Torá desde Jerusalem
Parashá Vayishlaj - Y envió
Libro Bereshit / Génesis (32:4 a 36:43)
Comentario
sobre la Parashá
“Y le dijo viajemos y marchemos...” (Bereshit
33:12)
“Y le dijo (Esav a Yaacob) viajemos y
marchemos, y yo andaré a tu paso”. A lo que Yaacob respondió: “Mi señor sabe que los niños son
tiernos…”. Asi intenta Yaacob
separarse de su hermano Esav,
cuando éste le está ofreciendo su acompañamiento y protección en su regreso a
la Tierra de Israel.
Es difícil entender cómo Yaacob, quien
tanto se había preocupado por el encuentro con su hermano, y que se había
preparado para lo peor, como una posible masacre dentro de su familia, y que
luego, contrariamente, se reúne con un hermano “cariñoso, amable, educado”.
Yaacob sabe que el peligro más grande
aún no ha pasado: la amistad con el equivocado.
Yaacob le teme más a la equivocación
que al peligro, y más aún cuando esa equivocación viene vestida de buenos
modales y cariño.
David HaMélej comenzó los Salmos con una frase clave: “Afortunado es el hombre que no
anduvo tras el consejo de los malvados, ni estuvo en el camino de los
trasgresores, ni se sentó donde se sientan los burlones”. Parecería que el orden está invertido
pues consideraría que el consejo de los malvados o el camino de los
trasgresores son mucho más dañinos que donde se sientan
los burlones. Sin embargo, ¡David HaMélej sabía la
verdad!.
Sabía que
la influencia más peligrosa no es la de los equivocados ni la de los malvados
sino la de los que nos parece más inocente, la de los burlones, que al fin y al
cabo ¿qué maldad hacen?, ¡solamente es una broma!. Los tartamudos saben cuánto duele una broma, y difícil es
encontrar un payaso tartamudo pero, qué interesante es que todos los payasos
tartamudean; tal vez nunca sintieron el dolor de la broma.
La ligereza con la que hoy en día nos relacionamos con lo que nos rodea, nos ha
hecho insensibles a lo ajeno. El
tiempo que nunca nos sobra, no nos ayuda. ¿Quién tiene paciencia para
escuchar al prójimo? Pues, el psicólogo. Cierta vez un psicólogo me comentó que
el aspecto más importante de su profesión, es saber escuchar y a veces no sólo
eso, sino permitir al paciente hablar. Muchos sufrimos justo de eso: no tenemos quien nos escuche, o como una
vez me dijo un maestro de la escuela: se excusó con que nunca tuvo una abuelita
que lo escuchara.
Antiguamente las mamás hablaban con sus hijos, acariciaban los objetos y hasta besaban la
masa del pan antes de introducirla al horno, pues estaban seguras que ese
cariño les iba ayudar a que el pan saliera como deseaban. Hoy los papás no se encuentran, las
mamás están ocupadas y los niños no tienen tiempo para escuchar y menos para
hablar. Cada cual en su cuarto
encerrado en sus ocupaciones-obligaciones. ¡No es “in” hablar con los padres!.
Una generación de mucho estrés es la nuestra, todas las comodidades que nos trajo
la revolución industrial y el avance de la tecnología no solamente que no nos
acercaron a la meta, sino todo lo contrario, la tranquilidad y el sosiego tal
vez se encuentren cada vez más lejos y todo por no entender la raíz del
problema: ¡El esclarecimiento de la verdad!. Dijeron Nuestros Sabios: “No existe alegría como la del
esclarecimiento de la duda”.
“Hanoj el
Hanaar lefi darko gam ki yazkim lo yashur mimena”, “encamina al joven en su
camino, asimismo cuando envejezca no se apartara de él. Varios principios en educación nos
transmitió Shlomó Hamélej en los proverbios en solo unas
cuantas palabras. “Encamina al joven”, de la misma manera
como es fácil orientar un árbol joven y enderezarlo, algo que se dificulta a
medida que va creciendo, así el joven es relativamente fácil, y digo
relativamente pues no soy el único que influye en el chico sino que muchas
tendencias y a veces diferentes se encuentran a su alrededor, y nunca mejor dicho el refrán español “dime
con quien andas y te diré quien eres”, o en las palabras de nuestros Sabios:
¿Qué bueno debe de buscar la persona? ¡Un buen amigo!.
Algo más
no enseñó el proverbio cuando nos dijo: “en su camino”. De la misma manera como no podré
convertir un almendro en naranjo ni un naranjo en almendro, no podré convertir
muchas de las cualidades y defectos del joven que nacieron innatos con él, sino
solamente tras entenderlos podremos ayudarle para enderezarlos dentro de
ciertos límites, para que el tronco no se rompa por el esfuerzo.
“...los
niños son tiernos... si se les presiona un día, morirá
todo el rebaño”. ¡Un día!, si se les presiona más de lo
que pueden un solo día y Yaacob sospecha de la desgracia.
Qué
responsabilidad la de los padres, maestros, en si de todos los responsables, de
una u otra manera, de la educacion de los jóvenes.
¡Quién
pudiera afirmar que no se equivocó con esas tiernas criaturas que son nuestros
hijos que generalmente no sabemos ni escuchar!.
Shabat Shalom.
Rab Shlomó Wahnón
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