No desacreditar al pobre
Nuestros
Sabios de la Mishná nos enseñan
(Avot 5:13):
Hay cuatro
clases de comportamiento respecto de la tzedaká:
El que
quiere dar pero no quiere que los demás den, es mezquino respecto de los
demás.
El que
quiere que los demás den pero él no quiere dar, es mezquino respecto de lo de
él mismo.
El que da y
quiere que los demás den, es un piadoso.
El que no da
ni quiere que los demás den, es un malvado.
Esta Mishná
de "Pirké Avot" trata sobre la actitud de cuatro clases de personas,
en lo que se refiere a la tzedaká.
Debemos
saber que la forma en la cual la persona cumple la mitzvá de la tzedaká es el
indicador que nos revela lo que hay dentro del corazón del hombre.
La tzedaká
misma, así como lo indica la palabra, es un acto elemental de justicia social
del que nadie debe ni puede liberarse.
En los tiempos del Talmud, las comunidades tenían la autoridad para
ejercer presión sobre la persona que se negaba a contribuir con la tzedaká
comunitaria en la medida de sus posibilidades económicas.
Lo que la
Mishná quiere destacar aquí, es la buena o la mala voluntad de la que da (o no
da).
El que da
pero no quiere que los demás den, es mezquino con los demás, ya que no quiere
que los demás se enriquezcan por el mérito de dar tzedaká. O incluso si él no cree que se
enriquecerá por dar tzedaká, pero sí cree que tiene la obligación moral de dar,
él no quiere que también sus familiares den tzedaká para que ellos no
"derrochen" su dinero.
Por otro
lado, el que quiere que otros den pero él mismo no quiere dar, es sencillamente
un avaricioso. A él le parece bien
que se haga algo en favor de los necesitados, pero le resultan excesivas todas
las contribuciones que le piden, por mínimas que sean, y por supuesto, nunca le
faltan argumentos para justificar su conducta. Él es simplemente un egoísta.
La tercera
clase de persona es quien da tzedaká y también quiere que otros den. Él es un piadoso. Él no se limita a cumplir con su deber
ético y moral, sino que, además, intenta convencer a los demás para que también
den.
La cuarta y
última categoría, es quien no quiere dar y también se opone a que otros
den. Esta persona es un
malvado. No sólo que su avaricia
le impide dar a los pobres, sino que, además, con sus palabras de desprecio hace
que otros no den. Él les reprocha
a los pobres su miseria, y se permite juzgarlos en lugar de ayudarlos.
Esta clase
de personas considera que la pobreza es un crimen y la riqueza una virtud. Esta es la clase de personas que
acostumbran decir: "es pobre pero honrado", como si normalmente el
pobre fuera deshonesto pero este pobre es una excepción a la regla. De esta manera ellos provocan que los
pobres y los necesitados se queden sin ayuda alguna.
Es verdad
que no fácilmente podemos encontrar gente que es mezquina pero a la vez son
honestos con su mezquindad, y reconocen abiertamente que son mezquinos y
manifiestan que tienen con el pobre.
La mayoría
de las personas mezquinas sienten vergüenza de decir explícitamente que ellos
son mezquinos, y para justificar su actitud desacreditan al hombre pobre y
dicen que él es indigno de recibir ayuda.
La
diferencia entre estos dos es la siguiente: Si alguien admite que es mezquino,
otros tendrán piedad del pobre y le darán. Pero si alguien desacredita al hombre pobre, estará
provocando que otros, que previamente tenían pensado dar, ahora se nieguen a
dar, así como hace él. Y por esta
razón los Sabios llamaron malvados a esta última clase de personas.
Para
terminar este capítulo, es muy apropiado recordar las palabras de Rav Shmelke:
“Cuando un hombre te pide ayuda, no utilices sus
defectos como excusa para no ayudarlo, pues entonces Di-s habrá de buscar tus
malas acciones, y con seguridad Él encontrará muchas. Recuerda que las transgresiones del hombre pobre han sido
expiadas por su pobreza, mientras que las tuyas aún permanecen contigo.”
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