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R. Yosef Benchimol




No desacreditar al pobre

Nuestros Sabios de la Mishná nos enseñan (Avot 5:13):

Hay cuatro clases de comportamiento respecto de la tzedaká: 

El que quiere dar pero no quiere que los demás den, es mezquino respecto de los demás. 

El que quiere que los demás den pero él no quiere dar, es mezquino respecto de lo de él mismo.

El que da y quiere que los demás den, es un piadoso. 

El que no da ni quiere que los demás den, es un malvado.

Esta Mishná de "Pirké Avot" trata sobre la actitud de cuatro clases de personas, en lo que se refiere a la tzedaká.

Debemos saber que la forma en la cual la persona cumple la mitzvá de la tzedaká es el indicador que nos revela lo que hay dentro del corazón del hombre.

La tzedaká misma, así como lo indica la palabra, es un acto elemental de justicia social del que nadie debe ni puede liberarse.  En los tiempos del Talmud, las comunidades tenían la autoridad para ejercer presión sobre la persona que se negaba a contribuir con la tzedaká comunitaria en la medida de sus posibilidades económicas.

Lo que la Mishná quiere destacar aquí, es la buena o la mala voluntad de la que da (o no da).

El que da pero no quiere que los demás den, es mezquino con los demás, ya que no quiere que los demás se enriquezcan por el mérito de dar tzedaká.  O incluso si él no cree que se enriquecerá por dar tzedaká, pero sí cree que tiene la obligación moral de dar, él no quiere que también sus familiares den tzedaká para que ellos no "derrochen" su dinero.

Por otro lado, el que quiere que otros den pero él mismo no quiere dar, es sencillamente un avaricioso.  A él le parece bien que se haga algo en favor de los necesitados, pero le resultan excesivas todas las contribuciones que le piden, por mínimas que sean, y por supuesto, nunca le faltan argumentos para justificar su conducta.  Él es simplemente un egoísta.

La tercera clase de persona es quien da tzedaká y también quiere que otros den.  Él es un piadoso.  Él no se limita a cumplir con su deber ético y moral, sino que, además, intenta convencer a los demás para que también den.

La cuarta y última categoría, es quien no quiere dar y también se opone a que otros den.  Esta persona es un malvado.  No sólo que su avaricia le impide dar a los pobres, sino que, además, con sus palabras de desprecio hace que otros no den.  Él les reprocha a los pobres su miseria, y se permite juzgarlos en lugar de ayudarlos.

Esta clase de personas considera que la pobreza es un crimen y la riqueza una virtud.  Esta es la clase de personas que acostumbran decir: "es pobre pero honrado", como si normalmente el pobre fuera deshonesto pero este pobre es una excepción a la regla.  De esta manera ellos provocan que los pobres y los necesitados se queden sin ayuda alguna.

Es verdad que no fácilmente podemos encontrar gente que es mezquina pero a la vez son honestos con su mezquindad, y reconocen abiertamente que son mezquinos y manifiestan que tienen con el pobre.

La mayoría de las personas mezquinas sienten vergüenza de decir explícitamente que ellos son mezquinos, y para justificar su actitud desacreditan al hombre pobre y dicen que él es indigno de recibir ayuda.

La diferencia entre estos dos es la siguiente: Si alguien admite que es mezquino, otros tendrán piedad del pobre y le darán.  Pero si alguien desacredita al hombre pobre, estará provocando que otros, que previamente tenían pensado dar, ahora se nieguen a dar, así como hace él.  Y por esta razón los Sabios llamaron malvados a esta última clase de personas.

Para terminar este capítulo, es muy apropiado recordar las palabras de Rav Shmelke:

“Cuando un hombre te pide ayuda, no utilices sus defectos como excusa para no ayudarlo, pues entonces Di-s habrá de buscar tus malas acciones, y con seguridad Él encontrará muchas.  Recuerda que las transgresiones del hombre pobre han sido expiadas por su pobreza, mientras que las tuyas aún permanecen contigo.”