El Todopoderoso ordenó el
precepto de que los Hijos de Israel debían traer una vaca bermeja (pará adumá)
sin defecto alguno que sería presentado a Eleazar (el Cohén) para cierto rito
de sacrificio para la purificación de aquél que haya estado en contacto con un
cadáver. Todo el ritual finalizaba
el séptimo día en que quedaba purificado.
Este día debía lavarse sus ropas e introducirse en la mikvé.
El Pueblo de Israel llegó al
desierto de Tzin, acampando en Kadesh, y en ese lugar murió Miriam, hermana de
Moshé y Aharón, y allí fue sepultada.
A su muerte dejó de manar el agua del pozo que
había acompañado milagrosamente, a los Benei Israel, durante su travesía. Nuevamente comenzaron a protestar
contra Moshé por la falta de agua.
El Todopoderoso dijo a Moshé y a Aharón que reunieran a la congregación
y hablaran a una determinada roca, que de ella manaría agua para todos, gente y
animales.
Así
cumplieron lo dispuesto por el Eterno, pero ante la impaciencia del Pueblo,
Moshé golpeó con su vara, dos veces a la roca y así fluyó agua. Pero eso disgustó al Todopoderoso ya
que Él había ordenado hablarle y no golpearla, lo que significó no haber creído
en Su palabra y así decretó que ese pueblo no entraría a la Tierra Prometida
como tampoco Moshé y Aharón, ya que habían deshonrado al Eterno frente al
Pueblo.
Comenzaron las etapas finales
de la travesía del Pueblo hacia Eretz Israel. Era necesario atravesar la tierra de Edom al sur del Mar
Muerto, por lo que Moshé envió mensajeros desde Kadesh hasta el rey de Edom,
solicitando permiso para transitar únicamente por el camino real. Pero la respuesta fue negativa y
amenazando enfrentar con su ejército al Pueblo de Israel.
Así los Benei Israel se vieron
obligados a cambiar su rumbo, llegando al monte Hor, lugar donde el Eterno
designó a Eleazar como Cohén Gadol, sustituyendo a Aharón quien murió en ese
lugar y sepultado allí. Durante
treinta días el Pueblo hizo duelo por él.
Cuando los israelitas
continuaron desplazándose por el camino de Atarim, enfrentaron un ataque del
rey cananita de Arad, al que vencieron, exterminándolos. Nuevamente se quejaron por la falta de
agua y alimentos, pero Hashem envió como castigo una plaga de serpientes. El pueblo reconoció su error y el
Eterno indicó a Moshé hacer una serpiente de bronce sobre una vara, para que
aquel que hubiera sido mordido, al mirarla se curaría y así viviría.
Continuaron marchando por el
sur, el este y hacia el norte, y acamparon en junto al río Arnón, frontera
entre Moab al sur y Ermón al norte.
Sijón, el rey de Emor, no les permitió pasar por su tierra y los atacó
con su ejército, pero éste fue derrotado por los israelitas.
Posteriormente, debieron
enfrentarse al ejército de Og, rey de Basan, a quien también derrotaron y
tomaron sus tierras.
Las tierras al este del río
Jordán quedaron conquistadas por el Pueblo de Israel y allí acamparon, cerca de
Jericó.
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