El Eterno dijo a Moshé que le confiera a Aharón la
tarea de situar las luces del candelabro (Menorá), de manera que alumbraran
hacia delante.
Ordenó Hashem que los levitas se prepararan para su
servicio en el Mishkán, debiendo Moshé purificarlos mediante rocío de agua pura
sobre ellos, pasando navaja sobre todo su cuerpo y lavando sus ropas. También debían presentar sacrificios.
Moshé debía acercar a los levitas frente al
Tabernáculo, y también reunir a la congregación de los Hijos de Israel, para
luego Aharón presentarlos ante el Pueblo.
Así, serían los representantes de los Bnei Israel ante el Eterno, y
Aharón los debía consagrar ante Hashem.
Únicamente servirían los levitas de edad de treinta a cincuenta años,
mientras que los de veinticinco a treinta años, debían prepararse para sus
futuras tareas en el servicio religioso.
El día 14 de Nisán del siguiente año luego de la
salida de Egipto, se celebró el primer Pésaj. Hubo quienes no pudieron observarlo en esa fecha por estar
impuros, y por ello solicitaron se les permitiera participar de las ofrendas
pascuales. Y Moshé consultó al
Eterno, Quien respondió que al siguiente mes. o sea, el día 14 de Iyar (Pésaj
Shení), aquellos impuros o quienes hubieran estado lejos del Tabernáculo,
debían presentar el Korbán de Pésaj y comer pan ázimo (matzá) y hierbas
amargas.
Cuando se inauguró el Mishkán, la nube divina de día
cubría el lugar y de noche tenía apariencia de fuego. Esta nube era una señal para que la congregación continuara
su viaje. Cuando la nube se
alzaba, los Bnei Israel partían y en el lugar donde se detenía, acampaban.
Hashem ordenó a Moshé hacer dos trompetas de plata,
para poder anunciar con ellas el comienzo de la marcha, como para convocar al
pueblo frente al Santuario, o para avisar cuando fueran a la guerra, o
proclamar días de gran alegría, festividades, el nuevo mes (Rosh Jodesh).
Comenzó el Pueblo su trayectoria a través del
desierto, bajo la guía de la nube divina, siendo su primer parada en el
desierto de Parán, lugar donde la nube se posó.
Moshé pidió a su suegro, Itró, que se sumara
acompañándolos en esta travesía, pero éste decidió volver a Midián.
En tanto, durante la travesía el pueblo comenzó a
quejarse por el liderazgo de Moshé.
La ira del Eterno no se hizo esperar, y produjo un incendio en el
campamento haciendo estragos hasta que Moshé oró al Todopoderoso y el fuego se
extinguió. Un grupo de no hebreos
que vinieron desde el éxodo de Egipto, se quejó nuevamente, por la falta de
carne para comer. También
reclamaron pues no tenían pescado ni frutas ni verduras, como en Egipto. El pueblo sólo recibía el maná.
Moshé sintió sobre sí la carga de dirigir al Pueblo,
lo que era muy grande para él solo.
El Todopoderoso le indicó reunir a setenta ancianos del Pueblo de Israel
para que le ayudaran en la conducción de la Congregación. Sobre esos ancianos se posó el espíritu
profético.
El Eterno envió entonces, grandes cantidades de aves
(codornices) que cayeron sobre el campamento, y así la gente las recogió y
muchos de ellos ávidos por comerlas, murieron ante la ira de Hashem.
Por último, en esta parashá, Miriam y Aharón
hablaron contra Moisés, y ella fue castigada con lepra, que al transcurrir una
semana se curó totalmente.
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