Torá desde Jerusalem
Parashá Kedoshim - Santos
Libro Vayikrá / Levítico (19:1 a 20:7)
Reflexiones
sobre la Parashá
"Seréis
santos..." (Vayikrá 19:2)
En los Diez Mandamientos, la Mitzvá
del Shabat va seguida de "Honrar a los padres". Sin embargo, en esta parashá, el orden se
invierte: primero viene la Mitzvá de temer a los padres, y recién después la Mitzvá
del Shabat.
En el campo de la acción, el área más
exigente de santidad es la Mitzvá de honrar y temer a los padres. Por el otro lado, el Shabat es la realización
esencial de la santidad de la mente.
En el camino a la santidad, que es el
tema de la parashá de esta semana, las acciones deben venir antes que los
pensamientos. Pues el individuo primero
debe santificar sus actos, y recién después puede elevarse al nivel de santidad
del pensamiento. Por eso, la Mitzvá de temer
a los padres, que es santidad en la acción, aquí antecede a la Mitzvá del
Shabat, que es la santidad en el pensamiento.
(Shem Mi Shmuel)
"Ama a tu prójimo
como a ti mismo. Yo soy Hashem" (Vayikrá 19:18)
Rabí Akiva afirma que este es el
principio fundamental de toda la Torá. Pero,
a decir verdad, żcómo es posible amar a otra persona como se ama a uno mismo?
La perspectiva que la persona tiene
del mundo suele ser egocéntrica, y hasta cuando se comporta de un modo
altruista, sus actos suelen emanar del deseo de sentirse bien consigo mismo. Eso no es amar al prójimo como a uno mismo. ˇEso
es amarse a uno mismo!
Entonces, żcómo se puede amar a otro
igual que a uno mismo?
La respuesta está al final del versículo:
"Yo soy Hashem". Cuando una
persona se coloca en el centro del universo en vez de colocar a Hashem,
entonces, necesariamente, todas las otras creaciones están a ańos luz de el. Como el se siente el centro de todo,
necesariamente siente que está alejado de su prójimo. Puede haber un solo centro. Y el centro lo acaparó para si mismo.
Pero cuando admite que él no es Di-s,
sino que "Yo soy Hashem", Hashem es Di-s, entonces, como creación de
Hashem, se ve a sí mismo unido a su prójimo. Porque tanto él como su prójimo son puntos
equidistantes del centro de todas las cosas.
En un sentido, ya no hay diferencia
entre "yo" y "tú", pues todos somos expresiones de la
voluntad del Creador, y tanto como me amo a mi mismo, soy capaz de amar a mi prójimo.
(Rabí Mordejai
Perlman)
Shabat Shalom.
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