Torá desde Jerusalem
Parashá Vayikrá - Y llamó
Libro Vayikrá / Levítico (1:1 a 5:26)
Reflexiones
sobre la Parashá
"Y Él llamó..." (Vayikrá1:1)
Miguel Ángel podrá haber entendido mucho de escultura,
pero de anatomía judía, no tenía mucha idea que digamos... Al esculpir a Moisés, ¡le hizo cuernitos! El problema de Miguel Ángel provino de una
mala traducción de la palabra hebrea keren. Es verdad: keren significa "cuerno",
pero también significa "rayo de luz".
Tal vez, el término "corona" del castellano, en
el sentido de "halo radiante", provenga de "keren".
¿Cómo es que Moshé recibió sus "cuernitos"?
Al terminar de escribir la Torá, le quedó un poco de
tinta en la pluma. Se pasó la pluma por
la frente y las gotas de tinta hicieron rayos radiantes de luz. En el Cielo y la Tierra todo es preciso. Si Moshé recibió tinta para escribir la Torá, se
le dio la cantidad de tinta necesaria para escribir la Torá, y ni una gota más.
No se trata aquí de remanentes y
descuentos de fin de temporada. Acá
hablamos de la tinta de la eternidad.
¿Cómo es posible que le haya sobrado tinta a Moshé?
Si te fijas en un Séfer Torá, vas a ver que la primera
palabra de Vayikrá (Levítico) está escrita de un modo inusual. La última letra de esa palabra, la alef de Vayikrá,
está escrita mucho más pequeña que el resto de la palabra.
¿Por qué?
Cuando Hashem le dijo a Moshé que escribiera la palabra Vayikrá,
"Y Él llamó...", Moshé no quiso escribir esa última alef, porque
sintió que esa letra le confería a él mucha importancia. ¿Cómo iba a escribir que Hashem lo llamo a él?
¿Quién era él, para que Hashem lo
llamara? Un simple mortal. Moshé habría preferido escribir
"Vaikar" "Y sucedió (que Él encontró a Moshé...)", como si
Hashem hubiera salido y se hubiera encontrado de pronto con Moshé; como si Él
no hubiese hecho absolutamente ningún esfuerzo para aparecérsele.
A pesar de las protestas de Moshé, Hashem le dijo que escribiera
"Vayikrá", "Y él llamó".
Moshé puso una alef al final de la palabra, tal como Hashem le había
encomendado, pero la escribió más pequeña.
¿Qué simboliza la alef pequeña?
La alef es la letra que representa la voluntad, el ego. Es la primera letra de la palabra
"Yo", Ani, en hebreo. Cuando una
persona se ve a sí misma como una A grande, el Numero Uno, Le está usurpando la
corona a Aquél que en verdad es Uno. Por
el contrario, cuando el individuo se ve a sí mismo como una alef pequeña, está
dejando lugar para que habite en él la Presencia Divina. No tiene la cabeza hinchada con el "algodón
de azúcar" del egocentrismo.
Moshé fue el más humilde de todos los hombres. Moshé se hizo a sí mismo tan pero tan pequeño
que apenas si estuvo en este mundo. No
quiso ni siquiera ser una alef pequeña. Él como ningún otro hombre ni antes ni después,
percibió que hay una sola Alef en toda la Creación, un solo Número Uno: Hashem. Moshé empequeñeció tanto su propia alef, su
propio ego, que mereció que la Torá fue entregada por su intermedio.
¿Cómo consiguió los cuernitos?
La tinta sobrante que le quedó en la pluma debería haberse
empleado para escribir una alef grande. Pero ahora se transformó en una corona de luz
radiante que adornaba al más humilde de los
hombres.
(Baal ha Turim, Midrash Tanjuma Ki Tisa 37, MiTaamim en Iturei Torá)
"Sin mácula..." (Vayikrá
1:3)
Una vez, el famoso actor de cine australiano, Peter
Finch, señaló: "Cuando uno mueve una ceja en el cine, se mueve varios
metros...".
Nunca antes en la historia se puso tanto énfasis en
la apariencia externa de las personas y
de los objetos. Tanto si se trata del
nuevo modelo de coche súper-ultra- moderno, como de la estilizada forma humana,
producto de horas y horas de gimnasia y aerobics... En tanto que cultura, estamos obsesionados
con el aspecto exterior de las cosas.
Oliver Cromwell tenía una verruga muy grande en la nariz.
Quién sabe si se hubiera transformado en
gobernante de Inglaterra si hubiera tenido que aparecer en la TV, en el programa periodístico de las
nueve de la noche...
El medio se ha transformado en el mensaje. Lo externo pasó a ser lo interno. No es que el aspecto sea algo sin importancia.
Todo depende del contexto. La Torá nos dice que el korbán del Mishkán y el Beit
ha Mikdash debían ser "tamim", sin mácula. Cuando el individuo traía un korbán, debía ser
completamente sano.
Cuando el judío busca acercarse a Di-s, debe hacerlo con toda
su fuerza y todas sus facultades. No se
debe omitir ni abreviar nada. Su
servicio también debe ser "sin macula". La perfección del korbán era la expresión física
de la perfección del corazón que busca acercarse a Su Creador.
(Rabí Shimshon Rafael Hirsch, Rabí Shlomo Yosef Zevin)
"Y cuando un alma ofrendare..." (Vayikrá 2:1)
Este mundo es un lugar muy preciso. Da la impresión de que en la Creación no
existen cabos sueltos. Si uno se para al
borde de un precipicio, lo único que lo separa de una muerte instantánea son
unos cuantos centímetros. La embolia más
ínfima de una vena puede poner fin al funcionamiento del cuerpo entero. Este mundo está construido en base a
tolerancias muy pero muy finas. Y es por
eso que la Torá también está construida en base a tolerancias muy finas. Cuando todas las letras del tefilín están
escritas dentro de las normas halájicas correctas, al ponérselos uno se conecta
con la Fuente. Pero si siquiera una sola
letra está escrita en forma incorrecta, uno se ha puesto nada más que un par de
cajas negras de aspecto extraño. Si
encendieran una lámpara dos minutos antes de Shabat lo que producirían es
llenar de luz la habitación. Enciéndanla
dos minutos y un segundo más tarde y habrán hundido al mundo y a ustedes mismos
en la oscuridad espiritual.
La Torá es tan precisa como una fórmula científica, lo
cual nos dificulta entender por qué hay un área entera de la Torá que parece
ser algo vaga: en la época del Templo Sagrado, cuando una persona traía un korbán
nedavá, una ofrenda voluntaria, la Torá no estipula
cuan grande o cuan pequeña debía ser. Eso
se dejaba a criterio de la persona que traía la ofrenda.
Vayan a un hospital y fíjense como trabaja la gente. Los que corren más de un lado para otro y
trabajan más que nadie son probablemente los voluntarios. Cuando damos lo que queremos dar, lo damos de
todo corazón. Pero cuando nuestro regalo
lo ordena otro, nos quita el entusiasmo. La esencia de la ofrenda voluntaria no era la
ofrenda en sí, sino el amor que había envuelto dentro de ella. En el grado en que podamos expresarnos a
nosotros mismos en nuestra entrega, en ese mismo grado será nuestra sensación
de dar.
Los tzitzit (flecos de la vestimenta de cuatro esquinas)
pueden entenderse como símbolos de esta relación simbiótica de la Torá y el
Hombre. Parte de los tzizit están
atados. Parte de la Torá es tan
inamovible como cualquier ley del mundo físico: la gravedad, la termodinámica,
el cálculo. Y parte de los tzitzit están
desatados: la Torá dictamina que utilicemos cada pedacito de nuestra
individualidad para servir al Creador. Yo
no soy como tú. Tú no eres como yo. Di-s nos hizo a todos, y Él quiere que Lo
sirvamos como las personas que somos, no como el otro. Precisamente, si uno se fija en los tzitzit,
va a ver que la proporción correcta de la parte que va atada y la parte que va
sin atar es de un tercio y dos tercios, respectivamente. La mayoría de este mundo consiste de los cabos
sueltos de la Creación, a los que cada uno de nosotros está invitado a atar,
cada uno a su manera.
(El Steipler, Rabí David Kaplan)
"Un aroma agradable a Hashem" (Vayikrá 1:9)
Cuando una persona presenta una ofrenda de elevación a Di-s,
puede llevar tanto vacunos, como ovinos, pájaros o sémola. Tras cada una de estas categorías, la Torá
emplea la frase "un aroma agradable a Hashem". Obviamente, el ganado vacuno es más caro que
el ovino, el cual es más caro que las aves, las cuales, a su vez, son más caras
que la sémola. Si la Torá quisiese
decirnos que para Di-s todas las ofrendas son iguales, ¿no habría bastado con
decir que la sémola es "un aroma agradable a Hashem", y entonces habríamos
deducido en forma lógica que las aves, las ovejas y los vacunos también eran
"un aroma agradable a Hashem"?
La respuesta es que si la Torá hubiese dejado esta lección librada a una
lógica a fortiori, podríamos haber, llegado a la conclusión errónea de que la sémola
era "un aroma agradable a Hashem" y que las aves, mucho más; y que
las ovejas eran todavía mas aceptables y que el ganado vacuno, eran los mas aceptables
de todos. Por esa razón, la Torá escribe
después de cada categoría "un aroma agradable a Hashem", para enseñarnos
que tanto si una ofrenda es grande o pequeña, Di-s las percibe en forma
equitativa, siempre y cuando nuestra intención sea por amor a Di-s.
(Or HaJaim, Rabí Mordejai
Perelman)
Shabat Shalom
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