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Torá desde Jerusalem



Parashá Beshalaj - Al dejar salir
Libro Shemot / Éxodo (13:17 a 17:16)

Reflexiones sobre la Parashá


"Ocurrió que cuando Moshe elevaba la mano, Israel prevalecía, y cuando la bajaba, prevalecía Amalek" (Éxodo 17:11)

Existe una fuerza en este mundo que trata de aprisionar la realidad dentro de los confines del entendimiento del Hombre; una fuerza según la cual todo lo que está más allá de la razón humana no existe; una fuerza que busca comprimir toda la existencia dentro del cráneo hueco del hombre.  Esa fuerza se llama Amalek.

El pueblo judío permanece inmutable en oposición a esa idea.  El pueblo judío es testigo eterno de que la existencia no se limita a la comprensión que el Hombre posee de ella.  El pueblo judío coloca la acción antes que las palabras: nosotros somos el pueblo que dijo "Naase ve nishma", haremos y oiremos.

Nosotros nos comprometemos con Hashem antes de comprender o siquiera tratar de entender el significado de Su Torá. ¿Qué otra opción podría ser intelectualmente sincera? Cuando las manos de Moshé se elevaban sobre su cabeza, triunfaba el pueblo judío. Cuando la acción, vale decir, las manos, anteceden a la cabeza, o sea, el intelecto, el pueblo judío sale victorioso de su batalla contra la fuerza de Amalek. Pero cuando la cabeza está por encima de las manos, el que domina es Amalek.

(Rabí Akiva Tatz)



"Hashem es un Amo de la guerra; Hashem es Su Nombre" (Éxodo 15:3)

Según explica Rashi, Hashem libra la guerra, no con armas, sino con Su Nombre. Pero ¿cuál es la revelación de Rashi? ¿Acaso alguien pensó que Hashem tenia una fabrica de armas?

Cuando Moshe mató al egipcio en la parashá Shemot, nuestros Sabios enseñan que "puso los ojos" sobre él, y el egipcio se transformó en una pila de huesos (Berajot 55a).

Todos los seres vivos de este mundo viven únicamente gracias a que adentro tienen una chispa de santidad. Al "poner los ojos" en el egipcio, Moshé atrajo con su vista la chispa de santidad que mantenía la existencia del egipcio, y lo único que quedó de éste fue una mera pila de huesos. Algo parecido tuvo lugar con la división del mar, pero a una escala muchísimo mayor.

En el mar, hubo una revelación de Divinidad que atrajo todos los fragmentos de santidad que se encontraban enmarañados en los cuerpos de los egipcios, llevándolos de regreso a la Fuente de toda la vida.

Así fue como los egipcios se vieron privados de la fuerza vital que los sustentaba.

Existe un principio místico según el cual la mano izquierda corresponde a Din, la justicia estricta, mientras que la mano derecha es Rajamim, compasión.

Nuestros Sabios nos enseñan que la mano izquierda aleja, mientras que la derecha acerca. Cuando una persona es castigada por un mal acto que cometió, se dice que la mano izquierda, la justicia estricta, lo aleja.

Pero con Egipto ocurrió otra cosa. Su caída no llego a  manos de los mensajeros de la justicia, sino exactamente al revés. Los egipcios fueron castigados por la mano derecha de Di-s, que acercaba todos los fragmentos de santidad que había dentro de ellos.

Ahora se entiende lo que quiso decir Rashi cuando afirmó que Hashem no hace la guerra con armas.

El arma de Hashem es Su Gran Nombre: el Nombre de la Compasión, que representa Su esencia. Cuando éste es revelado, toda la vida es atraída hacia Él como a un imán.

ésta es también la explicación del versículo "Tu diestra, Hashem, es exaltada en poder; Tu diestra, Hashem, aplasta al enemigo". La Mano derecha acerca todas las chispas de santidad.

(Shem mi Shmuel)



"Entonces cantarán Moshé y los Hijos de Israel" (Éxodo 15:1)

¿Alguna vez entraste a un estudio de grabación de música?

La primera vez que uno entra en la sala de control, siente como si estuviera en un "Viaje a las estrellas". La sala de control esta dominada por lo que se suele llamar el "escritorio": una consola de varios metros de longitud. Si bien resulta muy impresionante, la consola consiste básicamente de circuitos múltiples de un mismo canal. En el estudio, donde toca la banda musical, cada instrumento cuenta con su propio micrófono, y el sonido de cada micrófono llega por separado, por su propio canal, al escritorio. A veces un instrumento puede tener distintos canales. Por ejemplo, la batería puede tener ocho micrófonos por separado, y cada uno ofrece una parte ligeramente diferente del panorama musical.

Al dividir en distintos canales todos los instrumentos, se logra el máximo control de sonido. Si uno quiere mas bajo de batería, puede subirlo. ¿Hace falta más cuerdas? No hay más que subir las "cuerdas".

Cuando el sonido está correctamente balanceado, cuando todos los canales están en sus niveles y tonalidades apropiados, todos los sonidos se unen para formar un todo unificado. Entonces resulta difícil discernir los distintos instrumentos. Es como si hubieran sido reemplazados por un sonido único.

En la consola hay otro botón más en cada uno de los canales. Es el llamado "botón solista". Y eso es lo que hace: aísla cualquiera de los canales, haciendo que ese instrumento en particular toque solo, aislado del sonido general. 

Si se aísla el bajo, se oye "Bumpudum, bumpudum..."  Al aislar un instrumento, se oye algo que no siempre tiene sentido musical.

El Arte refleja la Vida.

A veces, resulta muy difícil encontrar sentido en los hechos del mundo. Nos cuesta creer que el mundo sea dirigido por Alguien. Todo suena como una cacofonía endiablada. Oímos hablar de sufrimientos y de males, y nos preguntamos si algo semejante puede ser obra del Di-s Misericordioso.   No creas que eres el único que siente eso. Estás en buena compañía.  Una de las personas más grandes de la historia sintió exactamente lo mismo.  Moshé, nuestro más grande maestro, no lograba comprender cómo el sufrimiento de los judíos en Egipto encajaba en el plan general de Hashem. 

En la Parashá de la semana pasada, Moshé fue al Faraón a pedirle que dejara salir al pueblo. Negociar con el Faraón no era cosa fácil...  En respuesta al pedido de Moshé, el Faraón les dijo a los supervisores que dejaran de proveerles paja a los judíos; sin embargo, deberían producir la misma cantidad de ladrillos que antes.

Los judíos se quejaron amargamente ante Moshé. Entonces Moshé Le preguntó a Hashem: "Señor mío, ¿por qué le hiciste mal a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Desde el momento en que fui a ver al Faraón, para hablar en Nombre Tuyo, él le hizo daño a este pueblo, pero Tú no los rescataste".

Moshé no se estaba quejando por los problemas que tenía ahora con el Faraón, sino que dijo "desde el momento"; Moshé pensaba que, desde su mismo comienzo, todo el plan de sacar a los judíos de Egipto estaba destinado a fallar. 

Cuando se saca un hecho de su contexto, cuando se aísla un instrumento de la orquesta, no se oye la sinfonía de los hechos del mundo. No se oye cómo todos los instrumentos se combinan en un todo armonioso y coherente. Lo único que se oye es "Bumpadum, bumpadum". ¡Suena como una locura!". 

Moshé estaba apretando el botón "solista" del concierto intitulado "Éxodo de Egipto".



"Entonces cantarán Moshé y los Hijos de Israel" (Éxodo 15:1)

El Midrash dice que así como Moshé erró con la expresión “me-az” (desde el momento), con esa misma palabra, az, Moshé rectificó su error.

Tras emerger de la división del mar, el pueblo judío se paró en la orilla.  Ante ellos, yacía el poderoso ejército egipcio, desparramado por la costa como soldaditos de juguete rotos. Cada hombre y cada mujer, desde los más grandes hasta los más humildes, alcanzaron un nivel de entendimiento del mundo como nunca habría de repetirse.

Esa percepción los llevó a entonar una canción. En el pensamiento judío, la canción representa la capacidad de armonizar todos los eventos dispares de nuestro mundo, haciéndolos coincidir en Uno: Hashem Ejad.

"Entonces (az) Moshé y los Hijos de Israel cantaron una canción".

Esa canción es parte de los rezos que decimos todos los días del año, para que recordemos que inclusive cuando parece que reina el caos y la vida suena como la Cacofonía Filarmónica de Viena, Hashem es el que dirige la batuta del mundo, como no puede dirigirla ningún otro maestro de orquesta.  Si escuchamos con atención, oiremos como todo en la creación canta al unísono en un mismo sublime concierto.



"Entonces cantarán Moshé y los Hijos de Israel" (Éxodo 15:1)

El cine es un idioma.  Tiene su propio vocabulario y su  propia sintaxis. Uno de los recursos cinematográficos más notables es la escena retrospectiva. Habla un personaje, y de pronto, su voz se envuelve de ensueño. Se transforma en un eco. La imagen se vuelve un débil resplandor, como si estuviésemos mirando una laguna con rizos ondeantes. 

"¡Sí!  Parece como si fuera ayer, pero fue hace más de veinte años que anduve por este mismo camino..."

La película nos transporta a ese mismo personaje, veinte años atrás. En esencia, cambiamos el pasado por el presente.  La escena retrospectiva suele emplearse cuando se busca darle un sentido de importancia a un cierto hecho.  Quieren que estemos allí mismo. En ese mismo lugar. No que escuchemos un mero relato...

¿Acaso pudo haber habido algún acontecimiento más importante que la división del Mar Rojo?

Con esta analogía, tal vez podamos comprender por que el "guionista" Divino hace, por así decirlo, un "error gramatical" en la parashá de esta semana.

"Entonces cantarán Moshé y los Hijos de Israel". ¿Por qué no dice "Entonces cantaron Moshé y los Hijos de Israel"?

La Torá le imparte especial importancia a la división del mar y a la canción que le siguió. Y quiere que nos sintamos como si verdaderamente estuviésemos parados en la costa del Mar Rojo, junto con Moshé y todo el pueblo. Quiere que nosotros también nos maravillemos con la increíble experiencia de que, en pocos segundos más, Moshé y el pueblo judío elevarán sus voces en una canción que habrá de unir el Cielo con la Tierra.

"Entonces cantarán Moshé y los Hijos de Israel."

¡Está ocurriendo ahora!

(Ramban)



"Y he aquí que Egipto viajaba tras ellos" (Éxodo 14:10)

Dice Rashi que los egipcios estaban unidos "con un solo corazón, como una sola persona", en su deseo de alcanzar y dominar a Israel.  Pero hay otra frase casi idéntica a esta "como una sola persona con un solo corazón", que se emplea para describir al Pueblo Judío cuando están a punto de recibir la Torá en el Sinaí. Una expresión casi idéntica, pero en el orden inverso. ¿Por qué para referirse al Pueblo Judío la Torá invierte los términos?

El Pueblo Judío es, en esencia, una unidad, como una sola persona, porque todos son brotes de una misma raíz espiritual. Cuando están divididos, sus diferencias son superficiales, y lo único que les falta es unidad de objetivo, "un mismo corazón". Pero, fundamentalmente, son "como una sola persona". Una unidad indivisible. 

Por el contrario, las naciones del mundo son esencialmente entes separados. Lo único que es capaz de unirlos es el pragmatismo, un solo corazón, y entonces, temporariamente, se transforman en "como una sola persona". Pero su unidad se basa únicamente en un interés, y se disuelve ni bien desaparece el objetivo común.

El Pueblo Judío es en esencia una sola persona. Y cuando también tienen un solo corazón, entonces el mundo se detiene y el Cielo se encuentra con la Tierra.

(Avnei Ezer y Gaón de Vilna)



"Entonces Moshé y los Hijos de Israel eligieron cantar esta canción a Hashem" (Éxodo 15:1)

Recuerdo, en mi temprana infancia, a mi madre, bordando un tapiz de un cuadro famoso. Le llevó un montón de tiempo. Un día, poco antes de acabarlo, me acuerdo que lo levanté y pensé: "Ay, mama, perdóname; podrás ser la mejor madre del mundo, pero en lo que a bordar se refiere... ¡Qué horrible! Por aquí un hilo rojo suelto, por allá un hilo turquesa que no conduce a ningún lado...".  En una palabra, un caos.

De pronto, mis dedos palparon una tersa suavidad del otro lado del tapiz. Lo di vuelta y vi una escena de deslumbrante belleza. La copia perfecta del cuadro. Las puntadas eran perfectas. Los colores combinaban con exquisita armonía. ¡Un tapiz divino! Todos los hilos sueltos que había visto del otro lado del tapiz se entrelazaban en un todo bello y armonioso.

A veces resulta difícil encontrarle sentido a lo que pasa en el mundo. Uno oye de gente que sufre, de maldad, y se pregunta cómo esto puede ser la obra del Di-s Compasivo.

Pero no sientas que estás solo si piensas así. Estás en excelente compañía. Porque uno de los hombres más grandes que jamás vivieron sintió exactamente lo mismo que tú, Moshé, nuestro más grande maestro, se cuestionaba acerca del modo en que Di-s dirige los acontecimientos.

En la Parashá Shemot, Moshé fue al Faraón a pedirle que dejara salir al Pueblo Judío. Tal como recordarán, el Faraón no era la persona más fácil con quien negociar.  En respuesta al pedido de Moshé, el Faraón les dijo a los supervisores que les dejaran de dar paja a los judíos.  Sin embargo, los judíos debían continuar produciendo la misma cantidad de ladrillos que antes.  No

habrá de sorprendernos que los judíos se quejaran amargamente ante Moshé.  Entonces Moshé fue nuevamente a hablar con Hashem y le dijo: ¿"Por qué le hiciste mal a este pueblo...  Desde el momento en que vine al Faraón para hablar en Tu Nombre, el le hizo daño a este pueblo, pero Tú no los rescataste".

Moshé no se estaba simplemente quejando de los problemas que tenía ahora con el Faraón, sino que decía "desde el momento...": desde el comienzo mismo todo el plan de sacar a los judíos de Egipto estaba destinado al fracaso.  Moshé no percibía ningún orden en todo lo que estaba sucediendo.

Cuando uno mira al rico tapiz de la vida desde el lado incorrecto, lo único que ve es un enjambre de hilos sin ton ni son. Moshe no percibió la obra Divina del Creador, pues miraba los hechos desde una perspectiva incorrecta.

Sin embargo, esa misma palabra que pronunció Moshé al quejarse ante Di-s, la repitió al alabar a Di-s cuando pudo percibir la perfección del Plan Divino.  El Midrash dice que así como Moshé se equivocó con la expresión "me az", desde el momento, con esa misma palabra, az, Moshé corrigió su error.

Después de que el Pueblo Judío salió de la división del mar, vio al poderoso ejército egipcio desparramado por la costa como soldaditos de juguete rotos.  Fue entonces que todos y cada uno de los judíos, desde los más grandes hasta los más humildes, alcanzaron un nivel de entendimiento de las obras del mundo que nunca volvió a repetirse.  Esa percepción inspiró a Moshé y a los Hijos de Israel a cantar.  En el pensamiento judío, la canción representa la capacidad de armonizar todos los eventos dispares del mundo recanalizándolos en Uno: Hashem Ejad.

"Entonces, az, Moshe y los Hijos de Israel cantaron una canción".  Esa canción forma parte de nuestro rezo diario.  Tal vez una de las razones por las que las repetimos a diario es para recordarnos a nosotros mismos de que cuando la vida parece ser un intento frustrado de arte moderno, debemos saber que hay un Artista tejiendo el tapiz. Y ni un solo hilo esta fuera de lugar.

(Rabí Moshé Zauderer)

Shabat Shalom.