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por Eva Lewitus




¿Por qué esta noche es distinta a las demás?

La casa está limpia. No se encontraría ninguna miga de pan en ningún lugar. Mi madre y mis hermanas se esmeraron en la preparación de la comida especial de esta noche. La mesa está puesta. Con toda la familia, tías, tíos, primos y primas, seremos 26. Nos reunimos todos anualmente para esta noche de remembranzas. La vajilla y los cubiertos brillan como nuevos, después de haber sido guardados desde el año pasado. El pan ácimo, Matz
á, esta en su bandeja especial, e igualmente el hueso con un poco de carne, símbolo del sacrificio del cordero pascual; el huevo cocido, algunas hojas de apio, el rábano picante, las hierbas amargas, la mezcla de manzana rallada con nueces, canela y vino tinto; el Jaróset, que simboliza la mezcla para la elaboración de ladrillos en el levantamiento de las pirámides. No falta el pocillo con agua salada para remojar el apio, y para la entrada de la cena, el huevo pasado. Las copas resplandecen. El vino dulce especialmente traído de Israel está destapado.

Hasta hace 3 años, mi abuelo leyó toda la Hagadá, el libro de relato que acompaña la comida ritual, inaugurando la fiesta de Pésaj y sin pasarse ni una sola página. Cantábamos todas las canciones, rezábamos todos los rezos contenidos en él. Qué hambre teníamos hasta que llegábamos a la parte donde el abuelo nos mostraba el hueso, el símbolo que Di-s nos salvó de las hordas de nuestros enemigos. Después señalaba el pan ácimo, la Matzá - el más modesto de los alimentos, mezcla de harina simple no enriquecida y agua - diciendo que no debemos olvidarnos del tiempo en que tuvimos que salir de Egipto tan apresuradamente que ni tuvimos tiempo de hornear pan. Por último, nos señalaba las hierbas amargas, diciendo que no nos olvidáramos del tiempo que las vidas de nuestros padres eran amargas bajo el yugo de nuestros opresores.

Después de la muerte de mi abuelo, mi padre siguió con la costumbre leyendo la Hagadá, el relato de la historia del Éxodo, como mi abuelo lo habia hecho a la muerte de mi bisabuelo, y éste a la muerte de su padre, y así regresando en el tiempo hasta llegar al tiempo Bíblico.

Pero siempre es el menor de la familia que pregunta: "¿Por qué esta noche es distinta a las demás?"

La noche comienza con un rezo, bendiciendo a Di-s y dando gracias por entregarnos sus mandamientos, su amor, las festividades para el regocijo y, sobre todo, la Libertad. No solamente nuestra Libertad, la del pueblo judío. La Libertad para todo el mundo.

Sabía que ahora tenía que prestar mucha atención, porque ahora venía la bendición de la matzá, el pan ácimo. Se quiebra una de las matzot en dos pedazos, como Di-s partió las aguas del Mar Rojo. Una parte se devuelve a la bandeja para repartirla luego a los comensales pero el otro pedazo, el Afikomán, se envuelve en una servilleta y… se esconde. Nunca supe cómo mi abuelo, y ahora mi padre, lo hicieron, que nadie se dio cuenta dónde lo ocultaron. Al final de toda la cena, cuentos, leyendas, explicaciones, al final de todos los rezos y cantos, el que lo encuentre recibe un regalo. Y todos, inclusive los más grandes, se esmeran para encontrar el Afikomán en los sitios más inverosímiles.

Ahora me toca a mí, y pregunto: "¿Por qué esta noche es distinta a las demás?"

Las respuestas están en la Hagadá.

Llegamos a leer sobre los 4 hijos. El Sabio, El Malvado, El Simple, y El que no sabe Preguntar:

El Sabio sabe preguntar.

El Malvado se burla de las preguntas.

El Simple sólo pregunta "¿qué es esto?"

El que no sabe Preguntar, a él hay que enseñarle cómo hay que preguntar.

Mi abuelo siempre nos preguntó: ¿a cual de los 4 hijos te pareces?

Cada año se repite el relato de la Hagadá, para que también el que no sabe preguntar, aprenda nuestra historia.

Llenamos las copas con el vino y recitamos las 10 plagas que los egipcios tenían que sufrir por no dejar salir a los hijos de Israel.

¿Quién las sabe?

En los tiempos medievales, el Rabí Juddá hizo los primeros Acrónimos: Detsaj, Adash y Beahab, formados por las primeras letras en hebreo de Sangre, Ranas, Piojos, Bestias, Peste, Sarna, Granizo, Langostas, Oscuridad y Muerte de los Primogénitos.

Por cada Plaga pronunciada, se introduce el meñique al vaso de vino y se derrama una gota al piso (no debemos tomar una copa llena, no tener un gozo completo, porque los egipcios también eran hijos de Di-s; no debemos regocijarnos por la tribulación de otros). Los niños por supuesto se lamen el dedo después de cada introducción al vino, y nadie "se da cuenta".

Nos lavamos las manos, bendecimos el vino, bendecimos la matzá, bendecimos el apio, sumergido en el agua salada y comemos el primer sándwich, concebido en la edad Media, colocando el rábano picante (las hierbas amargas) entre dos pedazos de matzá.

Con esto se abre aún más el apetito, y si mamá no trae rápido la entrada y enseguida la sopa con las albóndigas hechas de harina de matzá, no quedaría ni un pedacito más de matzá en la mesa y nada del jaróset, el cual es riquísimo. Mi tía sefardí, (ella nació en Francia) siempre nos trae un pocillo de jaróset, que no esta hecho de manzana y nueces, sino de dátiles. Compartimos las diferentes tradiciones culinarias.

Mi abuelo tenía una Hagadá viejísima, con bellas ilustraciones, oriunda de Alemania. A mí me regalaron una Hagadá moderna, hecha en Israel, con fotografías de paisajes y artefactos arqueológicos de los lugares y acontecimientos mencionados en la Hagadá. Mi tía tiene una copia de una Hagadá del siglo 15 de España con ilustraciones de una fiesta de Pésaj de esa época. Pero el contenido de la Hagadá es igual para todos. Lo único que varía son los ornamentos y las ilustraciones.

Después de la cena hay más rezos, pero sobre todo hay canciones.

¡Casi me olvidé de la copa de vino del profeta Eliahu! En cada celebración de Pésaj, se reserva un sitio para el profeta Eliahu. Para la cuarta y última copa se llena también el vaso del profeta y se abre la puerta para que Eliahu pueda entrar.

Entre las canciones que se cantan ahora, siempre me gustó la de los números.

Uno, ¿quién lo sabe?

Uno, yo lo sé,

Uno es nuestro Dios que está en el cielo y en la tierra.

Dos ¿quién lo sabe?

Dos, yo lo sé.

Dos son las tablas de La Ley. (Las tablas de los 10 Mandamientos)

Uno es nuestro Di-s que está en el cielo y en la tierra.

Tres, ¿quien lo sabe?

Tres son los Padres (Patriarcas).

Siempre se repiten los versos anteriores.

Todos lo cantamos sin mirar el libro, por que ¿quién no sabe los 13 números?

Cuatro son las Madres (Matriarcas).

Cinco son los libros de la Torá. (los primeros 5 libros de la Biblia)

Seis son los Tratados de la Mishná. (El núcleo del Talmud)

Siete son los días de la semana.

Ocho son los días de la circuncisión.

Nueve son los meses de gestación.

Diez son las leyes. (Los 10 Mandamientos)

Once son las estrellas.(las estrellas que Yosef vio en su sueño)

Doce son las tribus.

Y ¿quien sabe trece?

Trece yo lo sé.

13 son los atributos de Di-s,

12 son las tribus,

11 son las estrellas,

10 son las leyes,

9 son los meses de gestación,

8 son los días de la circuncisión,

7 son los días de la semana,

6 son los Tratados de la Mishná,

5 son los libros de la Torá,

4 son las Madres,

3 son los Padres,

2 son las tablas de La Ley,

1 es nuestro Di-s que está en el cielo y en la tierra.

¡Ufff!

Y por último, último, cantamos el Jad Gadya: vieja, viejísima canción que todavía se canta en arameo. (Abraham nuestro primer Padre, era Arameo.)

Por dos monedas mi padre compró un cabrito.

Entonces vino el gato y se comió el cabrito que mi padre compró por dos monedas.

Entonces vino el perro que mordió el gato que comió el cabrito que mi padre compró por dos monedas.

Entonces vino el palo que golpeó el perro que mordió al gato, que comió el cabrito que mi padre compró por dos monedas.

Entonces vino el fuego que quemó el palo que golpeó al perro que mordió...

Entonces vino el agua que apagó el fuego que quemó el palo que...

Entonces vino el buey que tomó el agua que apagó el fuego que...

Entonces vino el matarife que degolló al buey que se tomó el agua que...

Entonces vino el Angel de la muerte que mató el matarife, que degolló...

Entonces vino El Santo Di-s Bendito Sea, y eliminó al Angel de la Muerte, que mató el matarife que degolló al buey que tomó el agua que apagó el fuego que quemó el palo que golpeó al perro que mordió el gato que comió el cabrito que mi padre compró por dos monedas.

Al terminar la noche, la copa de Eliahu esta vacía. ¿Eliahu participó y partió, sin que nadie lo hubiera visto?