Torá desde Jerusalem
Parashá Vayishlaj - Y envió
Libro Bereshit / Génesis (32:4 a 36:43)
Reflexiones
sobre la Parashá
“(Esav): “Tengo muchísimo” (Yaakob): “Tengo todo” (Génesis 33:9,11)
El buffet no es una invención judía.
¿Alguna vez te fijaste que cada vez que uno
come en un buffet, termina comiendo el doble de lo que hubiera comido si
le hubieran servido? La Torá dice: “Y comerás y te saciarás y bendecirás a Hashem tu Di-s”.
Come. Siéntete satisfecho, y luego, agradécele
a Aquél que le proporciona alimento a todo el mundo.
¿Qué te dice el buffet?: “No mires lo
que has comido. ¡Fíjate en todo lo que
queda! ¿Cómo eres capaz de irte, abandonando este suntuoso banquete, estas
mesas que gimen, incapaces de soportar tan pesada carga de exquisitos deleites?
¿Acaso no te remuerde la conciencia? ¡Regresa de inmediato y llénate otro
plato!
(¿Ya probaste el salmón ahumado? Mmmmm!!!!)
(Devarim 31:18, Baal Shem Tov, Imrei Shefer>,
Rabí Itzjak Meir Gudman)
"Pero él (Yaacob)
se levantó esa noche y tomó con él... sus once hijos" (Génesis 32:23)
Rashi nos dice que únicamente once de los hijos de Yaacob
aparecen mencionados, y que Yaacob colocó a Dina en
un cofre para que Esav no le pusiera los ojos encima. ¿Cómo sabía Rashi
que Dina no estaba presente? Tal vez
ella si se contaba entre los once hijos mencionados aquí, y uno de los hijos
varones de Yaacob era el que faltaba.
El Talmud explica que el motivo por el cual el Beit
haMikdash (el Templo Sagrado) fue construido en la
sección de la tierra de Israel perteneciente a Biniamín
fue debido a que él no se postró ante su tío Esav, debido a que aún no había
nacido.
Por lo tanto, de acuerdo con lo dicho, si hubiera sido uno de los
otros hijos varones de Yaacob que no estuvo presente
en el encuentro con Esav, y por lo tanto, no se postró ante él, ¿por qué el Beit haMikdash
no se construyó
en el territorio de ese hijo, en vez de en el de Biniamín?
Por consiguiente, debió haber sucedido que todas las tribus de Israel
se encontraban presentes junto a Yaacob, y todos se
postraron ante él, excepto Biniamín, quien todavía no
había nacido. Dina era la única que pudo
haber faltado.
(El Gaón de Vilna en Kol Eliahu)
"...Una ofrenda a su hermano
Esav" (Génesis 32:14)
Cuando recordamos el odio fanático de los nazis, estamos seguros de
que nada podría haber detenido su deseo de matar hasta el último judío de
Europa. Sin embargo, existe considerable
evidencia de que hasta su odio ciego y desaforado era susceptible al antiguo y
siempre vigente sistema del soborno.
En el pico de la guerra, Rabí Mijael Ber Weismandel logró detener la
deportación de 25.000 judíos rumanos al sobornar al segundo de Adolf Eichmann. ¿El
precio? 50.000 dólares. Dos dólares por cabeza. Más o menos como la entrada al cine.
Alentado por semejante éxito, Rabí Weismandel
concibió un plan de una intrepidez increíble.
Si los nazis eran susceptibles al soborno en esa escala relativamente
modesta, ¿por qué no también a gran escala?
¿Por qué no tratar de comprar la vida de todos los judíos de
Europa? El plan Europa, tal como se lo
llamó, fue un intento por rescatar todos los judíos que quedaban, entregándoles
a los nazis un soborno masivo.
Rabí Weismandel percibió que la tendencia de
la guerra se estaba invirtiendo. Y
supuso que los nazis que aun esperaban ganar querrían utilizar a los judíos a
fin de presionar a los aliados.
En todo caso, la intención de Rabí Weismandel
era simplemente que los nazis empezaran a ser conscientes de que los judíos
vivos eran de más provecho que los muertos.
El "Grupo de Trabajo" de Rabí Weismandel
nuevamente se puso en contacto con el ayudante de Eichmann. Tras prolongadas negociaciones, llegó mensaje
desde Berlín de que las más altas jerarquías estarían dispuestas a detener
todas las deportaciones, excepto las de Polonia, por un precio. ¿Cuánto?
Dos millones de dólares. Por dos
millones de dólares se salvarían literalmente millones de vidas. Con el recibo de los primeros 200,000 dólares
los nazis detendrían los transportes durante dos meses. Después había que entregar el segundo pago.
El dinero de hoy no es lo que solía ser. Dos millones de dólares de 1943 equivalían a
lo que es hoy cientos de millones de dólares.
A pesar de esfuerzos casi sobrehumanos, Rabí Weismandel
no logró reunir los primeros 200.000 dólares, y las negociaciones se quebraron
en septiembre de 1943.
¿Acaso los nazis habrían mantenido su palabra? Nadie puede saberlo con certeza. Sin embargo, existe evidencia de que sí. Dos judíos que escaparon de Auschwitz declararon que durante la época de las
negociaciones, los trenes con su incesante flujo de carga humana había llegado a un cese.
Hasta las cámaras de gas se habían dejado de usar. Además, un transporte especial de judíos de Thereisienstadt que había llegado a Auschwitz
fuer tratado con un respeto inusual. Tal
vez esos judíos habrían sido los primeros en ser liberados si se hubiera pagado
el soborno. Pero cuando las
negociaciones se quebraron, fueron enviados a sus muertes.
¿Por qué Rabí Weismandel no logró reunir el
dinero? Las razones son muy
complejas. Una de ellas es que existía
una actitud subyacente de que era un anatema mantener negociaciones con los
nazis, y mucho menos, entregarles semejantes cantidades de dinero.
Además, legalmente, a los americanos no les hubiera gustado nada el
asunto de bombear millones a la máquina de guerra de los nazis. Todas estas consideraciones son absolutamente
insignificantes cuando se las compara con la imperativa dominante de la Torá de
rescatar cautivos.
Antes de ir a negociar con los poderes de Roma, Rabí Yehudá HaNasí (codificador de la Mishná) y los grandes Sabios del Talmud siempre estudiaban
el encuentro de Yaacob y Esav, de la parashá de esta semana.
Una vez, el sabio Rabí Yanai no la estudió, y
su misión resultó en un tremendo fracaso.
¿Por qué era tan importante estudiar este capítulo antes de tratar con
el súper poder de aquella época? El
libro de Bereshit es un mapa de ruta para el Pueblo
en todas las épocas. Las acciones de los
padres son una señal para los hijos. Los
actos de los Patriarcas marcaron una realidad perpetua. Al encontrarse con su hermano Esav, Yaacob estaba creando una realidad, "escribiendo el
libro" de cómo el Pueblo Judío debe comportarse con Esav y con sus
herederos espirituales de cada generación.
Yaacob se preparó para la guerra.
Rogó por compasión y ayuda de Di-s.
Y envió un soborno a su hermano Esav.
Si bien Esav tenía 400 soldados y podía haberlo despojado de todo lo que
tenía, el soborno funcionó. Si bien Esav
le tenía un odio fanático a su hermano, Yaacob logró
comprarlo.
La Torá es el mapa de ruta del Pueblo Judío a lo largo de la
historia. Nos enseña qué hacer cuando
estamos en paz en nuestra propia tierra y nos enseña qué hacer cuando estamos
en la noche más oscura del exilio. Pero
cuando ignoramos sus indicaciones, no lo hacemos únicamente a riesgo nuestro,
sino a riesgo de millones.
(Midrash Raba 78:15)
"He sido disminuido por toda la
benevolencia y por toda la verdad que Tú has hecho... y ahora me he
transformado en dos campamentos" (Génesis 32:11)
En nuestra vida hay dos campamentos.
Un campamento de oscuridad, y un campamento de luz.
Muy pocas personas son capaces de captar algo en términos
absolutos. Todo nuestro marco de
referencia es relativo. Solo
comprendemos lo que es la luz porque a la noche oscurece. Si el sol siempre brillara, no solamente que
no tendríamos una palabra “oscuridad", sino que tampoco tendríamos una
palabra "luz". Nuestra
percepción del mundo se basa en este principio.
Por eso, en la medida en que recordemos la oscuridad, así nos regocijaremos
en la luz.
En nuestra vida hay un campamento de oscuridad. Una hora en la que vivimos en medio de
dificultades, pruebas y tribulaciones. Y
también hay un campamento de luz.
Momentos en que vivimos seguros, tanto física como emocionalmente. Cuando vivimos en el campamento de luz,
nuestra felicidad, nuestra percepción de la luz será en la medida en que
recordemos el campamento de oscuridad.
Al recordar el campamento de oscuridad, surgirá en nuestro corazón un
sentimiento de gratitud a Di-s y Le agradeceremos por habernos traído a un
momento de luz y de alegría.
(Rabenu Bejaie)
Shabat Shalom.
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