Mesilot HaTora Logo Mesilot HaTora Banner







Los Deberes del Hombre en el Mundo
Por Rabí Moshé Jaim Luzzatto

El principio de la devoción y la raíz del servicio íntegro son el esclarecimiento y la verificación en el hombre de sus obligaciones y el saber hacia dónde debe dirigir su objetivo y esfuerzos en su labor cotidiana.

Nuestros Sabios indicaron:  "El hombre fue creado para deleitarse en el Eterno y disfrutar del resplandor de Su santidad", pues es el placer auténtico y la satisfacción más intensa posible de encontrar.  El lugar verdadero de esta quietud es el Mundo Venidero, pues fue creado con la preparación necesaria para tal fin; pero el sendero para alcanzar nuestro objetivo es este mundo, como declararon nuestros Sabios: "Este mundo es el pasillo hacia el Mundo Venidero" (Avot 4:21), y los medios para llegar allí son los preceptos que nos ordenó el Eterno y el único lugar para cumplirlos es este mundo.

Por lo tanto, el hombre fue colocado en este mundo desde un principio para que a través de los preceptos logre alcanzar su lugar en el otro mundo y disfrutar allí de los beneficios aquí adquiridos, como lo afirman nuestros Maestros:  "Hoy para cumplirlas (mitzvot) y mañana para recibir la recompensa" (Eruvín 22a).

El análisis demostrará que lo único realmente perfecto es apegarse al Creador, como solía decir el rey David: "Y yo en las cercanías de HaShem hallo mi bien" (Salmos 73:28) y "Sólo una cosa pediré al Eterno, habitar en Su casa todos los días de mi vida..." (Salmos 27:4).  Ese es el único bien y todo lo demás considerado benéfico por el hombre no es más que vacío e ilusión.

Para que el hombre pueda merecer dicho beneplácito deberá trabajar y concentrar sus esfuerzos en ello o sea, que intente apegarse al Creador a través de sus actos (mitzvot) cuyo resultado será en consecuencia lo antedicho.

He aquí que el Eterno colocó al hombre en un lugar donde existen muchos factores que lo alejan de Él, que son los deseos terrenales que inclinándose tras ellos se alejará del verdadero bien, encontrándose en medio de una gran batalla; ya que todo en este mundo, lo bueno y lo malo son pruebas para él, por una parte la riqueza y por la otra la pobreza, como dijo el rey Salomón: "Por si me saciare y negara al Rey, diciendo: ¿Quién es el Altísimo?  No sea que me empobrezca y robe..." (Proverbios 30:9).

Por una parte, el sosiego y por la otra el sufrimiento de manera que es furiosamente atacado por todos lados.  Si logra vencer se convertirá en un hombre íntegro merecedor de unirse al Creador, saliendo del pasillo  para entrar en el Palacio y allí disfrutar de la luz eterna.

En la medida que venza sus instintos y pasiones y se distancie de los factores que lo alejan del bien y trate de unirse al Todopoderoso, lo logrará y se regocijará en Él.

Al profundizar en este asunto verás que el mundo fue creado en función del hombre.  En realidad, éste se enfrenta a una gran decisión; pues si se inclina tras este mundo alejándose de su Creador, se corrompe, y el mundo junto a él; pero si se autocontrola uniéndose a Él y utiliza el mundo sólo como ayuda para su servicio Divino, se eleva a él y al mundo.

Pues todas las criaturas se enaltecen enormemente  cuando sirven a un "Hombre Íntegro" consagrado por el Altísimo.  Es como dijeron nuestros Sabios acerca de la luz que guardó el Hacedor para los justos: "Cuando vio el Eterno la luz reservada para los justos se alegró" (Jagigá, 12a), pues está dicho: "La luz de los justos regocija" (Proverbios 13:9).

Con respecto a las "piedras del lugar" que Jacob tomó y colocó bajo su cabeza, dijo Rashi: "Esto nos enseña que éllas (las piedras) se juntaron en un lugar y cada una exclamaba: "sobre mí posará el justo su cabeza" (Julín, 91b).

Sobre este particular resaltan nuestros Maestros en el Midrash Kohelet: "Considera lo que hace el Eterno...." (Kohelet Rabbá 7:28).  Cuando el Eterno creó al primer hombre, lo tomó y le mostró todos los árboles del Paraíso, y le dijo: "Observa mi obra, cuán bella y digna de elogio es, y todo lo que he creado lo he hecho por ti, atiende, pues no corromperás ni destruirás Mi mundo" (Kohelet 7:13).

En resumen, el hombre no fue creado para su situación este mundo, sino para la del Mundo Venidero, ya que su vida aquí es sólo un medio hacia su objetivo final.

Existen numerosas máximas similares de nuestros Maestros asemejando este mundo al lugar y tiempo de preparación y al Mundo por Venir como consecuencia de lo anterior el lugar de descanso y disfrute.

Entre ellas se expresan las siguientes: "Este mundo se asemeja a un pasillo..." (Avot 4:21); "Hoy para cumplirlas y mañana para recibir la recompensa" (Eruvin 22a).  "Quien se esfuerza en la víspera del Sábado, comerá durante éste".  "Este mundo se asemeja a la orilla y el Mundo Venidero al mar" (Kohelet Raba 1:36).

En realidad, ningún ser racional cree que la finalidad de la creación del hombre es su vivencia en este mundo, porque ¿quién está realmente feliz y contento en él?  Como dice el versículo:  "Los días de nuestra vida son setenta, y en pleno vigor ochenta, en su mayoría son trabajo y pujanza" (Salmos 90:10).

Cuántos tipos de sufrimiento, enfermedades, dolor y preocupaciones y después la muerte.  Encontrarás uno entre mil a quien el mundo le haya producido verdadera satisfacción y sosiego, y aunque a los cien años llegara morirá y desaparecerá de éste.

Aún si el hombre hubiese sido creado únicamente para este mundo, entonces no habría sido necesario insuflar en él un alma tan preciada y elevada, haciéndolo superior a los propios ángeles; más aún considerando que ésta no halla satisfacción alguna en los placeres terrenales.

Dice el Midrash (Kohelet Rabbá):  "Y aún el alma no se saciará".  Es una parábola que compara a un plebeyo que desposó a la hija de un rey quien aún ofreciéndole todos los bienes del mundo no la satisfará.  Porque ella es la hija de un rey.

Igualmente sucede con el alma, aunque se le brinden todas las delicias del mundo no las valorizará, pues ésta proviene de las alturas. (Kohelet Rabba 6:7).  Así dijeron nuestros maestros:  "Contra  tu voluntad fuiste concebido y a pesar tuyo naciste" (Avot  4:29).

Así el alma no gusta de este mundo, sino más bien lo aborrece.  Por lo tanto, no habría creado el Hacedor una criatura con objetivos opuestos a la propia naturaleza y abominados por ella.

Entonces, el hombre fue creado para su situación en el Mundo Venidero y por ello le fue dada esta alma, para que la sirva; pudiendo a través de ella recibir retribución en su debido momento y lugar con la finalidad de que el alma no aborrezca este mundo sino, por el contrario lo ame y desee.

Después de conocer esto, comprenderemos inmediatamente la grandeza que se nos ha impuesto mediante las mitzvot y la belleza del servicio Divino, pues estos nos conducen a la verdadera perfección que obviándolos no la conseguiríamos nunca.

Es sabido que el objetivo no se alcanza sino con la conjunción de los medios viables existentes y su resultado depende de la fuerza de dichos medios y su actividad.  Y cuando llegue el momento cumbre, hasta la más mínima diferencia se reflejará en el resultado producido.

Es obvio entonces, que debemos ser sumamente precisos en el cumplimiento de los preceptos y el servicio Divino, igual que los que pesan el oro y las piedras preciosas por su valor, pues son resultado de la Verdadera Perfección y la concepción eterna no existiendo un concepto superior.

Aprendemos que la realidad del hombre en este mundo es únicamente el cumplimiento de las mitzvot, el Servicio a Hashem y superar las pruebas, y que las satisfacciones en este mundo sólo le servirán como incentivo y apoyo para lograr la tranquilidad y el reposo necesarios para dirigir su corazón al servicio impuesto sobre él.

Es conveniente que se dirija exclusivamente hacia su Creador, apartando todas sus ocupaciones sean éstas pequeñas o grandes, destruyendo todas las barreras que se interpusieran entre él y su Creador o sea, el materialismo y sus derivados hasta apegarse a Él como un imán al hierro.

Deberá el hombre aferrarse y perseguir sin cesar todo aquello que considere un medio para tal acercamiento y huirá de lo prohibido como del fuego como está dicho: "Correrá mi alma tras de Ti; Tu diestra me sostiene" (Salmos 63:9), puesto que ha venido a este mundo únicamente para ese fin o sea, lograr dicho acercamiento escapando de todo impedimento o perjuicio.

Después de conocer y aclarar en nosotros la realidad de esta regla debemos investigar sus detalles según sus niveles desde el principio hasta el final en el orden indicado por Rabí Pinjas hijo de Yair, en su expresión:  "La prudencia, la agilidad, la limpieza de espíritu, la abstinencia, la pureza, la devoción, la humildad, el temor al pecado, y la santidad".  A continuación, las explicaremos una a una.