La Anormalidad de la Vida Judía
Por Yaakob Brawer
¿"No puedes hacer algo normal?" La primera
vez que escuché esta pregunta en realidad fue expresada hace 15 años
atrás. Era un miembro
recientemente designado del equipo del hospital Royal Victoria y de la
Universidad McGill. Había salido
en el medio de una reunión importante de presupuesto departamental porque el
sol ya se estaba poniendo, era Tu
BiShevat (el 15 del mes judío de Shevat, celebrado como el "Año Nuevo
de los Árboles"), y tenía todavía que comer cualquier fruta.
Llegué a la Calle Peel a una institución judía, comí
un par de higos, y corrí de vuelta al hospital, donde fui confrontado por
varios colegas interesados quiénes naturalmente asumieron que mi salida abrupta
de tal reunión urgente presagiaba el inicio de una enfermedad seria. Los tranquilicé y les dije acerca de Tu BiShevat, el sol y los higos. Me miraron con una incredulidad
frustrada, y uno de ellos, un judío, farfulló la pregunta que probablemente le
había estado carcomiendo a él desde mi llegada a McGill: “¿No puedes hacer algo
normal?".
Era una pregunta excelente. Abarcaba las ausencias a las
actividades importantes profesionales en Shabat y otras festividades judías, la
no-asistencia a los eventos obligatorios sociales tales como las fiestas a
fines de Diciembre, la barba, tzitzit,
restricciones dietéticas, etc. La
respuesta es, por supuesto, NO. No
puedo hacer algo normal. La vida
judía no es simplemente normal. La
Torá demanda anormalidad.
La normalidad es un estado de ser que es ampliamente
mal comprendido y el término, por lo tanto, a menudo se aplica mal. La normalidad implica predisposición y armonía con la naturaleza. Tal condición usualmente engendra
sentimientos positivos. Nos
sentimos cómodos y seguros cuando nuestro doctor nos dice que nuestros
resultados de la prueba son normales, o cuando el director nos asegura que la
conducta de nuestro niño voluntarioso, aunque irritante, es esa de un
adolescente normal. La gente
intuitivamente asemeja lo normal con lo bueno. En realidad, lo normal es muy malo.
Consideremos,
durante un minuto, la seguridad del doctor que la salud de uno es normal. Lo que él/ella realmente quiere decir
es lo exactamente opuesto. Que una
célula simple en el cuerpo sea capaz de ejecutar y coordinar el vasto complejo
de las operaciones bioquímicas requeridas con el fin de simplemente ser
clasificada como "viva" no es solamente no normal, sino es tan
improbable como para enfocar estadísticamente la imposibilidad. Considere en estas órdenes de magnitud
de complejidad que describen las interacciones de las células individuales en
los tejidos y órganos y uno se ve confrontado a nada menos que un milagro. No hay nada más anormal que un
individuo cuyo cuerpo funciona adecuadamente. La enfermedad, deterioro, y muerte, por otra parte, son
naturales, predecibles, y están muy favorecidas por las reglas innatas que
rigen la existencia física.
El último
hecho de la vida en este universo es la segunda ley de la termodinámica. Crudamente expresado, establece que las
cosas agotadas no se
recuperan. La energía tiende a
disiparse, la estructura y el orden tienden a deteriorarse casualmente. Esto es normal. De acuerdo a la segunda ley de la
termodinámica, una persona alcanza la armonía final con la naturaleza cuando él
está muerto y las moléculas que constituyen su ser están en equilibrio
termodinámico con el ambiente, es decir, el polvo.
La segunda ley de la termodinámica puede ser
opuesta, aunque a un costo muy alto.
La gente instintivamente sabe esto. Alguien, por ejemplo, que necesite un automóvil, no vagará
solitariamente buscando uno, con la esperanza que un automóvil funcional se
haya materializado espontáneamente en alguna parte, en respuesta a las fuerzas
del azar de la naturaleza. Un automóvil,
después de todo, representa un estado de ser altamente anormal. Con el fin de desarrollar un automóvil
de una pila de mineral de fierro, bastante energía debe gastarse ya que el
montón sin forma del yacimiento de metal está en un estado natural relativamente
estable en comparación a la estructura altamente ordenada, antinatural y
extremadamente improbable que constituye un automóvil. Los automóviles, por lo tanto, cuestan. El proceso inverso, sin embargo, no
cuesta nada. Para un automóvil,
que se deteriore en un montón al azar de metal es normal, como cada dueño de
automóvil bien sabe. Lo más
antinatural de una estructura, mayor es el gasto de energía (el costo)
requerido para producirlo. El
mismo principio rige todo lo mundano.
Desde cualquier perspectiva que uno elija, la bioquímica, la economía,
la sociología, la cosmología, etc. --el propósito y el orden son anómalos y,
por lo tanto, la energía debe gastarse con el fin de alcanzar estas condiciones
improbables, inestables y sobrenaturales--. El principio fundamental descrito por la segunda ley de la
termodinámica es así aplicable, en una forma u otra, a cada faceta de nuestras
vidas. Cómo nos relacionamos con
toda esta realidad circundante determina cómo pasamos nuestras vidas. Como en el caso de cualquier ley, uno
puede elegir obedecer o resistir.
Los judíos han elegido resistir con una venganza, así ganando para ellos
mismos notoriedad bien merecida como un "pueblo testarudo".
¿Cuál es la conexión entre transformar un pedazo de
mineral de fierro en un automóvil y la conducta peculiar de los judíos? ¿Cómo y por qué los judíos luchan con
el orden natural? Con el fin de
responder a estas preguntas, es primero necesario considerar un problema más
básico. ¿Cuál es el orden natural
y por qué fue creado para empezar?
La respuesta se expresa, en términos metafóricos, en
el Midrash (Tanjumá, Nasó 7:1). "Di-s deseó una residencia en los mundos
inferiores".
Aunque con una primera mirada, esta declaración
críptica no parece explicar nada, en realidad, explica todo. Más bien, estamos ya completamente
familiarizados con los "mundos " porque es ahí donde sucede que
vivimos. El más bajo de los "mundos
inferiores" es el universo físico.
La expresión "inferior " o "mundos inferiores"
transmite varias ideas importantes.
Primero que nada, implica que hay "algo arriba" o "mundos
superiores". Segundo, en el
contexto de la declaración en el Midrash, "inferior" es un estado de
ser que es preferible a, y por lo tanto, potencialmente superior a ese descrito
como "arriba”.
"Abajo" y "arriba" no son
evidentemente designaciones espaciales, sino más bien se refieren a etapas o
niveles en el proceso de la Creación.
Por ejemplo, una persona puede en algún punto en su vida llegar a estar
enterado del hecho que él quiere una casa. Entonces encuentra razones por qué tener una casa es una
idea excelente: es una buena inversión, su familia se está agrandando,
etc. Posteriormente imagina qué
tipo de casa le gustaría. Entonces
contrata un arquitecto para que diseñe la casa, y así hasta que verdaderamente
tiene la casa. Lo que fue primero
un deseo simple, amorfo, se desarrolló en un proceso de razonamiento. Esto dio origen a una abstracción
mental de la casa que fue después desarrollada en una abstracción física (los
proyectos del arquitecto).
El proceso creativo, por lo tanto, constituye una
cadena dinámica de causa y efecto en la cual elementos "más altos",
por ejemplo, la imagen mental de la persona, son antecedentes para los niveles
más bajos tales como los proyectos en sí.
Obviamente el nivel más bajo en esta cadena, el último en
"inferioridad", es la casa misma y es solamente esta etapa absoluta
más baja que satisface la voluntad original que inició el proceso entero. Las imágenes mentales y proyectos, aunque
expresiones de creatividad e imaginación, no satisfacen. Su única razón de ser es que son pasos
necesarios que conducen al cumplimiento de la voluntad original.
En una vena similar, el proceso de la Creación
Divina comprende una serie progresiva de etapas una "bajo" la
siguiente. La meta final es la
etapa más baja, en la cual la Voluntad Divina primordial que inició el proceso
entero, pueda ser finalmente realizado.
Las etapas se mencionan como
"mundos". En Hebreo, la
palabra para "mundo" es olam
la cual está etimológicamente relacionada con la palabra he'elem, significando ocultación. El proceso Divino creativo consiste en una secuencia
progresiva de condensaciones, u ocultaciones, en los cuales cada etapa o
"mundo" evoluciona hacia la etapa próxima más baja. Con cada paso siguiente (mundo) la
fuerza vitalizante Divina llega a estar más escondida, de tal manera que
mientras más bajo uno vaya, más limitado, independiente y distinto de su fuente
cada mundo aparece. Como en la
analogía de la casa, los mundos más altos (aunque más transparentes para la
Divinidad que los anima) no tienen importancia intrínseca. La cadena evolutiva de los mundos
espirituales son importantes solamente como medios a través de los cuales la
voluntad Divina original puede ser finalmente realizada en la etapa final, la
cual es el mundo físico, o universo en el cual vivimos.
Nuestro mundo es el fin de la línea,
"bajo" lo cual no hay nada más.
Es, por lo tanto, la "ubicación" en la cual Di-s desea una
residencia. La pregunta ahora es
qué es una "residencia" y cómo puede este mundo posiblemente ser
calificado como tal lugar.
Sin mayor estudio, el concepto de una residencia
para Di-s suena idolátrico. Los
dioses del hombre tosco de la mitología, tenían residencias. Zeus vivió en el Olimpus, Odin en
Valhalla y así. Por supuesto, como
en el caso del término "abajo", la expresión "residencia"
está destinada por el Midrash para que sea comprendida metafóricamente. Es, sin embargo, no una metáfora fácil
de captar. El concepto de
residencia implica limitación.
Excluye todos los aspectos de la existencia (por ejemplo, mundos
superiores) que no se ajustan a sus especificaciones. ¿Cómo puede Di-s, quien es infinito y quien trasciende
completamente la Creación, estar incluido en una faceta de la Creación con
dimensiones finitas? Más bien, la
Creación entera, superior e inferior, no es nada más que una expresión de la
Voluntad y Sabiduría ilimitada de Di-s, y es, por lo tanto, totalmente
dependiente de y anulada a Él, precisamente como los pensamientos de una
persona no tienen existencia independiente de él mismo. La Creación está incluida dentro de
Di-s (como el pensamiento de una persona está incluido dentro de él mismo),
Di-s no está confinado por la creación.. ¿Qué significa entonces
"residencia" para Di-s?
El término realmente no nos dice nada acerca de la
esencia de Di-s, la cual es absolutamente desconocida, sino más bien algo
acerca de cómo Él desea manifestarse a sí mismo. Considere lo que una residencia significa en términos
humanos. Un individuo se despierta
en la mañana y se va al trabajo.
En la oficina se revela a sí mismo como un profesional. Sus modelos de conducta, habla e
interacciones sociales reflejan la necesidad de cumplir el papel
profesional. Para sus estudiantes
(supongamos que él es un profesor) es una cosa, para sus colegas, algo más, y
para su director, algo más nuevamente.
A la hora del almuerzo va al centro a comprar una chaqueta y debe
entonces asumir una identidad enteramente nueva y diferente, es decir la de un
cliente. En el camino a casa, en
el metro, tiene que transformarse una vez más nuevamente, en otra clase
caracterizada por su modelo propio único de conducta. Llega a ser un pasajero.
Suponiendo que alguien quería saber quién y lo que esta
persona es realmente. ¿De todas las imágenes que él proyecta durante el curso
del día, cuál, si las hay, es realmente la de él? ¿ No hay una circunstancia en la cual este individuo no
tenga que amoldarse a algún papel requerido?
Captémoslo en el hogar. En una residencia, uno está libre de la necesidad de
proyectar cualquier imagen especial.
Es su refugio donde él puede ser el mismo y revelarse a sí mismo como él
es. La expresión "sentirse
como en casa" transmite tal significado. Implica libertad total de autoexpresión.
Di-s desea revelar su esencia infinita unificada
específicamente en este mundo finito múltiple. Le gustaría que Su voluntad fuera abiertamente reflejada en
el mundo físico y en Sus criaturas.
Tal, en realidad, fue el caso en el Tabernáculo o en el primer Templo en
el cual la Divinidad fue abiertamente revelada..
Por lo tanto el Templo se menciona como la
"casa de Di-s". Aunque
toda la Creación es una expresión de la Devoción, fue solamente en el Templo
que esto fue claro y obvio.
En el resto de la Creación, la Divinidad se ocultó,
así como la identidad verdadera de una persona se oculta por las máscaras que
asume al jugar los diversos papeles requeridos de él. La voluntad esencial de Di-s, la cual refleja Su esencia, se
ocultó con máscaras que nosotros llamaríamos ley natural. El último deseo de Di-s es que Él sea
revelado, no solamente en una región restringida del mundo, tal como en el
Templo, sino que el mundo entero revele la Esencia de Su Divinidad; es decir,
que el mundo entero llegue a ser Su "residencia".
Este entonces es el significado de la declaración
del Midrash que "Di-s deseó una residencia en los mundos inferiores".
Por ahora debería también estar claro que tal deseo
es imposible de cumplir por la simple razón que "inferior" y
"residencia" no son solamente antitéticos uno con otro, sino que cada
uno puede existir solamente a expensas del otro. Si hay un nivel inferior no puede
existir "residencia" ya que el nivel inferior se creó por medio de
una serie progresiva de ocultaciones, finalmente ocultando totalmente la
Divinidad dentro de las túnicas de la naturaleza. El mundo no es solamente opaco a la Santidad, fue creado
específicamente eclipsando la Santidad.
De la misma manera, si hay "residencia" no puede existir
"nivel inferior". Di-s
pudo muy bien revelarse Él mismo y al hacerlo así removió todas las máscaras y
túnicas en las cuales se oculta a Sí mismo, así eliminando la posibilidad de
"mundos" y ciertamente de un mundo tal como el nuestro, el cual es
aparentemente totalmente independiente de Él. Si lo que el Midrash dice es correcto, lo que Di-s demanda
es imposible, o a lo menos sumamente anormal.
Esta paradoja aparentemente insoluble se aprecia por
los filósofos y teólogos de todas las nacionalidades y religiones. Hay ciertamente dos realidades muy
diferentes --Di-s y el mundo--. Lo
mundano y la Santidad son irreconciliables y, por lo tanto, uno puede alcanzar
una solamente a expensas de la otra.
La experiencia religiosa demanda retiro de la vida mundana. En este sentido, tanto el sacerdote
católico y el monje budista están motivados por la misma razón
fundamental. Por otra parte, la
sensibilidad religiosa es una desventaja definida si el objetivo de uno en la
vida es gobernar Wall Street. En
realidad un arreglo puede ser encontrado.
Pueden existir tiempos y lugares para seguir la Divinidad, y otros
tiempos y lugares para perseguir los fines mundanos. La proporción de tiempo y esfuerzo gastados en el
seguimiento terrenal se determina
entonces por la inclinación personal.
Éste es un enfoque filosóficamente sano que permite una vida normal
equilibrada. El problema es que es
inconsecuente con el objetivo de Di-s según lo propuesto en el Midrash.
Contrario a toda razón, el pueblo judío ha tomado la
tarea Divina de convertir este mundo finito, físico con todos sus detalles en
una residencia para Di-s. Si la
conversión de un pedazo de fierro en un automóvil es anormal y contrario a la
naturaleza, ¿cómo uno va a ver la conversión de un automóvil en un recipiente
para revelar la Santidad? Es
normal para un pergamino de la Torá revelar la santidad precisamente como es
para un automóvil reflejar lo mundano.
Para un auto, una casa o alimento revelar la Santidad es inaudito y
totalmente más allá de la comprensión.
No obstante, esta fusión de dos estados mutuamente antitéticos de estar
en una realidad se realiza diariamente por los judíos que viven las vidas
judías.
¿Cómo se hace esto? Simple. Las
instrucciones son suministradas por la Torá. El auto no es dirigido en Shabat, específicamente porque es
Shabat. La casa tiene mezuzot identificándola como una casa
judía y propiedad del Creador. El
alimento es kasher y una brajá se recita antes y después de
comer. La energía suministrada por el alimento se usa para el servicio de Di-s en el
aprendizaje de la Torá y llevando a cabo las Mitzvot. La aplicación de la Torá y Mitzvot a cada aspecto mismo de
la existencia terrenal transforma todos los objetos mundanos y asuntos en
recipientes en los cuales la voluntad suprema de Di-s puede manifestarse. Así, cada Mitzvá realizada por cada
judío produce otro ladrillo para la residencia de Di-s.
El proceso ha sido lento y laborioso. No es accidental que la palabra para el
servicio Divino, avodah, literalmente
signifique trabajo. Más bien,
hemos estado involucrados en este "trabajo" durante 3.300 años. Existe poca duda, sin embargo, que el
trabajo sea casi completo, y cuando lo es, la Bondad, que es la vida de toda la
existencia se revelará en todo.
El judío, entonces, no puede ser normal. Con su alma arraigada en la voluntad
Divina y sus pies colocados en el suelo, aparece como un extraño tanto en el
cielo y la tierra. ¿Quieres ser
religioso? Bien. Anda siéntate en el Beit Midrash y
estudia la Torá. ¿Quieres ser
un participante activo en la vida moderna mundana? También bien.
Encuentra una profesión lucrativa, prestigiosa y ponte a trabajar. Pero, ¿qué tiene que ver la vida
mundana con Di-s y Di-s con la vida mundana? La respuesta, por supuesto, es todo.
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