Torá desde Jerusalem
Parashá Tetzavé - Ordenarás
Libro Shemot / Éxodo (27:20 a 30:10)
Comentario
sobre la Parashá
“Y ordenarás a los Hijos de Israel...”
(Shemot 27:20)
“Y ordenarás a los Hijos de Israel y tomarán para ti aceite de oliva
puro, prensado, para el alumbrado...”.
Hay frutos de la naturaleza que deben ser transformados o mejorados para
su buen uso, pero los hay los que su pureza y valor se encuentran en lo natural
del propio fruto, y así el aceite de oliva encuentra su pureza en el prensado,
sin cocinar, sin refinar, sin mezclas.
La Torá se comparó con la luz “Ki Ner Mitzvá Ve Torá Or”, pues la vela
es obligación y la Torá es la luz.
Es interesante que con respecto a la Mitzvá, antepuso la vela, pero en
la Torá se antepuso la luz; la razón se encuentra en que la Mitzvá es un medio
para el comportamiento correcto de la persona, y esa es su misión. El Shabat no tiene ninguna importancia
sino en el nivel de lo que nosotros lo observamos, a diferencia de la Torá en
que su realidad no depende de nosotros, pues ella es la luz por si misma.
Aunque hay quienes consideran a la oscuridad como un ente
independiente. La mayor parte del
mundo entiende a la oscuridad como la falta de la luz, sin embargo, en el rezo
de la mañana nosotros alabamos al Creador por lo que: “Yotzer Or Uboré Hoshej”,
“Creó la luz e hizo la oscuridad”.
La oscuridad no fue la falta de luz, sino que fue hecha. La Torá se compara con la luz, “Ki Ner
Mitzvá VeTorá Or”, a lo que dijeron nuestros Sabios: así como una pequeña luz
rechaza mucha oscuridad, un poco de Torá rechaza mucha maldad y es por eso que
el Pérek, en nombre de Rabí Shimón, recordó los pilares de la Creación y nombró
primero a la Torá.
A diferencia de cualquier otro conocimiento o ciencia donde la
cantidad y los hechos son los que importan y no el esfuerzo o la intención, en
la Torá ocurre todo lo contrario.
No solamente que no se valora la cantidad, sino que es únicamente el
esfuerzo el que produce el efecto de la Torá, “Le Fum Zaará Agrá”, en el
esfuerzo se encuentra el pago.
Cuando Rabí Akiva volvió, después de veinticuatro años de estudios en
la Yeshivá, acompañado por veinticuatro mil alumnos, una mujer se esforzaba por
acercarse a él y los alumnos, sin saber de quien se trataba, intentaban
apartarla a lo que les dijo Rabí Akiva: ¡Permítanle que se acerque, pues toda
mi Torá y la vuestra es de ella!.
Se trataba de Rajel, la esposa de Rabí Akiva quien había dedicado su
vida para que su esposo Rabí Akiva, pudiera consagrarse al estudio de la Torá.
Y estará (la Cofia) sobre la frente de Aarón, para que porte el pecado
por los Kodashim de los hijos de Israel... Aarón y sus hijos, los Kohanim, portaban el pecado; ese era
el precio de la responsabilidad.
El Talmud comenta que la madre del Cohén Gadol acostumbraba a enviar
regalos a los condenados en las ciudades de refugio, para que no pidieran por
la muerte del Cohén Gadol. ¿De qué
era responsable el Cohén Gadol, que su madre debía contentar a los que por sus
errores fueron obligados a refugiarse en ciertas ciudades? Nos enseña la Torá sobre la obligación
que contrae el dirigente con su comunidad, por lo que todo error del pueblo,
recae sobre sus dirigentes, y viceversa.
Encontramos en las Halajot de los rezos que cuando el Shalíaj Zibur
(enviado del público) se equivoca en el rezo, es mala señal para él y también
para el publico, estando obvia la obligación del público en elegir el buen
dirigente.
El dirigente es responsable por su público y el público es responsable
por su dirigente. La verdadera
democracia no se encuentra en el gobierno del pueblo, si no en la
responsabilidad del pueblo y el dirigente no es elegido, sino que es obligado
ya que no recibe derechos sino obligaciones. No existen cadencias ni coaliciones. Las intrigas y las combinaciones, los
deseos y las inversiones que deben realizar para ser elegidos, demuestran lo
equivocado del sistema.
Solamente un sistema de responsabilidades con reconocimientos sin
intereses, en el que el humano pueda sentirse incentivado sin intereses, es la
única probabilidad para el éxito de un gobierno dirigente y no dirigido. Moshé fue un gobernante dirigente, ya
que el bien del Pueblo y su integridad eran su preocupación y no su elección,
como le dijo al Todopoderoso tras el pecado del becerro de oro: “Moshé volvió a
Hashem y Le dijo: ¡Te suplico!
Este pueblo ha cometido un gran error y han hecho un ídolo de oro. Y ahora perdona su pecado... y si no,
bórrame ahora de Tu libro que escribiste.
La vida de Moshé Rabenu tiene razón dependiendo de la realidad del
pueblo. Moshé vivió para el
Pueblo, y no el Pueblo para Moshé.
No en vano reconoce la gente que la democracia es el menor de los males,
pues no conocen la democracia de la Torá.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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