad no tiene cabida en ningún lugar, sino que el Tabernáculo fue obligado para que nosotros lo encontremos a Él.

El rezo, el llanto, la aclamación no son necesarios para Él, y tal como el profeta Eliyahu se burló de los sacerdotes del Baal, cuando en el monte Carmel les dijo: Griten a su dios, a lo mejor está dormido... Nuestro rezo, nuestra aclamación es para nosotros, para que sepamos sobre nuestra dependencia de Él.

“Por lo tanto, di a los Hijos de Israel: Yo soy el Eterno; Yo os sacaré del sufrimiento de Egipto, los liberaré del trabajo y los redimiré con poder y justicia... Y sabrán que Yo soy.  Toda la misión del Pueblo de Israel en Egipto y su sufrimiento, fue llegar a esa situación por la que podamos saber.

Y dijo Hashem a Moshé: “Ve al Faraón y le dirás: Asi dijo Hashem: Envía a mi pueblo para que me sirvan”. En diferentes oportunidades le repite Moshé al Faraón la petición de enviar al Pueblo de Israel, pero en todas le exige en virtud del por qué, ya que tenemos una misión: Servir a Hashem.

Esta frase: “Shalaj et Ami Ve Yaabduni”, fue utilizada por ciertas instituciones, en las proclamas contra de la Unión Soviética durante los años del telón de acero y como exigencia por los derechos humanos.

La Halajá advierte y prohíbe usar parte de un párrafo como si fuera completo. Lógicamente, el uso de parte de un párrafo, puede dar un significado totalmente diferente al correcto, pues entonces la razón de la exigencia de enviar al Pueblo de Israel era intrínseca a la petición de Servir a Hashem. Era el derecho que tenía Moshé para pedir la liberación de un pueblo en una época donde la esclavitud era aceptada. ¿Acaso tenemos sangre azul o morada la que nos diferencia de los demás, o solamente por ser hijo de madre judía, o racismo? ¡Diferencias por responsabilidades, si! ¡Racismo, no!.

Los que usaron el slogan “Deja salir a mi pueblo” no solamente que no sabían Torá, sino que usaron una traducción totalmente errada, ya que Shelaj no está en tiempo pasivo sino en imperativo, “envía”. Moshé no rogó sino exigió, y el mismo Faraón reconoció su obligación, pero no conocía a Hashem, ni el nombre le era conocido.

La equivocación no fue tan inocente, sino está claro que no quería conocer la razón de la petición. Querían que fuésemos como todos los pueblos, universalistas, y no en vano muchos de nuestros hermanos errados, fueron los propulsores e idealistas de las grandes revoluciones, exigieron igualdades pero quisieron ser diferentes. En esta controversia se encuentran muchos de nuestros jóvenes que no entienden del interés de los demás por mantener una identidad que niegan.

En cierta ocasión, estando en cierto país me presentaron al rabino de una comunidad neo-constructiva judía, dirigente de una asociación comunista, orgulloso de su ateísmo pero también orgulloso de su ascendencia judía; comunista separatista, judaísmo neo-constructiva. Cuántas contradicciones en una sola persona, lo que nos empuja a querer conservar lo que en publico criticamos?

La misión impuesta por el Creador esta por encima de nuestra elección, por lo que inconscientemente nos vemos forzados a justificarnos.

“Am Jofshí Beartzeno”, “Pueblo libre en nuestra Tierra”, palabras conocidas por todos nosotros en un himno falto de mensaje; en verdad habría que gritar “Pueblo obligado a su Tierra”. Dos mil años de sueños en volver a nuestra Tierra, ¿acaso era para ser como todos los pueblos?

Volvamos a nuestras raíces, sepamos el camino a seguir, conozcamos nuestras obligaciones.

La Torá, el Pueblo de Israel y la Tierra de Israel son tres cabos de una cuerda que no se pueden separar.

Shabat Shalom

Rab. Shlomó Wahnón


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