Pirké Avot
Capítulo Primero
Mishná 13
XIII. Hilel . Él solía decir: Quien engrandece
su nombre pierde su nombre, quien no añade hace desvanecer, quien no aprende
merece la pena de muerte y quien se sirve de la corona para su propio beneficio
se extinguirá.
Quien engrandece su nombre pierde
su nombre. La vanidad ya fue definida por el sabio
de todos los sabios el Rey Shlomó como la razón de la perdición de la persona,
cuando definió los diferentes conceptos que el hombre generalmente busca en la
vida, como la razón de la misma, como vanidad de vanidades, ¡todo es
vanidad!. La publicidad, la fama,
el nombre dependen del mundo que rodea al humano por lo que, cuanto más lo
desea más se aparta de la misma, tal como dijeron nuestros Sabios: Quien
persigue los honores, los honores se apartan de él, quien se escapa de los
honores, los honores lo persiguen.
¡Vanidad de vanidades todo es vanidad!.
Quien no añade hace desvanecer,
quien no aprende merece la pena de muerte. El estudio no es un privilegio sino una obligación. El hombre fue definido en la Torá como
Rúaj Hayim y Ónkelos lo tradujo como Rúaj Hamelalá (espíritu hablante), no en
el concepto de comunicación, que también lo encontramos en muchos seres vivientes,
sino como la capacidad de crear un pensamiento; la creación de una idea no
puede estar basada en la nada, sino que se debe forzosamente en el
conocimiento. Cuando la Torá nos
relata los últimos momentos de la Creación nos dice al final del sexto día: “Y
se completaron los Cielos y la Tierra... que construyó El Todopoderoso para
hacer”. ¡Que construyó para
hacer!. El mundo fue creado por el
Todopoderoso para darnos la oportunidad de participar en el y convertirnos en
Su socio. Este es el mundo de los
hechos; quien completa sus 120 años de vida sin hacer nada malo, no crea que
cumplió con su obligación ya que no fue más que un ser muerto. El hijo que no sabe preguntar fue
colocado en la Hagadá como el último de los cuatro tipos de hijos, mucho
después del malvado, ya que este equivocado tiene la oportunidad de
arrepentirse y cambiar su camino y seguir haciendo, mientras que el que no sabe
ni preguntar no sabe ni donde se encuentra, no sabe diferenciar entre el bien y
el mal. Está en este mundo como en
estado de coma.
Quien se sirve de la corona para
su propio beneficio se extinguirá. Lo natural no es razón de orgullo. Quien se enorgullece del estudio o del
cumplimiento de la Torá no entendió su obligación. Acaso ¿alguien se enorgullece de respirar? Es lo mas natural y necesario que debe
hacer como ser viviente; asimismo, sobre el estudio y el cumplimiento de la
Torá la persona debe saber que lo realiza por su propio bien y realidad. El error en la función de la persona no
es solamente una equivocación que a todos nos ocurre, como está dicho: “No hay
justo en la Tierra que no se equivoque”, sino que el error en la función de la
persona es una equivocación total, por lo que su vida deja de tener valor ya
que está totalmente fuera de sí misma.
En la Torá no nos encontraremos ni con misterios, ni tabúes, pero sí nos
encontraremos con principios básicos, con credos obligatorios pues ellos
suponen las raíces, las bases sobre las que tendrán que crecer los
conocimientos, ellos también deben ser tratados y estudiados, discutidos y
comprobados. Las preguntas del
Talmud: ¿de donde? o ¿por que?, tal vez... no solamente que también recaen
sobre los principios más básicos sino todo lo contrario sobre ellos son muchos
más necesarios y obligatorios pues sobre ellos se construirá todo el edificio
de los conocimientos.
Rab Shlomó Wahnón
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