Shabat

Esencia del Shabat


"Más de lo que el Pueblo de Israel ha cuidado el Shabat, el Shabat ha cuidado del Pueblo de Israel."

El Shabat y la vida

Al concepto "Shabat", relacionamos la noción "Menujá" (descanso).  Al hablar sobre descanso, no nos restringimos al descanso físico sino a un sentimiento espiritual.  Este sentimiento nace en la alegría de liberarse del yugo de las exigencias diarias por ganar el sustento.  Se puede agregar el alivio de las demandas del mundo mecánico que nos rodea: el teléfono, la radio, etc.  Éstos también causan "stress" sobre la persona hasta esclavizarla (¿cuánto tiempo aguantaría una persona sentada escuchando el llamado del teléfono sin contestar?).  Para comprender el sentido del Shabat es necesario vivirlo y celebrar la experiencia.

Las comidas festivas de Shabat con la compañía de familiares y amigos, con sus cánticos de alabanza a Di-s, todo esto se combina para crear la sensación de Shabat.  Si se agrega el estudio de Torá en los intervalos libres del día -estudiando Torá no como un ejercicio intelectual, sino con el propósito de acercarse a la Verdad Divina- esto nos dejará equipados, al finalizar el Shabat, con los elementos necesarios para enfrentar la semana entrante con todos sus desafíos.

Sin embargo, el Shabat no se limita al ascenso espiritual del individuo.

La Torá dispone entre las leyes del día "que Tu sirviente y Tu sirvienta descansen contigo" (Deuteronomio 5:14).  La Torá fue entregada al Pueblo en los tiempos cuando universalmente se consideraba al sirviente como una mera propiedad más del amo, destinado a dedicarse a, ni más ni menos, aquello en que se encaprichara su amo.  Para contradecir esta forma de pensar, la Torá nos indica que el descanso es universal sin diferencias sociales.  Incluidos en el descanso sabático -bajo nuestra responsabilidad- están "el extranjero que habita en nuestro medio" y, es más, "tu animal".  El Shabat protesta contra la esclavitud y la opresión.  Al elevar la copa del Kidush, el judío une el sentido de la Creación con el derecho a la libertad.

Nuestros Sabios resumieron todas las virtudes del Shabat en la Hagadá de Pésaj: "Si Di-s no nos hubiese acercado al Monte Sinaí, y tan solo nos hubiese entregado el Shabat, hubiese sido suficiente!".


La dignidad del trabajo

La Torá dice: "Seis días trabajarás y harás toda tu labor".

Labor es entonces la base del Shabat; la labor fue enaltecida por el decreto Divino, pues la labor no es una deshonra, sino un derecho humano, y un derecho sagrado.  ¡Cuántos siglos transcurrieron hasta que el mundo concibió esta verdad!.  ¡Qué diferencia entre obreros de las "civilizaciones" griegas y romanas, quienes padecieron de la falta de derechos humanos y las democracias actuales!  Cuántas revoluciones, miserias y guerras podían haber sido evitadas, si se hubiera respetado desde un principio la dignidad y el honor del trabajo.

La tradición judía cuenta que el primer hombre, Adam, al ser expulsado del Gan Eden, solo se reconcilió con su destino luego de habérsele aclarado que iba a trabajar.  Dicen nuestros Sabios: "Grande es el trabajo, pues honra a aquel que lo realiza".


Libertad espiritual

Sin embargo, la labor no representa a todo.  Tal como la labor posee la fuerza de emancipar a la persona, el ser humano se puede convertir en un esclavo de su propia labor.  El Talmud cuenta que cuando el Todopoderoso creó el cielo y la tierra, éstos "giraban sin acabar como dos bobinas de hilo", hasta que el Eterno les ordenó, ¡Suficiente!, y comenzó el Shabat.  Esto nos muestra al Creador como un Ser Quien, intencional, y premeditadamente limita Su actividad según Su propio y libre deseo, y según el propósito que tenga esa actividad.

La señal que nos dio Hashem para que demostremos nuestra fe en Él como Creador ilimitado, no es la labor misma, sino, la restricción autodeterminada al trabajo.  Al suspender su trabajo cada Shabat, el judío da testimonio del poder creativo de Di-s.  Además, el hombre demuestra al mundo su propia grandeza, pues todos los astros y demás seres del mundo, una vez comenzado su trayecto, continúan sin cesar -ciegamente- las leyes de la naturaleza, mientras que el hombre, en una acción de fe, limita su labor, dándole así su sentido y propósito.  De este modo, el hombre recibe la denominación "Domé Le Iotzró" = similar a Di-s; así como Creador, Él es el patrón de su trabajo y no el esclavo.

Sin embargo, esta grandeza del hombre depende directamente de su intención de cooperar con el plan Divino en este mundo utilizando su poder para servir a Di-s y ayudar a los seres humanos.  Pero si su libertad de acción y su poder sobre la naturaleza por el cual él puede apoderarse de ella, amoldarla, adaptarla y controlarla según su deseo, lo lleva a considerarse a sí mismo como quien suplantara al Creador, responsable ante ningún otro que su propia conciencia- entonces esta libertad se convierte fácilmente en la causante de su decadencia. 

Es entonces cuando viene el Shabat al rescate del hombre, y ésta es una de las faces más fundamentales con respecto a nuestra manera de observarlo.

Al suprimir nuestra característica humana de producir y crear, y por medio de esta inactividad, rendir homenaje a Di-s, comprenderemos el sentido que el Shabat nos está tratando de insinuar.  Es justo aquello que el Eterno le dijo al primer hombre: "te He colocado en Mi mundo. Todo lo que he creado es para ti, Ten cuidado de no corromper y destruir Mi mundo".

Esta es la esencia del Shabat.  La acción misma de observar el sábado, proclama la libertad humana por un lado y su subordinación al Creador, por el otro.  No hay libertad más grande, que la posibilidad de dedicar todos los poderes humanos a Di-s.


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