Capítulo Primero
Mishná 14
XIV. Hilel. Él solía decir: Si no soy para mí
mismo, ¿quién es para mí? Y cuando
soy para mí mismo, ¿qué soy? Y si
no es ahora, ¿cuándo?
Comentario
Si no soy (me preocupo) para mí
mismo. Estamos obligados a
preocuparnos con nosotros mismos por encima de cualquier otra persona por más
querida que sea, y así lo dictamina la Halajá: La bondad empieza por uno mismo
y continúa por orden de parentesco cercano que tenga conmigo, mis hijos, mi
familia..., si no es señal de que la preocupación es falsa. La diferencia entre el egoísta y el
correcto se encuentra en que, el egoísta solamente se preocupa por sí mismo y
el correcto mantiene un orden de preferencias sin quitar que está obligado hacia
el ser más alejado o insignificante en la naturaleza. Rabí Yehudá Hanashí, fue castigado por Hashem con trece años
de enfermedad por hablar incorrectamente a un pequeño cordero que andaba
escapando de su dueño.
¿Quién es (se preocupara) para mí?
La persona en su codicia y orgullo cree que el
mundo entero le pertenece. El
Shulján Aruj en las Halajot de los Rezos escribe que tras el rezo de la mañana
y haber dedicado un tiempo fijo al estudio de la Torá, la persona debe
dirigirse a su actividad laboral sin olvidar que el estudio es lo importante y
el trabajo es solamente una necesidad para su manutención y la de su familia, y
que no convierta lo secundario en lo importante. Al respecto comenta Rabí Meír Hacohén de Radín en su libro
Mishná Brurá: Para que no le engañe su instinto en lo que verdaderamente es
necesidad, considere cuando una persona necesitaría que le fuera obligado a
mantener, seguro que de inmediato las necesidades de la persona serían mínimas,
pan para comer, agua para beber, dos vestimentas a lo sumo (una para Shabat)... ¡Qué diferencia! Cuando sinceramente se piensa sobre lo
que se necesita, seguramente Rotschild sería pobre ante nuestras necesidades.
Y cuando soy (me preocupo) para mí
mismo, ¿qué soy? Cierto es, que si no preocupo por mí quién se
preocupará, pero no olvidemos la limitación de nuestra capacidad; en nuestra
condición intelectual lógica no llegamos a alcanzar realidades psicológicas
espirituales necesarias para entender nuestro “yo”, solamente quien nos hizo,
conocedor de nuestra realidad puede indicarnos el camino acertado para nuestro
comportamiento y esa es la razón por la que debemos ver en la Torá no a un
libro de leyes normativas sino al “medio” para poder realizarnos en nuestros
120 años de vida, sin olvidar que más de lo que nosotros queremos hacer desde
los Cielos quieren que hagamos, como está escrito: “Ábranme como el agujero de
una aguja y Yo os abriré las puertas del Universo”, una relación sin
proporciones.
Y si no es ahora, ¿cuándo?
Este es el mundo de los hechos.
Acá, en esta vida, podemos cambiar y realizar. En el mundo Celestial la verdad no es clara sino es la
realidad, no hay lugar para lo contrario, es por eso que el humano en este
mundo está en una situación más elevada mismo que los ángeles, ya que ellos no
tienen en absoluto elección sino la realidad de la verdad, al igual que el
primer hombre Adam quien antes de conocer el bien y el mal no disponía de la
elección, sino solamente de la verdad Divina. Es por ello que esta vida es tan importante no por la
sensación en sí de vivir y el disfrute de los placeres, sino por esa condición
que tenemos de elección por ser conocedores del bien y el mal.
Dijeron nuestros Sabios: Tres
centros vitales tiene la persona: El cerebro-Moah–centro del
intelecto-, el corazón-Lev -centro de los sentimientos- y el
riñón-Jelaya -centro de los instintos y pasiones-. Cuando el intelecto domina los
sentimientos y los instintos los centros están en orden de preferencias y la
primera letra de cada palabra forman el sílabo MéLeJ-
rey-pues a igual que el rey quien conserva ese orden en sus actos, en
verdad los domina y gobierna su cuerpo.
Sin embargo, quien sus instintos y pasiones dominan sus sentimientos y
su intelecto, el rey MéLeJ se convierte en lo contrario JeLeM,
vacío.
Rab Shlomó Wahnón
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