El Gran Milagro
Una parte central del servicio diario del Templo era el
encendido de las brillantes lámparas del Gran Candelabro,
la Menorá. Ahora, con el Templo a punto de ser reinaugurado, sólo se
encontró una pequeña tinaja de aceite sagrado y puro, con el sello del Sumo
Sacerdote intacto. Bastaba para un
único día, y ellos sabían que el especial proceso necesario para preparar más
aceite llevaría más de una semana.
Sin dejarse amedrentar, con alegría y gratitud, los Macabeos
encendieron las lámparas de la Menorá con la pequeña cantidad de aceite y
reinauguraron el Gran Templo. Milagrosamente, como si fuera una confirmación del poder de su fe, el
aceite no se consumió y las llamas brillaron durante ocho días completos.
De acuerdo a la tradición de nuestros Sabios, se
fijaron los ocho días de la fiesta en recuerdo del milagro que
aconteció durante la inauguración del Templo, como
evocación perpetua de esta victoria contra la persecución religiosa:
"Cuando entraron los griegos al Templo profanaron
todo el aceite que encontraron. Cuando los Jashmonaím los vencieron,
revisaron y encontraron tan sólo una jarra de aceite puro, que
tenía el sello del Gran Sacerdote y que contenía aceite
para mantener encendido el candelabro un sólo día. Ocurrió
un milagro y el aceite ardió durante ocho jornadas. Al año
siguiente, fijaron ocho días de fiesta y de acción de gracias"
(Majeset Shabat 21).
La leyenda abunda en elogios y comentarios sobre ese recipiente
de aceite y relata que con él se ungía a los reyes de Israel,
así como todos los objetos de culto del Templo, que se conservan
en el corazón y en la memoria del pueblo de Israel a través
de las generaciones con el encendido de las luminarias de Janucá.
Yehudit, la Heroína
En uno de los libros que no fueron incluídos en
la Biblia, se relata un episodio singular protagonizado por la heroína
Yehudit de la ciudad de Betulia, en la tierra de Judea, quien expuso su vida para salvar a su ciudad del sitio y la conquista.
Con su gran habilidad y extraordinaria belleza, Yehudit
logró engañar al sanguinario Holofernes: Luego de "emborracharlo"
con leche fresca, lo decapitó a medianoche. De esta manera, el
enemigo fue derrotado, salvándose la ciudad de las manos opresoras.
La tradición atribuye este acontecimiento a los
días de los Jashmonaím (algunos sostienen que Yehudit era
hija de Matitiahu y hermana de Yehudá el Macabeo) y es por eso
que se acostumbra a que las mujeres no realicen ninguna labor mientras
las luces de Janucá estén encendidas, recordando así
la valerosa acción de la célebre heroína judía.
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