Autoestima en medio de la dificultad
Primera parte El pequeño conglomerado alrededor
del rabino finalmente se disgregó, y el lobby se vació; un hombre sentado en
una silla del salón prendió un cigarrillo. Un judío observante según las apariencias externas. Estaba absorto contemplando las ondas
de humo que el cigarrillo prendido hacía revolotear sobre su cabeza. Dejando su cigarrillo para que se extinguiera
en un cenicero, se levantó de la silla y empezó a caminar hacia el lobby vacío.
Sus ojos se posaron repentinamente
sobre un sombrero negro tirado en el piso, obviamente dejado ahí por
accidente. Lo recogió, le quitó el
polvo y estaba por dejarlo en una mesa cuando se sobresaltó por una voz. Oh, debe ser mío. Una pequeña pausa y luego, Sí, es mío,
dijo el rabino extendiendo sus manos.
Había bajado al lobby específicamente para buscar su sombrero. Aquí tiene, dijo el hombre
regresando el sombrero. Gracias. Buenas noches. Igualmente. Cuando el rabino se había volteado
para dirigirse a su cuarto, el hombre repentinamente alzó la voz y preguntó,
¿Dispone de un minuto? Sí. ¿Cómo te llamas? Preferiría no decir. Llámeme Reuvén. Está bien, Reuvén. Escuché la discusión que tuvo con
esas personas después de la conferencia.
Usted sabe, con ese israelí. Sí. Lo manejó muy bien, rabino. Gracias. De hecho, no creo haber escuchado
nunca a nadie explicar las cosas así.
Hubiera deseado que alguien como usted me hubiera enseñado cuando yo era
más joven. Al hacer Reuvén una
pausa, se veía que era obvio que tenía mucho en su mente. ¿Podemos sentarnos?, preguntó Reuvén. Seguro. Cuando se sentaron en unas sillas del lobby, Reuvén dijo: Rabino,
pero se detuvo. Obviamente con una
lucha dentro de sí; empezó nuevamente y dijo, Rabino, necesito hablar con
alguien. Adelante, estoy escuchando. Yo ¿Sí? Yo, yo no me siento cómodo hablando de mí. Reuvén se detuvo. Estoy en una situación que no
comprendo. Siempre he ayudado a la
gente. Pero desde que mi negocio
se vino abajo, y me quedé con una enorme hipoteca, una familia grande y muchas
deudas, he sido como veneno para aquellos que están cerca de mí. Para hacer la historia corta, no sé si
todavía tengo un matrimonio. No
soy capaz de tratar decentemente a mi esposa y mi familia. Sé que está mal, pero no puedo hacer
nada. No quiero estar así. Pero las cosas que me han pasado están
más allá de mi capacidad de resistencia.
No entiendo por qué Hashem me ha hecho esto a mí. Siempre ayudé a la gente. ¿A toda la gente? Sí. ¿Incluyéndote a ti? ¿A mí? Sí, tú también eres un judío. ¿Te ayudas a ti mismo? Reuvén hizo una pausa.
Yo creo que usted ya dio con el problema. Yo me descuido. Si tú te descuidas, no puedes
comprender realmente las necesidades de otros. Veahabta lereaja kamoja, Ama a tus semejantes como a ti
mismo enseña que si tú no te amas a ti mismo, no puedes amar realmente a tus
semejantes. Si tú maltratas a tus
amados, es porque te maltratas a ti mismo. Eres amigo de todos excepto de ti mismo. Reuvén metió la cabeza entre las
manos y dijo: ¿Pero no es todo el propósito de la Torá ayudar a otros? Finalmente. Pero primero te tienes que ayudar a
ti. Conoces el famoso caso de dos
personas que están perdidas en el desierto con agua suficiente para que sólo
una de ellas sobreviva. Rabí Akiva
nos enseña que una persona tiene la obligación de primero salvarse a sí misma,
jayeja kodmin, Tu vida, primero.
Tiene que tomar de su cantimplora, aun si eso significa que el otro va a
morir de sed. Éste es el mismo
Rabí Akiva que dice que Ama a tu prójimo como a ti mismo es el gran principio
de la Torá. No hay
contradicción. La persona primero
tiene obligación hacia sí misma, y sólo después puede dar ayuda apropiada a los
demás. El Rebe de Tzans dijo que cuando
era joven, se había propuesto salvar el mundo entero. No obstante, cuando se hizo un poco más grande, concluyó que
el mundo estaba más allá de su capacidad para arreglar, así que redujo sus
objetivos y se propuso arreglar su ciudad. Años más tarde, se dio cuenta que eso también estaba más
allá de sus medios, mientras tanto, su familia estaba carente, así que trató de
arreglarla. Ya como anciano, dijo: ¿Por qué estoy tratando de arreglar a mi
familia? Debo arreglarme a mí
mismo. ¿Si una persona no puede
arreglar el mundo que está dentro de él, qué esperanza tiene de arreglar el
mundo que está fuera de él? Sé mejor que nadie que estoy lejos
de la perfección, dijo Reuvén, pero todavía tengo mucha Torá y mitzvot en mi
poder. Aun las personas con Torá, no
están inmunes de descuidarse a sí mismas.
Es posible hacer de la Torá algo cosmético e ignorar totalmente tu
personalidad. Es por esto que la
Torá enseña: dérej éretz precede a la Torá. Dérej éretz, respeto por otros que emana del autorespeto, de
la dignidad. Primero debes
respetarte a ti mismo para poder respetar a otros. Dérej éretz, entonces, un sentido de valor propio, debe
preceder a la Torá, de otra manera, hasta la Torá se puede volver una vestidura
externa dependiente del valor propio y no una herramienta para desarrollar el
verdadero yo. ¿Está usted diciendo entonces, que
yo he sido castigado por haber descuidado mi persona? No estoy diciendo nada acerca de
castigos. Todo lo que estoy
diciendo es que hay una causa de tu problema. Si arreglas eso, otras cosas caerán en su lugar. No me malinterprete, agregó
Reuvén. Aprecio el hecho de que
usted está hablando conmigo pero, ¿de qué me sirve entender mi problema si
todavía tengo deudas enormes, un matrimonio desintegrado, no tengo ingresos y
todos mis otros problemas? Te regreso la pregunta, dijo el
rabino. ¿De qué te sirve acabar
con tus deudas y superficialmente corregir todos tus problemas si no llegas a
la raíz de tu problema? Ganaría un poco de alivio. Eso tiene un valor, dijo el
rabino, pero tarde o temprano tienes que localizar la causa si quieres curar la
enfermedad. Los problemas son
síntomas. Un síntoma es un regalo
si lo interpretas correctamente y lo usas para curar la enfermedad. El rabino se detuvo por un momento y
luego dijo, -Déjame preguntarte algo Reuvén, ¿para qué construye una persona
una casa? Para protegerse. Sí, pero más aún, tiene una
necesidad de sentirse arraigado, necesita un hogar. La casa es solamente un medio para producir un hogar. Si uno descuida la idea del hogar
mientras se ocupa de construir una casa, daña su objetivo original. Esto es porque la casa es sólo el medio
para construir un hogar. No obstante,
¿cuántas personas conocemos y cuántas historias hemos oído de personas que se
esclavizan a sus carreras a fin de poder tener una hermosa casa, pero descuidan
su matrimonio, sus hijos y a sí mismas?
Tienen mansiones vacías. Y
probablemente sientan el vacío pero están imposibilitadas para detener el
impulso de largos años persiguiendo el medio mientras olvidaban el objetivo. Ahora, ¿qué es lo mejor que Hashem
puede hacer por tales personas, una persona que básicamente es buena, pero que
ha olvidado la idea de construir un hogar en su búsqueda de construir una
casa? Primero, Él le dará signos
de que ha perdido de vista el objetivo, y si él no lee los signos, Hashem en Su
misericordia, le quitará la casa porque se volvió un obstáculo para su objetivo
real. Perdiendo la casa, él puede
ganar un hogar. Por otro lado, si Hashem sabe que
una persona es tan materialista que no va a pensar siquiera dos veces en perder
su casa, Él podría permitirle conservar la casa o el matrimonio superficial, o la relación débil con sus
hijos. Éste es un castigo
peor. Es algo permanente; algo con
ramificaciones permanentes. Sin
embargo, cuando Hashem castiga a la gente que ama, no es de ninguna manera
permanente. Y por lo tanto, no es
realmente un castigo. Él quita a
fin de que la persona gane al final. Entonces, ¿usted está diciendo que en la persecución de los
medios del objetivo yo olvidé el objetivo en sí? Eso es lo que estoy sugiriendo. El objetivo de la Torá puede ser ayudar a otros, pero al
primero que debes ayudar es a ti mismo.
Hashem no quiere que estés satisfecho con un entendimiento superficial o
incompleto de ti mismo, sino quiere que llegues realmente a la raíz de quién
eres tú, limitando o eliminando ciertas cosas externas que te dan un sentimiento
falso de valor propio. Sufres
porque eres merecedor del amor de Hashem. Entiendo lo que me está diciendo replicó Reuvén. Y me gustaría creer que soy digno del
amor de Hashem. Pero tal vez no
soy merecedor de Su amor. Quizá Él
me está castigando realmente. ¿Tú eres un judío ¿correcto? Sí. Kol Israel yesh lahem jelek leolam habá, Todos los judíos
tienen una porción en el mundo venidero.
El solo hecho de que seas un judío, quiere decir que Hashem muestra
favor especial hacia ti. Además de
eso, tienes Torá y mitzvot en tu mérito.
Mientras sigas siendo una persona sincera que quiere mejorarse a sí
misma y a otros, Hashem te puede estar dando golpecitos, pero no es un castigo. Él sabe que finalmente obtendrás
provecho de la dificultad. Por lo
tanto, no te dejes vencer. Tu
dificultad es suficiente sufrimiento.
No lo compliques negando tu valor interno. ¿Pero cómo puedo convencerme de que tengo algún valor si soy
un fracasado para todos los que me rodean? Mientras más notable es la persona, más se espera de
ella. Cuando Hashem piensa que una
persona es fuerte y meritoria, Él generalmente le quita las cosas que más
quiere. Tú te volviste un fracaso,
un fracaso para tus hijos, para tu familia, para tus amigos, para tu
sociedad. Te das cuenta ahora cuán
solo estás. Sin embargo, cuando
todos tus recursos externos que te dan valor se colapsan, descubres algo: que
de cualquier modo, todo siempre dependía de ti. El status y las posesiones no eran intrínsecas. Una mañana te miras en el espejo y dices,
¿soy un fracaso para mí? Hashem
puso Su tzelem Elokim, Su Imagen Divina en mí. Él me creó.
¿Acaso puedo ser un fracaso?
En este punto te descubres a ti mismo. A partir de ahí, puedes reconstruir tu propia imagen. Pero ¿tiene que ser a través de la pérdida de todo lo demás?
A veces. La
Mishná enseña: ¿Quién es rico?
Aquél que está contento con su parte. Si él está contento con su parte en tanto que está viviendo
en la pobreza, entonces si se volviera rico no se echaría a perder por el dinero. Sin embargo, uno que no puede encontrar
satisfacción con las cosas simples cuando sea rico, será destruido por el
dinero. Por supuesto, somos parte
de este mundo material, y está aquí para que nosotros lo aprovechemos. Sin embargo, no vale nada si aprovechándolo
perdemos nuestro yo. Solamente
aprovechando primero nuestro yo, el aprovechar los elementos del mundo tiene
permanencia y significado. Si
descubres tu valor interno mientras estás privado de ciertas cosas esenciales,
entonces después, cuando la normalidad vuelva a tu vida, la tomas con el
conocimiento de que nunca más vas a cambiar los valores reales por valores
externos. Debes tener el favor de Hashem, añadió el rabino, de otra
manera Él te dejaría tener las cosas fácilmente. Debes ser capaz de sobreponerte a tu desesperación. Hashem solamente desafía a una persona
que Él sabe puede perseverar y sobreponerse. Debes creer en ti mismo tanto como Él cree en ti. Reuvén dejó salir un profundo suspiro y dijo: Lo que usted
está diciendo está bien, rabino.
Pero conmigo es una desgracia tras otra. ¿Cómo me puedo sentir bien de mí mismo si todo alrededor de
mi vida se está deshaciendo? Dijiste que me escuchaste hablar antes acerca de la
autoestima dijo el rabino. ¿Tú
crees que lo que dije se aplica solamente cuando las cosas van bien? Muy por el contrario, se aplica
igualmente, si no es que más, cuando las cosas no van bien. Yo creo que entiendo eso, dijo Reuvén, pero no obstante, no
sé cómo creerlo. Usualmente yo soy el que
dice a las personas que tengan fe, sin embargo, ya que he estado sufriendo
enormemente no puedo convencerme a mí mismo de eso. Tampoco te afecta si no puedes
entenderlo o porque no puedes entenderlo con suficiente profundidad
todavía. De cualquier modo, déjame
tratar de ayudarte. Vamos a
asegurarnos que entendemos qué quiere decir ser creado betzelem Elokim, a la
imagen de Di-s. www.mesilot.org yeshiva@mesilot.org
Selección extraída del libro
"Autoestima", por Rabbi Ezriel Tauber
© Editorial Jerusalem de
México