Torá desde Jerusalem
Parashá Tetzavé - Ordenarás
Libro Shemot / Éxodo (27:20 a 30:10)
Enfoques
sobre la Parashá
"Y deberás tomar aceite puro de oliva para la
iluminación (Shemot 27:20)
El Pueblo Judío es como la aceituna: Asi como la aceituna suelta su aceite después de que fue
machacada y exprimida, asi también Israel revela su verdadera estatura solo
después de sufrir opresiones. El
Pueblo Judío es como el aceite:
Asi como el aceite no se puede mezclar con otra clase de líquido, sino
que flota sobre ellos, asi también Israel se levanta por arriba de las naciones
y no se asimila a ellas. Y lo más
notable es que a pesar de ser perseguido y expuesto a las más severas penurias,
el Pueblo Judío siempre se levanta por arriba de sus opresores y se mantiene
distinto de ellos.
(Tzeror Hamor)
"...encender la lámpara eternamente" (Shemot
27:20)
Cuando describe la Mitzvá de encender la Menorá en el Bet Hamikdash
todos los días, la Torá usa una expresión no común: En lugar de la palabra encender –lehadlik-, la Torá dice
–lehaalot-, que significa "hacer ascender". Rashi explica que esto nos enseña que el Cohén tenía que
sostener el cirio al lado de la mecha de la lámpara de la Menorá hasta que la
llama de la lámpara ardiera por sí sola.
La Torá es comparada con la luz - "Una Mitzvá es una lámpara, y la
Torá - luz". Así como con la
Menorá, el cirio tenía que estar sostenido en un lugar hasta que las mechas
ardieran por sí solas, asi también, cuando enseñamos Torá a nuestros talmidim
(alumnos), debemos invertir tiempo y atención para encender en ellos un gran
entusiasmo hasta que ellos mismos estén `ardiendo'.
"Esto es lo que debes
ofrecer en el Altar: dos cabritos dentro de su primer año cada día (lit. al
día), continuamente" (Shemot 29:38)
Hay momentos en la vida de cada uno cuando todo parece color de rosa -
la vida esta llena de promesas y optimismo. También hay momentos cuando el futuro parece oscuro y
nublado, cuando la oscuridad y la incertidumbre de la noche amenaza. En el versículo nombrado, el cual
describe la Mitzvá de los sacrificios díarios, la Torá emplea una construcción
gramatical no usual. En lugar de
decir beiom -en el día, elige decir leiom -al día. De esta anomalía aprendemos que la shejitá del sacrificio
díario era hecha directamente a la luz del sol - el sacrificio de la mañana en
la parte oeste del patio, para que la pared del este no bloquee los rayos del
sol naciente; el sacrificio de la tarde en la parte este del patio, para que la
pared oeste no obstruya los rayos del sol poniente. En nuestra era, no tenemos más la cercanía con Di-s que
resulta de los servicios en el Bet Hamikdash. Sin embargo, en su lugar, tenemos el servicio del corazon,
el rezo. Cualquier luz que brilla
en nuestras vidas, ya sea de rayos optimistas del sol naciente, o de la
vacilacion del crepusculo del anochecer, debemos tomarla e iluminar nuestros
corazones para servir a Di-s.
(Rabi
Mordejai Perlman)
"Y hablarás a todos los de corazón sabio..." (Shemot 28:3)
La
sociedad Burnham de psiquiatras judíos siempre organizaba una comida
mensual. Los miembros se turnaban
ofreciendo su casa como anfitriones.
Siempre invitaban a oradores de gran sagacidad intelectual, que ofrecían
amplio material de pensamiento.
Médicos, científicos, economistas y personalidades de los medios de
comunicación: todos ellos habían honrado las mesas de esas exclusivas reuniones
de intelectuales.
Un
día, se les ocurrió que nunca habian escuchado hablar a un rabino ortodoxo, asi
que decidieron llamar a la yeshivá local, y un distinguido rabino fue invitado
a hablar en su próximo almuerzo.
El
amable aplauso fue decreciendo mientras el rabino comenzó a hablar. Lo hizo en terminos adecuados a su
auditorio secular, pero su material de análisis era autentica filosofia de
Torá, de 3000 años de antigüedad, coronada por toda una vida de estudio.
Transcurridos
unos diez minutos desde el comienzo de la charla, de pronto un miembro del
auditorio dio un salto, y empezó a gritar y vociferar en forma histérica:
"¡¡No lo dejen hablar!! ¡¡No
lo dejen hablar!!". Su rostro
estaba violeta y los ojos casi se le salían de las órbitas. "¡¡No lo dejen
hablar!! ¡¡Párenlo!! ¡¡¡...si no, voy a tener que cambiar
toda mi vida!!!"
Con
eso, el hombre salió de la habitación como un rayo. A pesar de los intentos del rabino de averiguar quien era,
nadie supo decirle su nombre ni su dirección.
En
la Parashá de esta semana, aparece muchas veces la expresion "de corazón
sabio".
Aparentemente,
se trata de un oximorón (figura retórica de autocontradicción). El corazón y la mente suelen tirar en
sentidos opuestos. El corazón
busca hacer realidad los deseos.
La cabeza analiza y calcula.
¿Quién
es "de corazón sabio"?
La persona que pone sus emociones en la montura del intelecto; la
persona que está dispuesta a escuchar a su intelecto, inclusive cuando sus
emociones le dicen que tal vez deba cambiar toda su vida.
(Rabi
Yaakov Weinberg, Moshe Averick)
"Su
sonido sera oído en el Santuario ante Hashem... para que no muera" (Shemot
28:35)
Hace
muchos años, cuando habia una mala palabra en algún programa de TV., se usaba
un sonido especial para cubrir la mala palabra. Pero eso es cosa del pasado.
Hoy
en día, el habla pública descendió a un nivel tan pero tan bajo, que ya ni las
groserías nos causan sorpresa. Ya
no hay casi nada que se considere agraviante, excepto, tal vez, por las
personas que se sienten agraviadas...
El
nivel del habla que la Torá le exige al judío pertenecer a una galaxia
absolutamente diferente, comparada a los "standards" de hoy en
día. El judío tiene prohibido
hablar mal de una persona aunque esté diciendo la verdad, a menos que tenga un
propósito permitido al transmitir dicha información.
El
Meil, el manto que usaba el Cohén Gadol, expiaba el pecado de las malas
lenguas: las calumnias, los chismes y la lascivia. El manto era de color azul. Igual que el mar azul, que conoce sus límites y se mantiene
dentro de ellos; igual que la cúpula azul del cielo, en la que los planetas se
mueven únicamente según sus órbitas predefinidas, el Hombre tampoco debe
desviarse de su objetivo Divino: actuar como un ser que cuida su lengua.
En
la costura del manto, había campanitas. Cada vez que el Cohén Gadol caminaba,
las campanitas sonaban. Y ese sonido recordaba que hay ciertas palabras que no
podemos de ningún modo oír; que hay ciertas palabras que hay que
"cubrir".
(Kli
Yakar)
"...
para que la luz siempre esté encendida" (Shemot 27:20)
¿Cuándo
el "tomar" es "dar"?
Una
noche, un ciego se iba tropezando por la calle. Una persona lo vio y fue a ayudarlo. Lo tomó del brazo y, con su linterna,
lo condujo de regreso a su casa. Al
llegar, el ciego lo invitó a pasar.
Ambos entraron, el hombre aún con la linterna en la mano.
"Fue
tan amable conmigo. Por favor,
permitame que le devuelva el favor", dijo el ciego.
"¿Me
podría prender la luz, si no es molestia?".
El
ciego alegremente complació su pedido.
Aunque el hombre aún tenía la linterna en la mano, quiso que el ciego no
sintiera que le debía un favor, y le dio la oportunidad de compensarlo, si
bien, en realidad, el ciego no le estaba dando nada.
Hashem
nos dio una mitzvá en la Torá: encender la Menorá. A pesar de que Él no tiene necesidad de esta luz, Él nos da
la oportunidad de "darle a Él" algo, para nos sintamos más cómodos
con los regalos que Él nos hace todo el tiempo, regalos que jamás podremos
reciprocar.
De
esto se aprende como darles a los demás: al dejar que los otros reciproquen,
les estamos dando el regalo perfecto.
Porque aunque lo que nos den no nos sirva, les estamos dando el regalo
perfecto: aquel que, al ser recibido, hace que la persona se sienta bien.
En ese caso,
"tomar" equivale a "dar".
(Midrash,
Rabi Yerujam Levovitz)
"Harás
vestimentas de santidad para tu hermano Aharón, para gloria y esplendor"
(Shemot 28:2)
Africa
negra, hace cien años.
La
temperatura es de 40 grados. La
humedad, por encima de 98%. El sol
se pone sobre un vasto estadio de árboles.
Pero,
en medio de la jungla, un ingles se viste de "frac" para la cena.
Podrá estar a miles de kilómetros de Piccadilly, pero ni muerto va a dejar de
cambiarse para ir a cenar.
Cuando
los políticos posan para la cámara, todos comparten una extraña similitud.
Podrán mantener opiniones diametralmente opuestas. Podrán provenir de los dos
polos opuestos de la tierra, pero todos van de traje y corbata. El traje de
negocios es símbolo universal de status y de rango.
La
Torá nos dice que las personas le confieren status y esplendor a la persona.
Hashem le dijo a Moshe que le hiciera vestimentas sacerdotales a su hermano
Aharón, "para gloria y para esplendor". En otras palabras, la ropa le
confiere honor y status a la persona.
Pero
entonces, ¿por qué no todos van de traje?
Si es tan facil obtener honor, ¿por qué la gente va vestida de remera y
buzo? Si todos quieren honor y
status, ¿por qué no elegimos el camino más fácil, yendo siempre vestidos con
ropa formal? El hombre es una
combinación de dos elementos: el alma y el cuerpo. El alma quiere honor.
El cuerpo tiene otra agenda...
Al cuerpo no le atrae la idea de ir de traje, porque no le interesa el
honor. El honor implica
responsabilidad.
Si
las personas nos consideran dignos de ser honrados, nosotros sentiremos la
responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. La responsabilidad no es algo que le
interese al cuerpo. El cuerpo
quiere la libertad de gratificarse sin pensar en las consecuencias.
(Rabi Shaul Miller, oido de boca de Rabi R. Subar)
Shabat Shalom.
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