Torá desde Jerusalem
Parashá Shemot - Nombres
Libro Shemot / Éxodo (1:1 a 6:16)
Segundo comentario
sobre la Parashá
“Y estos son los nombres...”
(Shemot 1:1)
“Y
estos son los nombres de los hijos de Israel...”, con estas palabras comienza
el segundo libro de la Torá, recalcando la importancia de los nombres, pues
podría haber dicho estos son los hijos de Israel: Yehudá, Shimón..., sino que
pone énfasis en la característica de los nombres, a lo que se pregunta Rashi el
por qué de la repetición de los nombres ya que fueron especificados
anteriormente en el libro de Bereshit. El propio Rashi responde: para demostrarnos la preocupación de Hashem
por sus criaturas, que como buen pastor comprueba su rebaño tras cada
secuencia, y no solamente que se preocupa por la existencia de los mismos, sino
por el estado de cada uno y uno dentro de sus características.
Nos
indica Rashi que la Torá especificó: “Y Yosef se encontraba en Egipto...”, y la
Torá lo incluyó dentro de los setenta miembros de la familia de Yaacob, para
enseñarnos el hecho de que aunque Yosef vivió catorce años sólo en Egipto, no
cambió de ser: el mismo Yosef que conoció Yaacob antes de ser vendido por sus
hermanos. Era el mismo Yosef,
catorce años después cuando se dio a conocer a ellos.
La
condición del Pueblo de Israel nos la señala la Torá en el párrafo: “Vecahasher
Yaanu oto ken Yirbé vehén Yifrosh” (conforme lo afligían, así se incrementaba y
se fortalecía). A lo largo de
nuestra historia, hemos comprobado esa realidad del Pueblo, que en contra de
toda la lógica, cuanto más es perseguido y odiado, el Pueblo se refuerza, así
como todas sus grandes desgracias y hecatombes, sobrevinieron tras una época de
florecimiento y bienestar en la que llegaron a olvidar la razón de su
existencia, y quisieron asimilarse al mundo que los rodeaba. La inquisición y el genocidio, como ejemplos
de nuestra realidad, comenzaron donde el judío se sentía identificado en el
ámbito que los rodeaba.
Yosef
Hatzadik tras doce años de su vida transcurridos en prisión, tras haber vivido
como mayordomo de Potifar, dos años de virrey de Egipto, ni las vestimentas, ni
las costumbres de la corte, ni la miseria de la prisión, lo hicieron
cambiar.Es el mismo Yosef,
externamente vestido de egipcio, internamente viviendo la discusión y el
estudio con su padre Yaacob, y aún recuerda el tema con el que se separaron.
“Y
temieron las parteras de Hashem y no hicieron como les indicó el rey de Egipto
e hicieron vivir a los niños”. Y
temieron... la expresión temer en hebreo tiene la misma raíz que ver, pues
temer, a diferencia de tener miedo, es ver la verdad y las parteras no tuvieron
miedo del castigo sino vieron lo que podían ocasionar con su comportamiento: la
salvación de todo el Pueblo de Israel, y al nivel del valor de los hechos la
recompensa: “Y por lo que temieron las parteras de Hashem Les hizo casas” a lo
que comenta Rashi, casas de reyes y sacerdotes, levitas de Yojevet y reyes de
Miriam.
No queda
duda de que la bendición de Hashem no deja esperar y el buen comportamiento y
la mejor bendición que podamos recibir, como nos dijo la Torá en la parashá Ree
en la que nos anuncia Hashem y nos dice: “Observa que pongo hoy delante tuyo
bendición y ... La berajá que
escuchen a las obligaciones que Hashem...”. La bendición verdadera es escuchar la voz del Todopoderoso,
de igual manera que la verdadera recompensa que puede recibir un hijo por
escuchar los buenos consejos de su padre, es en verdad el consejo en sí mismo,
la buena educación, el buen comportamiento..., mucho más de lo que el padre
físicamente le puede recompensar. En nuestra pobre mentalidad en la que sólo alcanzamos ver lo material, a
veces nos quedamos con la triste sensación de sordos en el espacio, pero todo
lo contrario es la realidad, no existe el menor de los hechos por
insignificativo que parezca que no se “grabe”. Como dijo el Talmud: Hasta la conversación mas
insignificativa verán las paredes de su casa y atestiguaran sobre ella. Sobre el valor e importancia de
nuestros hechos o movimientos podremos darnos cuenta el “cómo” un simple
movimiento de los labios a veces es percibido como una duda de lo que se trata
y el resultado de ese pequeño movimiento quien sabe hasta dónde puede llegar.
El
universo con toda su complejidad y grandeza fue creado para nosotros, y en
nosotros se encuentra su continuidad y comportamiento. Qué responsabilidad la que nos
encomendó el Creador, acaso ¿somos capaces de afrontar una responsabilidad como
esa? En verdad tendríamos que
aceptar la verdad negativa, pero debemos reconocer que nuestra capacitad es
solo un incentivo y es Él el que lo realiza, como dijo el Talmud: No hay quien
mueva ni un solo dedo si no es por la ayuda del Creador. “El hombre propone y Hashem dispone”.
Nuestra
obligación se encuentra en el esfuerzo: “Le fum Zahará Agrá” según el esfuerzo
el valor, el intento, el deseo, nuestro objetivo. La realidad y la consecuencia no se encuentran en nuestras
posibilidades. Hay que tener
méritos hasta para poder realizar los buenos hechos: “Arvé Shelijim LaMakom”,
muchos mensajeros tiene el Creador.
Quiera el
Todopoderoso que seamos elegidos para buenas obras y nunca participemos en la
realización de hechos negativos.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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