Torá desde Jerusalem
Parashá Vayakhel - Y reunió
Libro Shemot / Éxodo (35:1 a 38:20)
"Y congregó Moshé a toda la comunidad de Israel..." (Shemot 35:1)
“Y congregó Moshé a toda la congregación...” “Y habló Moshé a toda la congregación de los hijos de Israel
diciendo: Esto es lo que encomendó Hashem diciendo: Tomen de lo suyo ofrenda
para Hashem, todo bondadoso de corazón...”
Continua la Torá y nos dice: “E hicieron Betzalel y Aholiab, y todo
varón de sabio corazón...
Bondadoso de corazón, sabio de corazón. Entendemos la bondad en su relacion con el corazón, pero
¿qué relación tienen la inteligencia o la sabiduría con el corazón? La Torá nos enseña la importancia de
las intenciones en los hechos, la bondad, la inteligencia.
El Tabernáculo era la fuente de espiritualidad del Pueblo de Israel
durante los cuarenta años que transitaron en el desierto, y tras la entrada a
la Tierra de Israel fue el Santuario su máxima expresión; muchos nos
preguntamos qué significado tendría para nosotros en el siglo XXI, todo el
hecho de los sacrificios, el servicio de los cohanim, etc. Acaso ¿no nos cuesta entender la razón
de las Tefilot (rezos diarios) en su rutina?, a lo que nos aclara la Halajá que
los rezos fueron instaurados por nuestros Patriarcas Abraham, Ytzjak y Yaacob,
en función de los sacrificios, los Temidim (sacrificios diarios), musafim
(agregados por fechas indicadas: Shabatot, Yom Kipur, días festivos: Rosh
Hashaná, Sucot, Shavuot, Pésaj, Rosh Jodesh, etc.
Fueron instituidos en su formato actual por los miembros de la Gran
Asamblea, el último Sanedrín que tuvo su asiento dentro de la explanada del
Santuario. Nos recalca la Halajá
la fuente: nuestros Patriarcas; la razón: los sacrificios; el contenido:
Nuestros Sabios.
Sin embargo, a toda esta riqueza de composición si le falta la
intención de los hechos de quien la recita, se convierte en vacío de contenido,
una piel sin cuerpo o una cáscara sin fruto.
“Tefilá Veló Kavaná Keguf Veló Nesham”, “Rezo sin intención como un
cuerpo sin alma”. Lo que le da
alma al rezo, es la intención que ponemos en ella. Cuando la Torá nos expresa: Y el Eterno recibió a Abel y a
su oblación a diferencia de Caín, aún cuando fue precisamente éste quien trajo
al mundo la idea del sacrificio, pero a diferencia de Caín que traía de todo lo
que encontraba, Abel elevaba de lo primogénito de su rebaño. Caín sintió la obligación y cumplió con
ella, con la obligación no con Hashem, mientras que Abel en verdad no llegó ni
a sentir la obligación, pero una vez que su hermano Caín le enseñó sobre la
misma, puso su corazón en sus hechos y es por eso que continua y critica la
Torá a Caín y le dice: “¿Por qué te ensañaste, y por qué decayó tu rostro? Si haces el bien, Te perdonaré, y si no
haces el bien en la puerta está el pecado y a ti será su deseo y tú te
enseñorearás en él”.
Caín el maestro de la bondad, quien trajo la idea del sacrificio,
entrega al mundo la critica por su mala conducta. No está en el hecho el valor, sino la intención en los
mismos.
Betzalel es denominado Jajam Leb, sabio de corazón, pues sabe usar el
corazón para sus obras. Así
decimos todos los días en el rezo de la Kiriat Shemá cuando la Torá nos obliga:
“Ve Ahavta et Hashem Elokeja Bejol Lebabbja...” “Y amarás a Hashem con todo tu corazón”, cuando la palabra
corazón, a diferencia de la gramática normal aparece con doble Bet, de lo que
aprendieron nuestros Sabios que la doble Bet viene a enseñarnos el servir a
Hashem con todos los instintos, con los correctos y con los no correctos, como
por ejemplo el enfado que siempre es comparado a la idolatría: “Todo el que se
enfada como el idólatra” y asimismo se considera que sufre de una manera
extrema de esa mala condición de enfadarse, la use correctamente para el bien,
como por ejemplo cuando se encuentra frente casos injustos o incorrectos, y
acostumbre su naturaleza a que su enfado sea solamente por el bien de las cosas
y no como respuesta instintiva.
Existen casos en que nos encontramos forzados a demostrar nuestra
desaprobación por los hechos, como lo está obligado un padre a hacerlo frente a
su hijo tras un comportamiento incorrecto. Aunque está obligado a demostrar la molestia deberá
controlarse y no permitir que el enfado se adueñe de él, sino que siempre quede
como dueño de la situación y el enojo sea de la boca para fuera.
Cuentan sobre el Gran
Rabino Shlomó Zalman Auerbach Z”Z”L., que cuando la Jebrá Kadishá le indicó que
pidiera perdón en su nombre y en nombre de la familia frente a la sepultura
abierta de su esposa, como es costumbre, se negó a hacerlo con la excusa de que
su esposa nunca había dado lugar para molestarse. por lo que no debía pedir
perdón alguno pues, nunca su esposa llego a molestarse. Todos los presentes se maravillaron del
esposo que nunca dio lugar a su esposa a molestarse, pero no fue esa la
intención del Rabino. En absoluto,
sino todo lo contrario, él estaba reconociendo la grandeza de su esposa, que
aunque hubieran habido razones para molestarse, nunca lo hizo por la condición
que tenía de no fastidiarse en absoluto.
Sabio de corazón, ese es el estado que debemos aprender de
Betzalel. Buenos artesanos, habían
muchos, sabio de corazón fue la condición que lo defino.
Shabat Shalom
Rab. Shlomó Wahnón
www.mesilot.org yeshiva@mesilot.org