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Torá desde Jerusalem



Parashá Bo - Ve

Libro Shemot / Éxodo (10:1 a 13:16)

Enfoques sobre la Parashá


"... y para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas" (Shemot 10:23)

Nuestros Sabios nos enseñan que la "plaga" de la oscuridad que envolvió a Egipto no fue una oscuridad corriente, sino que fue una oscuridad tan intensa que "un hombre no pudo ver a su hermano durante esos tres días" (Rashi).  La oscuridad era como una ceguera en la cual las personas se chocaban unas con otras.  Esto fue seguido por otros tres días en los cuales la oscuridad fue tan espesa que "ningún hombre se levantó de su lugar, quien estaba sentado no pudo pararse, y quien estaba parado no pudo sentarse" (Rashi).  Esta segunda oscuridad era palpable, como un gel inmovilizador.  Durante todo este tiempo, la Torá nos dice que "para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas".  ¿Por qué la Torá especifica que la luz estuvo "en todas sus moradas"?.  ¿Por qué no dice solamente: "Los judíos tuvieron luz", o "La oscuridad no afectó a los judíos"?

La oscuridad tiene dos peligros: 1) oscuridad trae consigo confusión (un poste puede ser confundido con una persona o viceversa), 2) temerosa de chocar contra una pared, una persona puede paralizarse en un estado de shock.  Nosotros vivimos en una era de gran oscuridad espiritual en la cual las personas se chocan unas con otras en su ceguera.  Tratan de encontrar un "gurú" para obtener una elevación espiritual instantánea.  No pueden diferenciar entre un poste y un hombre.  Alcanzaron un nivel de completa inmovilidad espiritual, temerosos de caer en un pozo, se dieron por vencidos, se estancaron.  Si están parados no pueden sentarse y si están sentados no pueden pararse.  En estos tiempos de gran oscuridad, es el esplendor y la pureza de la casa judía y todo lo que hay en ella, que continúa brillando como un faro en un oscuro mundo... "y para todos los Hijos de Israel hubo luz en sus moradas".



"Este mes será para ustedes el comienzo de los meses...." (Shemot 12:2)

La santificación de la luna nueva es la primera Mitzvá que Di-s dio al Pueblo Judío en su conjunto.  Y como es la primera, implica un aspecto fundamental de Israel.  El Pueblo Judío es comparado a la luna (Sucá 29).  Las otras naciones del mundo solo pueden prosperar cuando sus perspectivas son claras, pero cuando su sol se oculta, se desvanecen en una sombra y oscuridad, para no ser vistos otra vez.  La historia ha demostrado esto fehacientemente.  Pero no es así con los judíos: Israel vive y prospera aún en la oscuridad más negra, y así como la luna, en el mismo momento que parece haber desaparecido, comienza otra vez a brillar.

(Basado en  Sefat Emet)



"Y no quebrareis ningún hueso (de la ofrenda de Pésaj)..." (Shemot 12:46)

En la Segunda Guerra Mundial, durante el intensísimo bombardeo a Londres, se evacuó una gran cantidad de familias, hacia zonas más seguras.  A veces, una misma familia se veía dividida, y algunos hijos eran evacuados muy lejos, como por ejemplo a Canadá, mientras que otros hijos permanecían junto a los padres, en la relativa seguridad de la campiña inglesa.

Bien podemos imaginarnos los emotivos momentos que tuvieron lugar cuando la guerra llegó a su fin, y esas familias se vieron reunidas.  Pero luego de la emoción del primer momento, se hizo evidente que el lazo de los padres con los hijos que habían quedado era muchísimo más fuerte que el lazo con los hijos de los que habían estado separados durante cuatro largos años.

Pensamos que, porque amamos a nuestros hijos, les damos.  Pero en realidad, también ocurre al revés.  En virtud de que les damos, los amamos.  Cada vez que nos levantamos a medianoche a llevarles un vaso de agua o a cambiarles el pañal, les estamos dando, y ese acto de dar conduce al amor. ¿Qué era lo que faltaba en la relación entre los padres y los hijos que habían sido evacuados?  Probablemente, faltaban cuatro años de no levantarse en medio de la noche para alcanzarles un vaso de agua.

Lo mismo ocurre con nuestra relación con Hashem.  La gente suele decir "¡Me encantaría tener tu misma fe!  Pero qué puedo hacer si no la siento..."  La verdad es que el hacer conduce al sentir.  Cuando la persona Le da a Hashem, haciendo lo que Hashem quiere que haga, es el equivalente espiritual de levantarse a medianoche para darle al hijo un vaso de agua.  Por eso Hashem nos dio tantas Mitzvot que nos ayudan a recordar el Éxodo, porque si solo se tratara de recordar el evento, ¿no es cierto que bastaría con comer un pedacito de matzá? Pero Hashem nos da una multitud de Mitzvot, para que nos veamos afectados emocionalmente, y en nuestros corazones se despierte un amor intenso a nuestro Creador.

(Basado en Séfer ha Jinuj y Rabí E. Dessler)



"Y lo celebrareis (Pésaj) como una fiesta para Hashem; a lo largo de las generaciones, como un decreto eterno, lo celebrarás" (Shemot 12:14)

Si percibimos el festival del Éxodo de Egipto como la mera redención física de una esclavitud corporal, podemos cometer el error de pensar que en otros momentos de opresión física y exilio, deberíamos suspender la celebración de Pésaj.  Pero si vemos la redención de Egipto como un éxodo espiritual, si nos enfocamos en el hecho de que Hashem nos rescató de hundirnos en la ciénaga espiritual de Egipto, y nos tomó como Su Pueblo Elegido, entonces la fiesta de Pésaj es algo eterna, que debe ser celebrada inclusive en el exilio más oscuro.  Por lo tanto, si "lo celebrareis como una fiesta para Hashem", si se lo celebra como un momento de redención espiritual, entonces "lo celebrareis como un decreto eterno", incluso en el más oscuro exilio.

(Adaptado de Meshej Jojma)



"Pasaré por la tierra de Egipto esa noche, y golpearé a cada primogénito.  Yo soy Hashem" (Shemot 12:12)

"Pasaré por la tierra de Egipto esa noche": Yo, y no un ángel . "Y golpeará a cada primogénito": Yo, y no un seraf. "Yo soy Hashem": Yo soy Él, y no ningún otro.  (Yalkut Shimoni 189)

¿Por qué hacía falta que el propio Hashem realizara el milagro de los primogénitos? ¿Acaso no podría haber enviado a un mensajero espiritual, a un ángel, en su lugar?

Todas las cosas existen primero en una forma superior y luego va descendiendo por todos los niveles de existencia, hasta que alcanzan nuestro mundo.  Todos los entes existen en todos los reinos, pero en distintas formas.  Por ejemplo, para nosotros el fuego es algo que arde, pero en los mundos superiores, el fuego deriva de las pasiones de los malvados.  Por consiguiente, lo que percibimos como un milagro, a veces es producto de nuestra limitada perspectiva en este mundo inferior.  Por ejemplo, cuando Abraham Avinu salió ileso de un horno ardiente, verdaderamente se trató de un gran milagro, pero solamente para nosotros.  En los reinos superiores, siendo que Abraham Avinu se encontraba libre de las pasiones de las que deriva el fuego, el ente que corresponde al fuego no podía tocarlo, y por lo tanto su salvación no pareció un milagro en absoluto.  Eso es lo que quiere decir cuando Gabriel, el ángel encargado del fuego, dijo "Descenderé y lo salvaré (a Abraham)".  El descenso de Gabriel simbolizó que la naturaleza superior del fuego sería revelada en este plano inferior de la existencia.

No obstante, en Egipto, los judíos estaban tan sumergidos en la corrupción, que no correspondía que se los redimiera, ni siquiera según las normas del reino superior.  Por consiguiente, únicamente Hashem era capaz de "derribar las puertas", vale decir, de alterar el curso de la naturaleza para que el pueblo judío pudiera ser liberado de su cautiverio.  Y por ese motivo solo Hashem, y no un ángel, podía realizar el milagro de la muerte del primogénito, liberando así al pueblo judío de Egipto.  Un milagro, inclusive en el nivel más elevado.

(Adaptado de Beit ha Levi)



"Y le dirás a tu hijo ese día, diciendo: `A causa de esto, Hashem obro para mí'" (Shemot 13:8)

Un hecho real.  Los Ángeles.  Un judío ortodoxo en reunión de negocios en un restaurante.  Sus compañeros estaban muy intrigados por el hecho de que él se negaba a beber del vino de ellos.  E insistieron en que les explicara el motivo.  Tras vacilar unos momentos, finalmente les explicó que los Sabios habían decretado que el judío debe beber únicamente vino kasher, a causa de las libaciones de vino que habían realizado los paganos en sus prácticas idolátricas.

Sus colegas no lograban entender que en 1997, tantos años después de que hubieran cesado los ritos idolátricos, siguiera teniendo vigencia semejante decreto.

Y cuando alzaron las copas en dirección a los labios, a punto de desearse un mutuo "¡Salud!", escucharon las palabras del mozo que servía el vino:

"Disculpen que escuché su conversación, pero resulta que yo soy neo-pagano, y antes de servir el vino, siempre vuelco un poco de vino en la cocina, para mis dioses..."

Los participantes se quedaron helados, con las copas en el aire.

En la Hagadá de Pésaj, el hijo malvado le dice al padre: "¿Qué es este avodá (servicio) para ustedes?", queriendo decir: "te puedo asegurar que cuando existía la idolatría en el mundo, tenía sentido traer como sacrificio un cordero, el símbolo de la idolatría egipcia.  Pero ahora, ¿quién adora ídolos?  ¿Qué es este servicio para ustedes?"

La respuesta es "a causa de esto".  La historia no es una causa; es un efecto.  Los hechos ocurren para que podamos hacer Mitzvot, no al revés.

Hashem contempló la Torá y creó el mundo.  Las Mitzvot anteceden al mundo.  Tienen primacía frente al mundo, tanto por su cronología como por su importancia.

La razón por la cual tenemos la Mitzvá de honrar a nuestros padres no se debe a que tenemos padres y por lo tanto debemos tratarlos con respeto. El hombre bien podría haber sido creado como un organismo unicelular auto reproductor.

La razón por la cual tenemos padres es para que podamos cumplir con la Mitzvá de honrarlos.

Del mismo modo, la razón por la que se realiza el sacrificio de Pésaj no es para recordar un hecho histórico, sino que el hecho histórico es el método a través del cual podemos cumplir con la Mitzvá.

(Basado en Beit ha Levi)

Shabat Shalom.