Torá desde Jerusalem
Parashá Vaerá - Y me aparecí
Libro Shemot / Éxodo (6:2 a 9:35)

Reflexiones sobre la Parashá

"Y Yo os redimiré con brazo extendido y grandes juicios. Y Yo os tomaré para Mí por pueblo y seré para vosotros un Di-s" (Éxodo 6:6-7)

El mundo fue creado con diez frases. (Que haya luz...). En Egipto hubo diez plagas. Y en el Sinaí se entregaron los diez Mandamientos. ¿Cuál es la conexión que existe entre estos tres "diez"?

Lo que ocurre, en realidad, es que las diez plagas fueron las que transformaron a las diez frases en los diez mandamientos.

Antes de las diez plagas, el mundo de la naturaleza, que fue creado con las diez frases, ocultaba la presencia del Creador. Cabía la posibilidad de no advertir la mano del Creador Divino, y pensar que la naturaleza carecía de guía.

Las diez plagas afectaron al mundo entero. Con semejantes anormalidades en la naturaleza, se hizo evidente la existencia de un Ser que dirigía y supervisaba hasta el más mínimo detalle de la realidad.

Y fue esa revelación, que Hashem cambia la naturaleza según Su voluntad, la que abrió el camino a la posibilidad de la revelación del Propio Hashem en el Sinaí, y la entrega de los diez Mandamientos.

En otras palabras, a través de los "grandes juicios", las diez plagas que alteraron las "leyes de la naturaleza", se hizo realidad la posibilidad de "os tomaré para Mí por pueblo", con la entrega de los Diez Mandamientos en el Sinaí.

(Jidushei ha Rim en Maiana shel Torá)



"Y os tomaré para Mí por pueblo y Yo seré un Di-s para vosotros" (Éxodo 6:7)

No hay nadie que sea capaz de conocer a Di-s. No hay concepto que logre definirlo. No hay imaginación que pueda comenzar a describirlo.

El pueblo judío alcanza un reconocimiento de lo Divino únicamente a través de la luz de la Torá y las mitzvot. Pues "Hashem y la Torá son uno solo". En arameo, Torá se dice "Oraita", y "or" significa "luz". La Torá es, por así decirlo, la luz que "ilumina a Di-s".  Por eso, únicamente a través de "Os tomaré para Mí por pueblo", vale decir, la entrega de la Torá en el Sinaí, fue posible "Seré para vosotros un Di-s": que el pueblo judío pudiera tener un "encuentro cercano" con la Divinidad.

(Adaptado de Kedushat Levi en Maiana shel Torá)



"Los nigromantes hicieron lo mismo por medio de sus encantamientos; entonces se fortaleció el corazón del Faraón y no les hizo caso..." (Éxodo 7:22)

¿Qué harías si viniera alguien y convirtiera los ríos en sangre? Tratarías de hacer que el río volviese a su estado normal. ¿Y qué harías si alguien hiciera que del río salieran millones de ranas? Tratarías de librarte de ellas.

Pero el Faraón no intentó librarse de las plagas, sino que hizo que sus magos las duplicaran. Eso podrá haber sido muy impresionante, y seguramente debió haberse sentido muy importante, pero con eso lo único que hacía era atacarse a sí mismo.

¿No habría sido mejor que los magos eliminaran la sangre y las ranas? Habría sido igual de impresionante, y muchísimo más efectivo.

Pero así es como funciona la maldad. No importa si pierdo... siempre y cuando el otro no gane.

(Rabí Shlesinger, de boca de Rabí Moshé  Zauderer)



"Esta vez he pecado; Hashem es el Justo, y yo y mi pueblo somos los malvados" (Éxodo 9:27)

Al Faraón le llevó siete plagas admitir que había pecado.  Recién después de la plaga del granizo, dijo: "Esta vez he pecado". ¿Por qué no había reconocido su culpa hasta ese momento?

La cosmología del Faraón consistía de deidades que luchaban entre sí. Supuestamente, cada dios gobernaba un aspecto distinto de la naturaleza. Había un dios del sol, un dios de la luna, un dios del Nilo. El mundo del Faraón era un mundo en que los elementos se  hallaban constantemente en guerra. El dios del Nilo debía ser apaciguado para que el río pudiese hincharse y desbordarse, pues de eso dependía la fertilidad de sus orillas. El dios del sol debía ser apremiado para que no quemara los cultivos. Pero no había ningún dios que combinara juntos todos los elementos, pues cada uno era un poder por separado.

Sin embargo, en el caso de esta plaga, el granizo que cayó en Egipto no era un granizo común y corriente. Adentro de cada piedrita había un diminuto horno de fuego. Se habían unido el fuego y el agua. La unión de los opuestos.  Al ver esta plaga, el Faraón se dio cuenta de que había un Di-s en el cual se unían todas las dispares facetas de la existencia. Por eso admitió: "Esta vez he pecado".

Cuando al decir 'kadish' pronunciamos la frase "Él, Quien hace la paz en sus exaltados reinos...", nos estamos refiriendo a los mundos superiores en los cuales hay un ángel del fuego y un ángel del hielo. Hashem logra hacer la paz entre ambos. Por eso decimos "El hará la paz para nosotros y para todo Israel".

(Sfat Emet)



"Moshé habló ante Hashem, diciendo: 'He aquí que los Hijos de Israel no me han escuchado; entonces ¿cómo me habría de escuchar el Faraón? Y tengo los labios sellados..." (Éxodo 6:12)

El poder del líder espiritual proviene del pueblo.

En cada generación, Hashem promete que habrá líderes espirituales, los grandes sabios de la Torá, a quienes se les conferirá la capacidad de aconsejar y dirigir a la nación.

Sin embargo, cuando el pueblo judío se niega a escuchar a esos gigantes espirituales, y en cambio, van tras los políticos, que no poseen un coeficiente intelectual superior al del resto de la gente, entonces los lideres espirituales no tienen poder de influir ni de ayudar al pueblo.  Por eso, si los Hijos de Israel hubieran escuchado a Moshé, se le habrían abierto los labios y sus palabras habrían afectado hasta al Faraón, pero como los Hijos de Israel no escucharon, Moshé tenía "los labios sellados".

(Oído de Rabí Zev Leff)



"... Y la vara de Aharón se tragó las varas de ellos" (Éxodo 7:12)

"No se deje engañar por falsas imitaciones"

Cuando la vara de Aharón se tragó las varas de los brujos egipcios enfrente del rey, a nadie le quedaron dudas de cual era el original y cual era la copia. La historia judía se vio plagada de otros movimientos que afirmaban ser "el verdadero judaísmo". Sin lugar a dudas, el que tuvo más éxito fue el cristianismo, pero hubo muchos otros que también trataron de llevar la bandera del "judaísmo autentico". Hay algunos que rompen con el judaísmo normativo y se cambian el nombre, y hay otros que usurpan la autoridad de los sabios de la Torá, y a sus creencias también las llaman "judaísmo".

Durante el Imperio Otomano, los caraítas trataron de obtener el reconocimiento de la gente de que ellos eran el "judaísmo auténtico". Se acercaron al sultán, para que los reconocieran como el legítimo "Pueblo de Israel", y al mismo tiempo desenmascararán al pueblo judío de la Torá, acusándolo de ser un "fraude". El sultán convocó a un rabino y a un representante de los caraítas, a que comparecieran delante de él en el palacio real. El sultán decidiría cual de los dos era el auténtico "pueblo del libro", tras prestar oídos a ambas demandas.

Por supuesto, tal como dicta la costumbre de los países orientales, tanto el caraíta como el rabino debían quitarse los zapatos antes de presentarse ante el sultán. El caraíta se quitó los zapatos y el dejó a la entrada del salón del rey. El rabino también se quitó los zapatos, pero el los levantó y los llevó a su audiencia con el sultán.

El sultán se sorprendió muchísimo ante la extraña imagen del rabino sosteniendo el par de zapatos, y exigió una explicación.

El rabino le dijo: "Su Majestad, tal como sabrá, cuando el Santo Bendito Sea, apareció ante nuestro maestro Moisés, la paz sea sobre él, junto al arbusto ardiente, Di-s le dijo a Moisés: "Quítate los zapatos de los pies".

Y prosiguió: "Tenemos la tradición de que mientras Moisés estaba hablando con Di-s, vino un caraíta y le robó los zapatos.

"Por eso, ahora, cada vez que estamos en compañía de un caraíta, no dejamos los zapatos en cualquier lado"

El caraíta se dirigió al rabino, exclamando: "¡Que tontería! Todo el mundo sabe que en la época de Moshé, no había caraítas!"

El rabino dejó que penetraran las palabras del caraíta, y luego agregó, en tono bajo: "Su Majestad, no creo que haya falta decir más..."

No se deje engañar por falsas imitaciones...

(Kojav mi Iaakov)



"Dile a Aharón: 'Estrecha tu vara y golpea el polvo de la tierra...'" (Éxodo 8:12)

Dos hombres van caminando el uno hacia el otro en la calle. Al cruzarse, una sonrisa ilumina el rostro de uno de ellos. Emocionado, le dice al otro: "Itzi, Itzi, soy yo, Moishi. ¿No me reconoces?" Itzi frunce el ceño, tratando de sacar a la superficie un recuerdo profundamente olvidado. "¿Moishi?". El otro prosigue: "¿Es que no me recuerdas, Itzi? Soy yo, Moishi. Una vez te presté 25.000 dólares libres de interés por cinco años" "Ah, si...", responde Itzá, "pero Moishi, ¿qué hiciste por mi últimamente?"

Di-s le dio órdenes solamente a Aharón, no a Moshé, de que iniciara la plaga de piojos. Cuando Moshé mató al egipcio que estaba golpeando a un judío, Moshé escondió el cadáver del egipcio en la tierra. Por eso, tenía una deuda de gratitud con la tierra y no podía golpearla. Sin embargo, la Torá nos dice que el asesinato se dio a conocer, y el Faraón trató de matar a Moshé, forzándolo a irse del país. Entonces ¿qué deuda tenía Moshé con la tierra? De todos modos tuvo que irse para salvar la vida.  A fin de cuentas la tierra no le hizo ningún favor.

Lo que nos enseña la Torá es una lección muy importante: la gratitud no se mide por los resultados. Cuando alguien nos hace un favor, aunque al final no nos sirva de nada, de todos modos estamos en deuda con el, igual que si nos hubiese prestado 25.000 dólares sin interés por cinco años.

(Rabí Reuven Subar)



"Por eso diles a los Hijos de Israel: 'Yo soy Hashem, y Yo os sacaré de las cargas de Egipto... y sabréis que Yo soy Hashem vuestro Di-s, Quien os saca de las cargas de Egipto'" (Éxodo 6:6-7)

En la Rusia de Stalin, hubo personas que permanecieron encerradas en la cárcel durante décadas enteras. Un prisionero en particular estuvo encerrado en una celda muy pequeña, que la mayor parte del tiempo estaba a oscuras. En una de las paredes de su celda había una manivela. Durante 16 horas al día el prisionero debía girar la manivela. 16 horas por día, durante más de 10 años. Los guardias le habían dicho que la manivela estaba conectada a un molino, y que el molino molía trigo para hacer el pan de la cárcel. Cuando Stalin finalmente murió, el hombre fue liberado de su celda.

Salió y dio unos pasos a la luz del día. Las piernas apenas si se le movían, de tantos años de no usarlas. Se frotó los ojos y fue a fijarse en la máquina que había estado operando todos estos años. De la pared exterior a su celda había una vara que estaba conectada a un volante pesado que no estaba conectado a nada...El volante solamente era para dar la sensación de resistencia de una maquina gigante, pero en realidad, este hombre se había pasado los últimos diez años sin hacer absolutamente nada. El hombre se sintió desfallecer. Qué terrible que este castigo "extra" lo recibiese recién después de salir de la cárcel...

En la Torá, las anomalías en la escritura de las palabras revelan tomos enteros de información. En el pasaje citado, la palabra "carga" aparece dos veces. En el primer versículo, al plural le falta la letra vav. En el segundo versículo, está escrito en forma completa. ¿Por qué?

La esclavitud consta de dos aspectos. Uno de ellos es la restricción de la libertad física; el otro, es la esclavitud de la mente. Cuando alguien es esclavo, es consciente únicamente de la esclavitud física que sufre. Está tan concentrado en la supervivencia diaria, que no percibe su cautiverio espiritual.

Di-s le dijo al Pueblo Judío que después que "os sacare de bajo las cargas de Egipto", después de que los saque del cautiverio físico de Egipto, recién entonces "sabréis que Yo soy Hashem vuestro Di-s, Quien os saca de bajo las cargas de Egipto". Recién entonces se darán cuenta de la profundidad de vuestra esclavitud mental y espiritual.

Recién cuando el prisionero está libre físicamente se da cuenta de que estuvo girando sus ruedas espirituales como un ratón en un molino de rueda.

(Shla ha Kadosh, de boca de Rabí Yitzhak Breitowitz)



"Di-s le habló a Moshé y le dijo: 'Yo soy Hashem. Aparecí ante Abraham, ante Yitzhak y ante Yaakov como El Shadai, pero con Mi Nombre Hashem no Me hice conocer ante ellos'" (Éxodo 6:2-3)

Cuando los judíos hablan de Di-s, Lo llaman "Hashem".

Hashem significa "El Nombre". ¿Qué nombre? El nombre que en griego se llama el Tetragramatón, el inefable nombre de cuatro letras de Di-s que representa Su Esencia.

Otro nombre de Di-s es El Shadai. El nombre Shadai es un acrónimo de la oración "Yo, Quien habló y le dijo al Universo 'Basta'".

Cuando Di-s creó el mundo, "puso en movimiento" un proceso que parecía ser infinitamente expansivo. El nombre Shadai connota el poder que tiene Di-s de detener dicho proceso, diciendo 'Basta'.

Al contemplar la naturaleza, nos sorprende encontrarnos con un sistema de limitaciones. "Lo que sube debe bajar". El sol gobierna únicamente de día. La luna, únicamente de noche. El agua fluye hacia abajo. El vapor va hacia arriba. La naturaleza se encuentra limitada y definida por "leyes". Esas leyes son, en esencia, Di-s que dice "Basta".

El versículo citado nos dice que cuando Di-s habló con Moshé, le habló como Hashem, pero cuando se comunicó con Abraham, Yitzhak y Yaakov, Se dio a conocer solamente a través del nombre El Shadai. A primera vista, parece ser una alabanza a Moshé, que Di-s se dirigiera a Moshé a través de Su Nombre esencial, "Hashem", en vez de "El Shadai".

Sin embargo, Rashi nos dice que este versículo en realidad está criticando a Moshé por haber dicho: "¿Por qué le hiciste mal a este pueblo?". Lo que no se entiende es donde está el criticismo implícito.

El Talmud relata la historia de un hombre cuya mujer falleció, dejándole un bebe que alimentar. Él no tenía dinero para contratar una nodriza. Entonces se produjo un milagro: su cuerpo empezó a producir leche de madre, y le dio de mamar a su bebe. Rabí Yosef alabó la grandeza de aquel hombre, ya que para él Di-s hizo tal milagro. Abaie respondió: "¡Al contrario, cuantas faltas tiene que tener este hombre, que todo el orden natural tuvo que invertirse por él!"

La grandeza de Abraham, Yitzhak y Yaakov radicaba en que se relacionaron con Di-s a través del mundo natural. Ellos eran capaces de "ver" a Di-s en cada brizna de pasto, en cada nube, en cada piedra. Las "leyes" de la naturaleza, el nombre El Shadai, les bastaba para poder relacionarse con Di-s. Sin embargo, Moshé necesitaba algo que estaba más allá del mundo natural. Di-s le habló a través de su Nombre Esencial, una revelación que está por encima y más allá del mundo natural.

(Rabí Mordejai Bejer)

Shabat Shalom.


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