Comienza la parashá de esta semana con el relato del momento en que
Hashem llama a Abram para que abandone Jarán y se dirigiera a la tierra que Él
indicaría. Así es que se dirigió a
Kenaán junto con su esposa Sarai y su sobrino Lot y con todos los bienes que
poseía. Muchos seguidores de
Abram, también abandonaron Jarán, emigrando con ellos.
Llegaron a la tierra de Kenaán, a la ciudad de Shjem lugar donde una
visión del Todopoderoso se le apareció a Abram para afirmar Su promesa de que cierto día esa tierra de
Kenaán le pertenecería a su descendencia.
Como agradecimiento por el mensaje recibido, Abram construyó un altar en
ese lugar.
Comenzó en Kenaán una época de escasez de alimentos lo que motivó a
Abram vivir temporalmente en Egipto.
Ante el temor de que los egipcios sintieran atracción por la belleza de
su esposa Sarai, dijo que ella era su hermana evitando así ser asesinado. Sarai fue llevada al palacio del Faraón
y Abram recibió como regalo rebaños y sirvientes. Pero Faraón y su familia fueron afligidos con
enfermedades. Entonces el Faraón
entendió que ese era el castigo por haber secuestrado a Sarai. Así, Faraón pidió a Abram y a su
familia que se fueran de Egipto.
Con todas sus posesiones, Abram y su familia llegó a Bet El, en
Kenaán. Tanto Abram como su
sobrino Lot ya eran muy ricos, con grandes rebaños y no alcanzaban los pastos
para los ganados de ambos. Ante
altercados entre los pastores de ambos, Abram sugirió a Lot separarse y dio a
este la posibilidad de elegir primero la tierra donde quisiera habitar. Lot eligió las llanuras del Jordán,
tierra fértil habiéndose establecido hasta la ciudad de Sedom, donde sus
habitantes eran muy perversos. En
cambio Abram se estableció en las planicies de Mamré, cercana a Jevrón. En ese lugar recibió de nuevo la
promesa del Eterno sobre la futura posesión de esa tierra por parte de sus
descendientes.
En ese entonces, cinco reyes de Kenaán, incluidos los de Sedom y
Amorá, se envolvieron en una contienda contra Kedarlaomer, rey de Elam. Esto terminó en un combate en el que
triunfó Kedarlaomer, y éste tomó posesión de Sedom y Amorá, tomando cautivos a
parte del pueblo y dentro de él, a Lot y todas sus posesiones. Ante esta situación Abram enterado de
lo sucedido, presentó batalla con el fin de rescatar a Lot y sus familiares y
al resto de los habitantes de Sedom, saliendo victorioso.
A pesar de la fortuna económica que poseía, Abram sentía tristeza por
el hecho de aún no tener un hijo.
Hashem le pidió mirar al cielo y contar las estrellas, lo que era
imposible hacer, y así le hizo saber que su descendencia sería tan numerosa
como las estrellas.
Sarai sugirió a Abram que tomara a la sierva Hagar como segunda
esposa. Hagar comenzó a faltarle
el respeto a Sarai y ésta se quejó ante Abram, y luego Hagar huyó. Un ángel del Eterno se le apareció a
Hagar, diciéndole que regresara ya que pronto tendría un hijo de Abram, Ishmael
que sería el fundador de una gran nación.
Sobre él dice la Torá: “Y él será hombre salvaje: sus manos en todos, y
las manos de todos en él, y sobre la faz de todos sus hermanos morará”.
Abram tenía la edad de noventa y nueve años, y Hashem renovó Su pacto
con él, ordenándole cambiar su nombre por el de Abraham, cuyo significado es
“padre de una multitud de naciones”.
También le ordenó realizarse, él y todos los demás varones, la
circuncisión, el Brit Milá.
Asimismo el Eterno ordenó cambiar el nombre de Sarai por el de Sará,
cuyo significado es “princesa”.
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